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ACTUALIZADo 21 de mayo de 2009
Cambiando la mentalidad militarista de Obama
Desde el principio, me gustó Obama pero, la primera vez que me di cuenta de que era un político fue muy pronto, cuando Joe Liberman se presentó para la designación
por Howard Zinn
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Nosotros somos ciudadanos y Obama es un político. Puede que no os guste la palabra pero la realidad es así, es un político. También, desde luego, es otras cosas: es una persona sensible, inteligente, reflexiva y prometedora. Pero es un político.

Si tú eres un ciudadano, debes conocer la diferencia entre los políticos y tú: la diferencia entre lo que ellos tienen que hacer y lo que debes hacer tú. Y hay cosas que ellos no harán si tú les dejas claro que no tienen que hacerlo.

Desde el principio, me gustó Obama pero, la primera vez que me di cuenta de que era un político fue muy pronto, cuando Joe Liberman se presentó para la designación como candidato demócrata al Senado, en 2006.

Lieberman quien, como sabéis, era un belicista, se presentaba a la elección demócrata y su oponente era Ned Lamont, un candidato pacifista. Pues bien, Obama fue a Connecticut apoyó a Lieberman frente a Lamont.

Eso me desconcertó. Lo digo para ratificar que, sí, Obama era y es un político. Así que no debemos dejarnos arrastrar por la aceptación irreflexiva de lo que Obama hace.

Nuestra tarea es no darle un cheque en blanco o animarle simplemente. Estuvo bien apoyarle mientras hacía campaña para la presidencia pero no ahora. Porque queremos que el país cambie respecto a lo que ha sido en el pasado. Queremos romper rotundamente con lo ocurrido en el pasado.

Tuve un profesor en la universidad de Columbia, Richard Hofstadter, autor de un libro, The American Political Tradition, en el que pasaba revista a presidentes del país desde los Padres Fundadores hasta Franklin Roosevelt. Los había liberales y conservadores, republicanos y demócratas, y existían diferencias entre ellos. Pero él demostraba que los denominados liberales no lo eran tanto como la gente creía, y que la diferencia entre liberales y conservadores, y entre republicanos y demócratas, no era una diferencia sustancial. Existe un hilo común que enlaza toda la historia estadounidense, y todos los presidentes- republicanos, demócratas, liberales y conservadores- han seguido ese hilo conductor.

Este hilo tiene dos elementos: el nacionalismo y el capitalismo. Y Obama no está libre de esa intensa doble herencia. Lo podemos ver en las políticas que ha anunciado hasta la fecha, aunque lleva poco tiempo en el cargo.

Algunos podrían preguntar, “Bueno ¿ y qué esperaba?”

Y la respuesta es que esperamos mucho.

Y hay quien dice, “¿Qué pasa, es usted un soñador?”

La respuesta es sí, somos soñadores y lo queremos todo. Queremos un mundo en paz, un mundo igualitario, no queremos guerras, no queremos capitalismo, queremos una sociedad digna. Y lo mejor es aferrarnos a ese sueño porque si no lo hacemos, cada vez más nos veremos constreñidos por esta realidad que no nos gusta.

Tened cuidado cuando oigáis las alabanzas del sistema de mercado. La economía de mercado es lo que tenemos ahora. Que el mercado decida, dicen. El Gobierno no debe proporcionar asistencia médica gratuita; es el mercado el que decide.

Eso es lo que está haciendo el mercado, y por eso tenemos cuarenta y ocho millones de personas sin asistencia médica, porque el mercado lo ha decidido. Dejar todo en manos del mercado ha ocasionado que haya dos millones de personas sin hogar. Que el mercado decida: millones y millones de gentes no pueden pagar sus alquileres. El mercado ha llevado a pasar hambre a treinta y cinco millones de personas.

No se puede dejar todo eso en manos del mercado. Cuando se está afrontando una crisis económica como la que estamos sufriendo ahora, no se puede hacer lo mismo que en el pasado. No se puede inyectar dinero a las clases altas del país- y a los bancos y corporaciones- y esperar que después, de alguna manera, ese dinero fluya hacia abajo.

¿Qué fue lo primero que ocurrió cuando el Gobierno Bush vio que la economía estaba en problemas? Dedicó 700.000 millones para salvarla, y ¿a dónde fueron a para esos 700.000 millones de dólares? A las instituciones financieras causantes de la crisis.

Eso ocurrió cuando la campaña presidencial todavía estaba en marcha y a mí de dolió ver a Obama apoyándolo, respaldando ese enorme regalo a las corporaciones.

Obama debería haber dicho es: Espere un momento. Los bancos no son pobres de solemnidad. Los altos ejecutivos tampoco. Pero hay gente sin trabajo. Hay personas que no pueden pagar sus hipotecas. Tomemos esos 700.000 millones y démoslos directamente a la gente que los necesita. Démosles 1 billón, 2 billones de dólares. Que ese dinero vaya directamente a las personas que lo necesitan. Nadie sería desalojado. Nadie se quedaría con sus enseres en la calle.

