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OPINION
La Jornada
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Gordon Brown y Raúl Castro
Ambos no tienen la oratoria y el carisma de sus predecesores, pero si son muy buenos administradores
POR ISAAC BIGIO
ACTUALIZADO: 3 DE MARZO DE 2008

Ambos son dos nuevos mandatarios “socialistas” que recientemente han llegado a liderar a sus respectivos países, los cuales están en las orillas geográficas e ideológicas opuestas del Atlántico. Si bien los rojos británicos y cubanos se vanaglorian de haber implantado eficientes sistemas de educación y salud gratuitos, ambos ocupan la trinchera opuesta en relación a Bush. Mientras el gobierno laborista es su principal aliado mundial, el castrista es su mayor detractor.

Antes de llegar a ser jefes de sus respectivos gobiernos Raúl Castro y Gordon Brown fueron durante mucho tiempo la segunda figura del partido izquierdista en el poder. Raúl fue el vicepresidente de Fidel Castro desde 1976 y luego a fines del 2006 le remplazó “transitoriamente”. Brown fue el “canciller” (jefe del tesoro) de Blair desde el primer día en que éste llegó al premierato en mayo 1007. El hermano de Fidel le remplazó en el cargo 8 meses después que Brown substituya a su socio Tony Blair como primer ministro.

Londres ha saludado el cambio en La Habana expresando sus votos para que ésta se vaya “democratizando”. No obstante, como veremos en este artículo, Gordon y Raúl han llegado al comando de sus naciones sin que ninguno de ellos haya pasado por una elección popular tanto a nivel del país como de su propio partido.

El Castrismo

El sistema cubano es exclusivo en todo Occidente pues tiene una economía nacionalizada y planificada y un modelo de partido comunista único. Mientras que en el resto del hemisferio hay mercado y elecciones, en esta isla ambos están supeditados. En Cuba se restringe a la empresa privada y a la capacidad del dinero para comprar propiedades (pues, sigue siendo, esencialmente una unidad de cambio para adquirir productos básicos o para registrar transacciones). Allí también hay comicios pero en estos solo pueden participar candidatos que no llamen a subvertir el monopolio del poder del partido oficial.

Para el castrismo esta es una democracia socialista. Esto, aunque la mayoría de las democracias multi-partidarias y una parte de los socialistas ortodoxos cuestiones sus credenciales.  Para las primeras Cuba tiene una autocracia pues la población no tiene derecho a votar por diferentes partidos que ofrezcan distintos programas o planes de gobierno y el régimen persigue a sus opositores. Para los segundos la revolución viene retrocediendo hacia el mercado y creando una nueva oligarquía que está aumentando las desigualdades, por lo que éstos proponen desburocratizar e internacionalizar el proceso.

En Cuba el presidente ha sido acordado en reuniones de dirigentes del Partido y ello ha sido refrendado en una Asamblea Nacional. Este mecanismo difiere del resto de repúblicas americanas donde el presidente es elegido mediante elecciones masivas bajo sufragio universal y secreto. También no es lo mismo que el que Lenin propuso en “El estado y la revolución” donde planteó que el Estado debería irse disolviendo y que los líderes deberían ser electos y revocables en asambleas de base.

 Los castristas, sin embargo, defienden su modelo argumentando que en el resto del hemisferio los jefes de Estado son monarcas hereditarios o presidentes que obedecen a la “dictadura del dinero”; que su líder ha tenido siempre (durante sus 49 años en el poder) un gran respaldo popular (que no lo tienen muchos gobernantes “demócratas”); que el lugar donde más se violan derechos humanos en su isla es en Guantánamo donde acusan a EEUU de torturar a sus prisioneros; y que se requiere de cierto monolitismo para evitar que EEUU y sus “gusanos” vuelvan a ser de sus isla el “burdel de América”.

