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actualizado 25 de nov. 2013
El bombardero ruso tu-160 y el mar de siete colores
No es ninguna novedad en política exterior ocultar los propósitos tergiversando hechos
Por Marcos Antonio Casanova Fuertes*
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El doce de abril de 1961la eficiencia de la maquinaria publicitaria soviética quedó demostrada, el mundo no solo supo con la rapidez de un rayo que el primer Estado socialista había tenido el poder de poner al primer ser humano “Yuri A Gagarin” en el espacio exterior a bordo de la nave Bastok 1, sino que demostró también lo poderoso que podía ser la propaganda como instrumento de política exterior al dar a conocer al mundo entero con la mayor prontitud de la época no solamente el hecho sino convertirlo en el arma idónea para inculcar en un tiempo récor en la mente de la opinión pública internacional la superioridad soviética ante occidente en plena guerra Fría.

El pretendido escándalo diplomático de Colombia por la supuesta violación a su espacio aéreo por los dos bombarderos estratégicos supersónicos Tu-160 de la Fuerza Aérea de Rusia en su vuelo del aeropuerto de Maiquetía en Caracas hacia el aeropuerto Sandino de Managua no tuvo mayor eco en el escenario internacional. Bogotá quiso dar ribetes resonantes parecidos al que tuvo el vuelo de Yuri Gagarin, pero lo que pretende ocultar Colombia es ya un secreto a voces desde hace tiempo.

El fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya de noviembre 2012 reafirmó la soberanía de Nicaragua sobre 75.000 kilómetros cuadrados de mar. Esto cerró un capítulo de la contienda, abriendo entre otras la batalla ubicada en el derecho internacional ambiental, la cual se espera que sea las mas difícil, por los intereses en juego, por lo técnico científico, por ser el mar recurso invaluable y desconocido para las ciencias criollas.

La estrategia colombiana es de vieja data, abarcan medidas migratorias, como el sobre poblamiento del archipiélago que provocó una inmigración indiscriminada, la declaratoria de San Andrés en 1953 como puerto libre continentalizando el archipiélago convirtiendo las islas en centro de comercio que en nada benefició a la población raizal pero si favoreció el tráfico de drogas hacia E.E.U.U.

Lo anterior surtió efectos positivos en cuanto a resultados a su favor al colombianizar la población, pero no tuvo igual efecto las concesiones petroleras otorgadas, las que encontraron resistencia tanto nacional como internacional. En 1991 por vía constitucional se declara Departamentos Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.

Paso luego Colombia a querer reafirmar soberanía declarando bajo legislación nacional un conjunto de reservas naturales, (todo el territorio terrestre y marino del archipiélago incluyendo el perteneciente a Nicaragua) de ahí surgió la declaratoria de la Reserva de Biosfera Seaflower en el 2000, parte de ella es territorio nicaragüense, “54% de la Reserva pasa a manos de Nicaragua” ha reconocido el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Gabriel Uribe de Colombia.

Un objetivo siempre visto por Bogotá es el hecho de querer ganarse el favor estadounidense en el campo militar al querer desde siempre vincular un problema de litigio vecinal a una estrategia de geopolítica global, por eso no se mira descabellado su intento de ingresar a la OTAN o la decena de bases militares que indignamente alberga en su territorio, o su ansiado deseo de convertirse en algo así como un Israel de América Latina a servicio del capital trasnacional.

La historia es curiosa y coincide en el tiempo pero irónicamente no siempre beneficia al mismo actor, a principios del siglo diecinueve se hablaba al igual que hoy de canales internacionales y de litigios territoriales parece que Colombia apuesta a tener igual suerte.

No es ninguna novedad en política exterior ocultar los propósitos tergiversando hechos, Nicaragua lo sufrió en la era Reagan al ser víctima de un terrorismo de Estado apocalíptico condenado en su momento por la Corte Internacional de Justicia.

La pequeña Nicaragua la que en 1928 le fue cercenado el archipiélago bajo el oneroso tratado Bárcenas Meneses estando ocupada por la entonces potencia extranjera más poderosa de la tierra se engrandecía ante el mundo desde las montañas segovianas dando la batalla por la soberanía nacional con un “pequeño ejército loco”. Hoy al igual que ayer continúa dando la batalla por su soberanía a diferencia que hoy existe un gobierno de unidad nacional digno heredero de aquel pequeño ejército de Sandino.

Colombia en su batalla ambiental alegará fragmentación del territorio marítimo en detrimento de la unidad ecológica. Hablará del deseo de las comunidades raizales de conservar una de las regiones más importantes del planeta, pero todo eso pasa por ser negociado con Nicaragua no tiene otra salida y estamos seguros que el espíritu de paz de Contadora cuando en otras circunstancias Colombia abonó por la paz en Centroamérica prevalecerá.

Al recordar en este articulo a Yuri Gagarin lo hacemos porque estamos seguros que las tripulaciones de los Tu-160 al surcar los cielos del Caribe y por segundos observar seaflower desde el cielo y contemplar el paraíso marino llamado “mar de siete colores” recordaron las palabras de su compatriota, hoy más que nunca vigentes, pronunciadas por primera vez por un ser humano desde el espacio. Yuri dijo en aquella ocasión refiriéndose a nuestro planeta al observarlo desde la Bastok I «Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos»

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