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El gobierno prevé poder promulgar la discutida norma el próximo 15 de noviembre

PARIS.- El desbloqueo ayer de tres refinerías y varios depósitos de carburante marcó un cierto alivio en la tensión social en Francia, desatada por la oposición a la reforma de las jubilaciones lanzada por Nicolas Sarkozy, contra la cual ha sido convocada sin embargo otra jornada de movilizaciones.

En las refinerías, incluyendo la de Fos-sur-Mer (cerca de Marsellas, sur del país) los trabajadores votaron ayer a favor de reanudar el trabajo: es la primera vez que sucede desde que la semana pasada 12 establecimientos entraron en huelga, para protestar contra la polémica reforma.

Contemporáneamente, todos los depósitos de carburante a lo largo y ancho del territorio han sido desbloqueados por la policía, en vísperas de las vacaciones de Todos los Santos, tradicionalmente muy importantes en el calendario escolar francés.

La escasez de carburante fue -junto a las huelgas en el sector de los transportes públicos- la principal punta de lanza del movimiento de oposición a la reforma patrocinada por Sarkozy, que fue acompañada por manifestaciones de estudiantes y alumnos de secundaria en casi todo el país.

La ministra de Economía, Christine Lagarde, estimó que las huelgas y protestas de las últimas semanas le han costado a la economía francesa entre 200 y 400 millones de euros, aunque esta evaluación fue fuertemente cuestionada por los sindicatos y la oposición de izquierdas.

Sea como fuere, mientras se va normalizando el abastecimiento de combustibles una comisión mixta parlamentaria terminó de definir hoy los términos del texto definitivo de la reforma, tal como será aprobado, casi ciertamente, por el Senado y la Asamblea Nacional (cámara de diputados).

El gobierno prevé poder promulgar la discutida norma el próximo 15 de noviembre, y Sarkozy ya ha anunciado que esta fecha marcará un hito en su presidencia: a partir del día siguiente, aseguró, se pasa a una página nueva.

El plan del ejecutivo parece incluir tres fases sucesivas: ante todo, un anunciado cambio del gabinete de gobierno -que podría incluir al mismo premier, Francois Fillon- y luego el turno de presidencia francesa del G20, con en perspectiva las elecciones presidenciales de 2012.

La hipótesis de un cambio en el gabinete ministerial, anunciado a comienzos del verano boreal, ya está provocando sacudones políticos dentro de la mayoría oficialista, con los fieles del actual premier Fillon que esconden cada vez menos su irritación ante la posibilidad de su sustitución con el actual ministro de Energía y Medio Ambiente, Jean-Louis Borloo.

Borloo sufre de dos desventajas para asumir el principal cargo de gobierno debajo del mismo Sarkozy: no proviene de la Unión para un Movimiento Popular (UMP), el partido posgaulista del presidente, y no convenció plenamente por el modo en que enfrentó la crisis planteada por el bloqueo de las refinerías de estas últimas semanas.

En cuanto a su turno de presidencia del G20, Sarkozy parece decidido a reasumir el papel de primer plano que tuvo -junto a Angela Merkel- en la respuesta europea a la crisis bancaria para una nueva y espinosa cuestión: la posibilidad de una crisis global cambiaria, partiendo desde China.

El presidente francés ya posee un plan de marcha detallado -visita en Francia del líder chino Hu Jintao, sucesivo viaje a Washington del mismo Sarkozy- pero ya el jueves próximo participará (por primera vez) en Bruselas a una reunión del Partido Popular Europeo (PPE) para discutir sobre una posible crisis cambiaria mundial.

El papel de Sarkozy como líder de influencia global, que el presidente francés quiere consolidar en su administración del G20, deberá servir a su vez como trampolín de lanzamiento para la carrera presidencial del 2012, en la que cuenta con por lo menos dos argumentos que desde ya trabajan a su favor.

El primero es que las encuestas de opinión han registrado una pérdida de popularidad de Sarkozy en los últimos meses, pero sobre todo entre los votantes de la oposición, y el segundo es justamente el alto grado de conflictividad interna del Partido Socialista, que no parece por ahora en grado de presentar un desafiante con reales chances en la carrera al Eliseo.

Esto sin contar lo que los analistas consideran el verdadero as en la manga del presidente francés, o sea su carácter combativo y testarudo, que le garantiza excelentes resultados en campaña electoral.