Para muchos socialdemócratas y liberales Cuba viene haciendo una suerte de “monarquía roja” en la cual la jefatura del Estado se hereda entre hermanos y el castrismo castra a las libertades y derechos humanos. Para la extrema izquierda Cuba debería tener una “dictadura del proletariado” pero los Castro vienen fomentando una nueva casta o clase de ricos y creando otra “dictadura sobre el proletariado”. La mayor parte de los gobiernos de Europa y las Américas quisiera que Cuba “evolucione” gradual y pacíficamente hacia una democracia multi-partidaria con “libre empresa”. Sin embargo, hay quienes proponen un cambio violento tipo Europa del Este para generar un capitalismo liberal (tal cual desea gran parte de los exiliados cubanos en Miami) o una “revolución anti-burocrática” que “impida el regreso del capitalismo” y “retorne al camino de Lenin o del Ché” (como postulan algunos marxistas).

El Partido Comunista, no obstante, rechaza todo ello pues asegura que si se rompe su modelo la Cuba post-Castro podría seguir la senda de Yugoeslavia post-Tito y  entrar a una terrible guerra civil. La Habana preferiría seguir la ruta de China y Vietnam de mantener el control del partido comunista aunque hagan concesiones al mercado y tal vez a cierto pluralismo ideológico.

El laborismo

A pesar que el Reino Unido plantea que Cuba se torne una democracia, esta monarquía no elige a su Jefe de Estado ni a su Cámara Alta. Fidel Castro (el caudillo de Cuba desde 1959) y Elizabeth II  (reina británica desde 1952) han sido los jefes de Estado que más han durado en su cargo en todo Occidente. Mientras el primero justifica su posición por haber comandado una “revolución popular”, la segunda lo hace por los derechos de su familia.

Si bien algunos sectores laboristas quisieran que Gran Bretaña tenga un jefe de Estado y un senado electos, su partido (tras casi 11 años en el poder)  se ha limitado a querer darle un aire más “moderno” a la monarquía mientras que su reforma de la Casa de los 738 Lores sigue sin trastocar el hecho que su potencia es la única donde todos los miembros de la Cámara Alta han sido designados y no electos.  

La Cámara de los Comunes tiene 646 miembros cada uno de los cuales es electo representando a un distrito. Con este sistema uninominal el ganador en cada parte se queda con todo. Así en las elecciones del 2005 el laborismo obtuvo un 35% de los votos en todo el Reino Unido pero se quedó con el 55% del parlamento, con lo cual puede gobernar sin hacer coaliciones o concesiones.

Tony Blair lideró abiertamente a su partido en las tres elecciones consecutivas que el laborismo ganó (1997, 2001 y 2005) y él llegó a la jefatura de su partido en el 2004 tras ganar sus elecciones internas compitiendo con dos rivales (John Prescott y Margaret Beckett, quienes luego le servirían en su gabinete).

En cambio Gordon Brown llegó a ser líder de su partido y luego de su país sin que medie ninguna elección. Adentro del laborismo él logró evitar que haya cualquier proceso de votación interna pues una serie de cláusulas impidieron que se postularan dos parlamentarios de su ala izquierda (e incluso tras que ambos acordaron unirse en la candidatura de John McDonnell).

Una vez que Brown fue coronado como líder de su partido entonces el 55% del parlamento que el laborismo controla le daba carta blanca para que él remplace a Blair. Brown, a su vez, tomó su cargo no en un evento público y dando un discurso ante la nación, tal cual lo hizo Raúl Castro o cualquier otro presidente americano, sino en una reunión a puertas cerradas con la reina, quien fue la que le confió el puesto.

Brown llegó al premierato británico el 27 de junio del 2007 y los dos principales partidos de oposición (conservadores y liberal-demócratas) le pidieron que él llamase a elecciones, pues las últimas habían sido realizadas hacía más de dos años (Mayo 2005) y en éstas la población había votado por el laborismo liderado por Blair quien prometió terminar todo su tercer mandato.

Cuando en sus primeros 100 días en el gobierno Brown vio que las encuestas le daban dos dígitos de ventaja sobre los conservadores, jugó con la idea de adelantar los comicios. Al final no lo hizo pues calculó que, si bien podía ganar éstas, lo haría con un margen menor de parlamentarios, cuando él constitucionalmente podría gobernar tranquilamente durante 34 meses más.

 Brown es el primer premier británico en muchas décadas que nunca ha pasado por una sola elección a nivel nacional. Llegar mostrando un partido unido fue algo que él planteó para poder contrarrestar a los “tories” y buscar aprovecharse de sus divisiones y rencillas internas.

