Obispos se pronuncian sobre el Gran Canal y sus efectos
Los obispos afirman que se debe de hacer un estudio serio y científico a nivel ecológico de lo que denominan “gigantesco proyecto tecnológico”
Redacción Central

Foto La Conferencia Episcopal de Nicaragua , CEN, se pronunció sobre la construcción del Gran Canal Interoceánico cuyo obra gigantesca será levantada próximamente por la empresa de China Continental, HKND, y el gobierno de Nicaragua. Los obispos afirman que se debe de hacer un estudio serio y científico a nivel ecológico de lo que denominan “gigantesco proyecto tecnológico”. He aquí el fragmento de la exposición relativo al Gran Canal:

9. En nuestro país se pretende actualmente realizar un gigantesco proyecto tecnológico, que si quiere alcanzar el fin que asegura pretender conseguir, debe realizarse con un profundo sentido de responsabilidad de quienes lo promueven, primero ante Dios y ante la propia conciencia, pero también ante los pobres, ante las generaciones futuras y ante toda la humanidad (cf. Caritas in veritate, 48). Si este mega proyecto que afectará tan radicalmente la convivencia humana y el ambiente natural del país, quiere ser una verdadera obra de progreso a favor del bien común de Nicaragua, debe llevarse a cabo con visión de nación, con fundamento científico y perspectiva de desarrollo sostenible.

10. No entramos aquí en toda la problemática de tipo constitucional, jurídica, y tecnológica de tal proyecto, pues «la Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer» (Centesimus Annus, 43) y no pretende tampoco «de ninguna manera mezclarse con la política de los Estados» (Populorum Progessio, 13). Nos preocupa ciertamente la dimensión ecológica de este proyecto. Compartimos plenamente la convicción del Papa Francisco, quien desde el primer día de su ministerio invitó a los responsables de las naciones a que fueran «custodios de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del medio ambiente» (Homilía de inicio de pontificado, 19.03.13), y ha enseñado que «uno de los desafíos más grandes de nuestra época es convertirnos a un desarrollo que sepa respetar la creación» (Discurso al mundo laboral y de la industria, Universidad de Molise, 5.07.14). Sin embargo queremos manifestar 4 como pastores sobre todo nuestra preocupación por la gente, por el pueblo, por nuestras comunidades.

11. Nos preocupa el pueblo, los campesinos pobres y los medianos productores de la zona afectada por este proyecto, quienes viven con zozobra e incertidumbre de cara al futuro: no tienen certeza de que recibirán el precio justo por sus tierras; saben que pueden ser víctimas de desplazamientos forzosos; no saben adónde irán, pues no se conoce un plan de ordenamiento territorial que les asegure una organización laboral y social digna; sufrirán un radical desarraigo cultural y económico del mundo rural y laboral en que han vivido y perciben muy pocos y escasos beneficios para ellos. No dejamos de manifestar también nuestra preocupación pastoral a causa de la situación cultural y religiosa que puede crearse a causa de este mega proyecto en la zona afectada y en todo el país: el impacto debido a la presencia masiva de personas ajenas a nuestra cultura, historia, tradiciones y convicciones religiosas; las crisis y rupturas que se pueden presentar en tantas familias debido a los desplazamientos; los traumas psicológicos que este proyecto ya está causando debido al temor y a la incertidumbre en ancianos, niños y jóvenes; la determinación firme de la población afectada a defender sus territorios y la soberanía nacional, a cualquier costo, lo que podría desatar indeseados conflictos armados; etc.

12. Este proyecto sería un bien para el país sólo a condición de que se hagan serios y profundos estudios científicos que aseguren la factibilidad de la obra a nivel ecológico y económico, que se actúe con la debida transparencia y legalidad, que se ofrezca la suficiente información verídica a la población, que se promuevan debates abiertos con diferentes sectores sociales y científicos y, sobre todo, que se respete el derecho y la dignidad de las poblaciones más directamente afectadas. Esto exige racionalidad científica e integridad moral, mucho diálogo y total transparencia; pero sobre todo recta conciencia y espíritu de caridad. «El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y políticos que sientan fuertemente en su conciencia el llamado al bien común» (Caritas in veritate, 71). Requiere sobre todo poner a la persona humana en el centro de todo. No hay que olvidar que no basta progresar desde el punto de vista económico y tecnológico. Hay que tener presente que la riqueza puede crecer en términos absolutos y hacer que aumenten las desigualdades sociales. La misma historia enseña que salir del atraso económico, algo en sí mismo positivo, no soluciona necesariamente la problemática compleja de la promoción del ser humano, que puede, no sólo volver a ser víctima de antiguas formas de explotación, sino de nuevas formas de crecimiento económico injusto, marcado por desviaciones y desequilibrios a causa de intereses geopolíticos y corporativos, que no se interesan ni por el derecho ni por la dignidad de las personas y de las comunidades (cf. Caritas in veritate, 22-23).



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