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ACTUALIZADo 21 dE ABRIL de 2009

La identidad
Prof. Christian Cazabonne
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En la propia personalidad, cada cual reconoce que, en medio de las transformaciones continuas del organismo y de nuestras ideas y aspiraciones, subsiste un cierto sello o carácter permanente. (FOTO JUAN ARÉVALO)

La acepción psicológica de la palabra identidad implica por lo tanto la cualidad del ser consciente

La identidad es la persistencia de la unidad en relación al tiempo y a todo cambio. Equivale a la permanencia que reconocemos en nuestro ser (sintiéndonos en todo momento los mismos) a través de la mudanza y de los fenómenos que pasan y se suceden.

En la propia personalidad, cada cual reconoce que, en medio de las transformaciones continuas del organismo y de nuestras ideas y aspiraciones, subsiste un cierto sello o carácter permanente, especie de tonicidad o tono común, que es la base sobre la cual se concibe la identidad.

La identidad es el principio explicativo del hábito, de la memoria y de la responsabilidad moral. En la identidad, considerada no sólo en el individuo, sino en la especie, se funda la ley de la herencia que tanta importancia tiene entre los psicólogos modernos, y cuya aplicación a la vida anímica es preciso hacer sin violentar la realidad específica del espíritu, pues se corre el gravísimo peligro de caer en un mecanismo determinista.

La acepción psicológica de la palabra identidad implica por lo tanto la cualidad del ser consciente, que se percibe y siente como uno y permanente en medio de los cambios que se suceden en el tiempo (soy el mismo que ayer meditaba lo que ahora estoy escribiendo).

Pero la identidad tiene además un sentido lógico, es un principio o categoría, según el cual se piensa y concibe todo objeto cognoscible como persistente ante sí y substratum de todo lo que ulteriormente se le atribuya. Y aun aquellos sistemas filosóficos, como el de Schelling por ejemplo, y el de Hégel, que consideran principio único de lo cognoscible la identidad, son denominados Filosofía de la Identidad. En general, el principio de Schelling “todo es uno y lo mismo”, que olvida la diferenciación propia de lo individual y concreto, lleva necesariamente al panteísmo.

La categoría de la identidad (cuyo desarrollo explícito se halla en la contradicción), expresa que cada término debe ser concebido igual consigo mismo. Aunque parece indicar verdad que nadie se dice a si mismo, o pensamiento que queda siempre implícito en la mente, expresa sin embargo el substratum de todo pensamiento, que la fuerza del hábito nos lleva a olvidar.

Si dejamos implícita la identidad, sin expresarla, es porque mediante dicho principio no aumenta la extensión de nuestros conocimientos. Pero si nos detuviéramos a reflexionar, reconoceríamos que, merced a él, crece nuestro pensamiento en precisión y exactitud. Todos suponemos dicho principio de identidad, sin expresarlo taxativamente, y entendemos que su enunciación es una simple repetición de términos.

Para Weise,el principio de identidad significa la afirmación de la conciencia racional de que lo idéntico, percibido en diferentes tiempos, lugares y combinaciones, queda lo mismo, en tanto que la percepción animal de lo idéntico, varía según las circunstancias. Es inherente a nuestra naturaleza racional y nos eleva sobre lo sensible a afirmar la identidad de lo rojo de la rosa, del Sol poniente, de la sangre, etc., mientras el animal no sabe separar lo idéntico de la diversidad de la sensación.

Merced a esta facultad el hombre habla; luego el principio de identidad es el fundamento del lenguaje, que sólo es posible mediante la fijeza de la significación de las palabras. En este sentido no es una fórmula vacía y frívola como dicen Locke y Hégel. Más que su inutilidad lo que revela dejarlo implícito es que la identidad es un principio ingénito en lo pensado y congénito con nuestro pensamiento, principio sin el cual sería de todo punto imposible establecer semejanzas o diferencias entre los elementos inteligibles de nuestras percepciones.

El principio de la relatividad universal, admitido por Bain supone el principio de identidad, puesto que la primera relación de todo objeto será lo que mantiene consigo mismo (la de identidad) como base y fundamento de las distintas relaciones que se hayan de establecer del objeto con todos los demás.

Como consecuencia del principio de identidad señalan algunos (Clewerbeck, Logik y Janet) el principio de conveniencia, que es la misma categoría de lo idéntico aplicada a las cualidades que los objetos poseen dentro de esta misma relación de inferencia directa.

*e-mail: prof.cazabonne@hotmail.fr

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