Sin embargo, esa “homogeneidad”, si bien inicialmente trabajó en su favor, ha terminado conspirando contra Brown. Cuando el público se dio cuenta que él no quiso adelantar las elecciones por una maniobra política el desencanto empezó a crecer y éste se ha extendido a raíz de nuevas crisis y escándalos. El resultado es que con él por primera vez en más de 13 años un líder conservador ha sobrepasado al laborista en popularidad, y que la gente recién empieza a conocer lo que Brown quiere hacer pues sus planes de gobierno nunca fueron expuestos en debates o contiendas electorales. Como fruto de todo ello es que éste se está convirtiendo en una de las administraciones laboristas menos populares y que se está abriendo toda una serie de nuevas fisuras en la base electoral roja.

Para Mayo son las elecciones municipales. Si bien en Londres el actual alcalde Ken Livingstone tiene muchas posibilidades de obtener su segunda re-elección (gracias a su propio perfil e independencia del gobierno, que en un momento le expulsó del partido), el laborismo podría sufrir fuertes reveses en las distintas alcaldías distritales de dicha capital.

Raúl y Gordon

 El laborismo puede reclamar a los Castro que convoquen a elecciones. Sin embargo, en Cuba ya se dieron el 19 de enero del 2003 elecciones a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Esta instancia tiene 609 miembros electos por circunscripciones (algo similar a la de la cámara baja británica), aunque, a diferencia del Reino Unido, allí no hay una monarquía o casa de los lores que nunca han sido electas o un sistema de comicios multi-partidarios.

En Gran Bretaña muchos dirán que dado que tanto tiempo ha transcurrido desde esa elección sería bueno hacer una para dirimir quien ha de remplazar a Fidel, sin embargo, algo similar ocurrió con el traspaso del poder entre Blair y Brown.

Mientras los castristas dirán que en su país los jóvenes de 16 años votan (algo distinto al de la mayor parte del mundo donde la edad mínima para hacerlo es mayor) y que sus elecciones fueron más concurridas (pues más del 90% de la población votó en éstas), todos los grandes partidos británicos responderán que en éstas no hubo competencia de partidos, programas y alternativas de gobierno y que todo candidato debería haber pasado por una serie de filtros así como no atacar al sistema de partido único.  

Raúl y Gordon son figuras transitorias.  El primero cumplirá el 3 de junio 77 años de edad. El está a solo 3 años de llegar a la edad que tuvo su hermano cuando le cedió transitoriamente el poder y a 5 años de tener la que Fidel ahora tiene. Los Castro urgen preparar las condiciones para que un nuevo líder más joven les suceda y sepa mantener al modelo.

A Brown le queda solo casi dos años más en el cargo y todo indica que en las próximas elecciones generales británicas él no logrará mantener el actual número de parlamentarios que detenta el laborismo. Esto podría desembocar en una situación en la cual los “rojos” se quedaran en el poder pero debilitados ya sea con una leve o nula mayoría absoluta o teniendo que compartir el gobierno con otros (como los liberales), e incluso, también, que David Cameron les depusiese.

El futuro de ellos, además, está ligado a los comicios que en Noviembre tenga la mega-potencia que está a medio camino de ambos. Si en los EEUU gana McCain la Casa Blanca mantendrá el bloqueo y la hostilidad hacia Cuba y Londres irá haciendo ciertos limitados (aunque no grandes) distanciamientos. Si Obama lleva a los demócratas a Washington él buscará mejorar las relaciones con ambos (que hoy son duras ante La Habana y ya no tan cálida ante un Londres post-Blair).

Como hemos visto Gordon y Raúl pese a ser “socialistas” con estrategias muy distintas tienen en común haber llegado a liderar a sus naciones por haber sido largo tiempo los segundos en el poder y sin que medie ninguna votación popular. Ambos, además, tienen otro elemento en común. Los dos sienten la necesidad de hacer reformas pro-mercado que den incentivos a la inversión extranjera y que disminuyan el número de instancias estatales, aunque ello afecte una serie de beneficios sociales (los mismos que antes han servido para crear sus bases sociales de apoyo).

Raúl y Gordon comparten otro elemento en común. No tienen la oratoria y el carisma de sus predecesores, pero si son muy buenos administradores, calculadores y operadores de aparato.
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