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actualizado 21 de diciembre 2010

El reto de afrontar el cambio climático
Los países avanzados y con mayor grado de desarrollo, contaminan cada vez más
Por Gustavo Adolfo Vargas

En medio de pobres expectativas, se desarrolló la XVI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático, en Cancún (México), la cual tuvo lugar del 29 de noviembre al 11 de diciembre de 2010, organizada por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc), organismo que instaura conferencias anuales desde 1995. En esta oportunidad tenía como objetivo concluir un acuerdo jurídicamente vinculante sobre el clima a implementarse a partir de 2012, luego de la fallida Conferencia de Copenhague de 2009.

El nombre oficial de la reunión fue “16ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” (COP 16), sirviendo asimismo como 6ª Conferencia de las Partes del Protocolo de Kyoto. Los medios se refirieron a dicha conferencia como Cumbre del clima 2010.

Antes, en Cochabamba, Bolivia, del 19 al 22 de abril, se efectuó la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, participaron más de treinta y cinco mil (35.000) delegados de movimientos sociales y organizaciones provenientes de ciento cuarenta (140) países.

Ahí, elaboraron el Acuerdo de los Pueblos y las conclusiones fueron presentadas al Secretario General de la ONU para ser consideradas en la Conferencia de Cancún (México), pero las expectativas no se cumplieron, ya que el mismo Evo Morales reconoció que fueron desestimadas por Ban Ki-Moon.

Los países miembros (192) en la Conferencia de Cancún, debían acordar el segundo periodo de compromisos de reducción de emisiones de los países desarrollados bajo el Protocolo de Kyoto, lo cual pone de manifiesto que su futuro está en juego, y lejos de tomar en cuenta las propuestas de todas las partes realizadas durante el proceso de negociaciones, fue minimizada la urgencia de asumir los compromisos y el principio fundamental de responsabilidades comunes.

Estaban obligados a modificar las prioridades, situando a la mayoría de las personas en primer lugar (no sólo a algunas), y conciliar los mecanismos para la transferencia de dinero y recursos de los países enriquecidos (causantes del cambio climático) a los empobrecidos (los que sufren más los efectos del mismo).

Igualmente, debieron negociar la creación de un sistema de financiamiento global, optando por una nueva arquitectura institucional para la Convención, que pudo ser la extensión del Protocolo de Kyoto o la creación de un nuevo Tratado.

Para los países en desarrollo, la compensación de carbono no tiene ningún beneficio, pues sólo favorece a los inversores privados y a los principales contaminantes, permitiéndoles obviar sus compromisos de reducción de emisiones. La población mundial tiene muy poco tiempo para que se produzcan estos cambios vitales para proteger y preservar nuestro planeta.

Veinte años lleva la comunidad internacional diagnosticando el problema y buscando soluciones para impedir el avance del calentamiento global, a pesar del “climagate” y de la difusión de ideas que sostienen que es parte del proceso natural del planeta.

Los países avanzados y con mayor grado de desarrollo, contaminan cada vez más, pues compran cuotas a los menos industrializados. China en el primer grupo y Estados Unidos de América en el segundo, ni siquiera son parte del protocolo. Además, en 2012 expira dicho acuerdo, en otras palabras, si no hubo un nuevo tratado o acuerdo vinculante, el mundo se queda sin armas políticas para luchar contra el fenómeno.

Asimismo, la Cumbre del Clima de Cancún, México, perseguía respuestas comunes al deterioro de nuestro medioambiente para contrarrestarlo, no adoptando medidas que constituyan una discriminación injustificable o una velada restricción del comercio internacional como pretexto.

En Copenhague, unos 150 jefes de estado y de gobierno solamente lograron una declaración relativa al cambio climático, la que no fue rubricada por varios países presentes señalando una especie de maniobra secreta entre los grandes contaminantes y países llamados emergentes para impedir un acuerdo vinculante (la declaración fue adoptada en una sala con representantes de Brasil, China, India, Sudáfrica y USA).

Aunque parezca muy obvio hay que repetirlo: los Estados Unidos no tienen ninguna voluntad real para someterse a acuerdos vinculantes. Es el principal emisor del mundo per cápita o por unidad de producto bruto, con una economía muy intensiva en energía y una generación de electricidad que sigue basándose esencialmente en el carbón (el más contaminante de los combustibles fósiles). China y los Estados Unidos generan el 50% de las emisiones de gases y ninguno está obligado por ningún tratado a reducirlas.

Según el documento adoptado en Cancún, provee herramientas importantes que deben ser usadas indudablemente, redoblando esfuerzos para estar a la altura de los imperativos científicos y no afectar la meta global de llegar a acuerdos que eviten el incremento promedio de la temperatura mundial de los 2 grados Centígrados.

Desde el punto de vista del contenido de los acuerdos adoptados a última hora, lo aprobado es bastante débil. Se dieron pequeños avances, pero no es suficiente para salvar al planeta, uno de ellos referido a la continuidad del Protocolo de Kyoto.

En las previsiones acordadas en esta cumbre figuraron, entre otras, la creación de un Marco de Adaptación para mejorar la manera en que se afrontan los desastres naturales y un comité que brindará asesoramiento técnico en el tema.

Supuestamente la Cumbre de Cancún concluyó con una victoria de los países desarrollados y emergentes, adoptando el compromiso de entregar 30.000 millones de dólares de financiamiento inmediato y movilizar otros 100.000 millones a partir de 2020, para atender las necesidades de los países en desarrollo, pero se desconoce cuáles serán las reglas de operación.

Al parecer consensuaron una serie de medidas concretas, entre ellas: elevar los objetivos de reducción de emisiones de gases causantes del efecto invernadero; y, la creación de un Fondo Verde Climático, aunque existe la incógnita de cómo se va a canalizar el dinero que deberán aportar los países desarrollados para el mencionado Fondo Verde.

En resumen, no se avistó respuesta concreta en torno al reto de afrontar el cambio climático acorde a la dimensión del peligro que implica para la subsistencia de la especie humana y demás seres vivientes de nuestro planeta.

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