Obama es posible que quiera dar un billón más a los bancos. Como Bush, no se lo va a dar directamente a los propietarios de viviendas. Pero a diferencia de los republicanos, Obama quiere también invertir 800.000 millones en su programa de estímulo a la economía, lo que es una buena idea- la idea en sí es buena. Pero si analizas con detalle el plan, se canaliza demasiado dinero a través del mercado, a través de las grandes empresas.

Ha concedido reducción de impuestos a las empresas con la esperanza de que contraten a gente. Y no, si la gente necesita trabajo, no le des dinero a las corporaciones con la esperanza de que quizás creen empleo: Da trabajo inmediatamente a la gente.

Muchos no conocen la historia del New Deal de los años 1930. El New Deal no llegó lo suficientemente lejos pero tuvo buenas ideas. Y la razón de que llegase a esas buenas ideas se debió a la enorme agitación que hubo en el país hasta el punto de hacer que Roosevelt reaccionase. ¿Qué hizo entonces? Dispuso de miles de millones de dólares y decidió que el Gobierno contratase a la gente. ¿Estás en paro? Pues el Gobierno tiene un trabajo para ti.

El resultado de aquellas medidas fue un montón de trabajos admirables llevados a cabo en el país. Varios millones de jóvenes fueron colocados en el Civilian Conservation Corps(1). Fueron por todo el país y construyeron puentes, carreteras, zonas de recreo e hicieron un trabajo notable.

El Gobierno creó un programa federal para las artes. No esperó a que el mercado lo hiciera. Puso en marcha el programa y contrató a miles de artistas desempleados: guionistas, actores, músicos, pintores, escultores, escritores. ¿Cuál fue el resultado? La producción de 200.000 obras artísticas. Hoy, en todo el país, hay miles de murales pintados por la gente del programa WPA(2). Se representaron obras en todo el país a precios muy bajos, para que la gente que nunca había visto una representación pudiera acceder a ellas.

Y eso es sólo una mínima parte de lo que se podría haber hecho. El Gobierno tiene que atender las necesidades del pueblo. El Gobierno no puede ceder la tarea de satisfacer esas necesidades a las corporaciones y a los bancos porque ellos no se van a preocupar por lo que necesita la gente. Sólo se preocupan de sus beneficios.

Durante su campaña, Obama dijo algo que me pareció muy acertado, y cuando alguien dice algo que está bien hay que recordarlo, porque puede ocurrir que luego no lo mantenga. Y hay que recordárselo.

Obama estaba hablando a la guerra de Iraq, y afirmó: “No se trata sólo de que tengamos que salir de Iraq”. Él dijo exactamente “salir de Iraq” y no debemos olvidarlo. Debemos seguir recordándoselo: Fuera de Iraq, fuera de Iraq, fuera de Iraq, pero no el próximo año, ni dentro de dos años, sino ya.

Pero escuchad la segunda parte. Su frase completa fue: “No es suficiente con salir de Iraq; tenemos que cambiar la actitud que nos condujo allí”.

¿Y cuál es la mentalidad que nos llevó a Iraq?

Es la que afirma que la fuerza servirá. Que con la violencia, la guerra y los bombardeos iban a llevar la democracia y la libertad al pueblo.

Es la mentalidad que considera que Estados Unidos tiene algún derecho divino para invadir otros países en su propio provecho. En 1846 llevamos la civilización a los mexicanos, y en 1898 la libertad a los cubanos. En 1900 llevamos la democracia a los filipinos, y vosotros sabéis el éxito que hemos tenido en llevar la democracia a lo largo del planeta.

Obama no ha cambiado su mentalidad de misionero belicista. Habla de enviar miles de soldados más a Afganistán. Es un tipo muy agradable y seguramente sabe algo de historia. Tampoco es necesario saber mucho para conocer la historia de Afganistán, donde durante décadas y décadas y décadas las potencias occidentales han tratado allí de imponer su voluntad por la fuerza: los ingleses, los rusos, y ahora los estadounidenses. ¿Y cuál ha sido el resultado? Un país arruinado.

Esa es la actitud que envía 21.000 soldados más a Afganistán y que dice, como ha hecho Obama, que debemos tener un ejército mayor. Cuando Obama lo dijo, mi corazón se encogió. ¿Para qué necesitamos un ejército más grande? Ya tenemos un enorme presupuesto militar. ¿Ha hablado Obama de reducir el presupuesto militar a la mitad o en una parte? No.

Tenemos bases militares en más de cien países. Sólo en Okinawa tenemos catorce bases militares. ¿Quién nos quiere allí? Los gobiernos, porque sacan beneficios. Pero el pueblo en realidad no quiere que estemos allí. En Italia ha habido multitudinarias manifestaciones contra el establecimiento de una base militar estadounidense. Y lo mismo ha ocurrido en Corea del Sur y en Okinawa.

Una de las primeras medidas del gobierno Obama ha sido enviar misiles Predator para bombardear Pakistán. Ha muerto gente pero ellos afirman: “Nuestras armas son muy precisas porque tenemos lo último en equipamientos. Podemos hacer diana en cualquier lugar y golpear sólo donde queremos”.

Es la mentalidad del obstinación tecnológica. Efectivamente, ellos pueden decidir que van a bombardear una casa determinada. Pero hay un problema: Ellos no saben quienes están en la casa. Pueden atacar un coche con un misil desde una gran distancia pero ¿saben quién está en el coche? No.

Y después, cuando los cadáveres se sacan del coche, o de la casa, dicen: “Bueno, había tres sospechosos de terrorismo en esa casa, había otras siete personas asesinadas, entre ellos dos niños, pero hemos liquidado a tres supuestos terroristas”.

Pero daos cuenta de que la palabra es “sospechosos”, y que la verdad es que ellos no saben quienes son los terroristas.

Así que, tenemos que cambiar la mentalidad que nos ha llevado a Iraq pero tenemos que identificar esa actitud. Y Obama tiene que ser obligado por el pueblo que le ha elegido, por la gente entusiasta con él, a abandonar esa actitud. Somos los únicos que podemos decirle: “No, usted está equivocado con esa idea militarista de usar la fuerza para conseguir objetivos en el mundo. Así no conseguiremos nada, y seguiremos siendo un país odiado en el planeta”.

Obama ha hablado de un horizonte para este país. Tenéis que tener un proyecto, y ahora yo quiero decirle a Obama cómo debería ser ese proyecto.

El proyecto debería ser el de un país que guste al resto del mundo. Ni siquiera digo amado, algo que llevará tiempo conseguir. Un país no temido, que no provoque aversión, no odiado como lo somos ahora, sino una nación considerada pacífica porque hemos retirado nuestras bases militares de todos esos países.

No necesitamos gastar centenares de miles de millones de dólares en presupuesto militar. Tomemos todo ese dinero asignado a las bases militares y al presupuesto de defensa y- esto forma parte de la emancipación- usémoslo para que todo el mundo tenga asistencia médica gratis, para garantizar empleo a quienes no lo tienen, para abonar el pago de los alquileres a todos los que no pueden pagarlo, para construir centros de atención a la infancia.

Usemos ese dinero para ayudar a otros pueblos del mundo y no para lanzar bombas sobre ellos. Cuando ocurran catástrofes, necesitan helicópteros para trasladar a las gentes de las zonas inundadas y de las zonas devastadas. Necesitan los helicópteros para salvar vidas, pero los helicópteros están en Oriente Próximo bombardeando y ametrallando a los pueblos.

Lo que se necesita es un cambio total. Queremos un país que utilice sus recursos, su riqueza y su fuerza para ayudar a las personas y no para hacerles daño. Eso es lo que necesitamos.

Es un proyecto que tenemos que mantener vivo. No deberíamos sentirnos satisfechos fácilmente y decir: “Está bien, démosle un respiro. Obama merece respeto”.

Porque no se respeta a alguien al darle un cheque en blanco. Lo respetas cuando lo tratas como a un igual, y como a alguien a quien puedes dirigirte y alguien que te escucha.

Obama no sólo es un político, lo peor es que está rodeado de políticos. Y a algunos los ha elegido él mismo. Ha elegido a Hillary Clinton, a Lawrence Summers(3); ha elegido a gentes que demuestran que no hay intención de romper con el pasado.

Somos ciudadanos y no podemos colocarnos en la actitud de mirar el mundo a través de sus ojos y decir: “Bueno, tenemos que aceptar compromisos, tenemos que hacer esto por razones políticas”. No, nosotros debemos hablar claro.

Esa fue la actitud de los abolicionistas antes de la Guerra Civil, cuando la gente decía: “Tienes que verlo desde el punto de vista de Lincoln”. Porque Lincoln no consideraba prioritaria la abolición de la esclavitud. Pero el movimiento anti-esclavitud sí, y los abolicionistas contestaron: “No vamos a aceptar el punto de vista de Lincoln. Vamos a exponer nuestra propia posición, y lo vamos a hacer con tanta fuerza que Lincoln tendrá que escucharnos”.

Y el movimiento contra la esclavitud se extendió tanto y se hizo tan fuerte que Lincoln tuvo que hacerle caso. Así se consiguió la abolición de la esclavitud y las decimotercera, decimocuarta y decimoquinta enmiendas [a la Constitución].

Esa ha sido la historia de este país. Cuando se ha progresado, cuando se ha reparado cualquier clase de injusticia, ha sido porque el pueblo ha actuado como ciudadanos y no como políticos. No se limitaron a quejarse, sino que trabajaron, se movieron, se organizaron, se sublevaron cuando fue necesario para atraer la atención sobre su situación de los que estaban el poder. Y eso lo que tenemos que hacer en la actualidad.

* Transcripción de una charla de Zinn el 2 de febrero en el restaurante Busboys and Poets de Washington, adaptada por Alex Read y Matt Korn.

(*)Howard Zinn es autor de “A People’s History of the United States”, “Voices of a People’s History (con Anthony Arnove) y “A Power Governements Cannot Supress”.

 

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