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actualizado 7 de diciembre 2010

El País de las Maravillas: Wikileaks
La mentira nunca vive hasta llegar a vieja
Por Sofía Montenegro

¡Qué bochorno!

Ese calor sofocante que enrojece el rostro cuando algo molesta y avergüenza, es el que ha de estar sintiendo la diplomacia norteamericana tras el monumental destape de los más de 250 mil documentos del Departamento de Estado hecho por Wikileaks y publicado por cinco de los más serios y prestigiosos diarios del mundo, que permite acercarse a lo que francamente piensa Estados Unidos de los demás. El temerario y tozudo Julian Assange, es el artífice de esta burla al poder y al secretismo, convirtiendo al portal de filtraciones en un mediador que fiscaliza la política tras bambalinas de la principal potencia del mundo. Wikileaks fue el que filtró a principios de año el video de una brutal matanza de civiles en Irak y después los papeles de Afganistán, en el que se reveló la muerte de 20 mil afganos. Ha golpeado la mesa de los políticos pero también la de los medios, sobre la necesidad de transparentar lo que ocurre en el mundo, por encima del ruido y la banalidad hipercomunicacional producida por la aceleración de las nuevas tecnologías. Los cinco periódicos ratificaron con la publicación de la información, que no es su obligación proteger a gobiernos o políticos de situaciones bochornosas, sino que se deben al derecho de los ciudadanos a saber lo que hacen y no dicen sus gobernantes.

Crónicas diplomáticas

“La pesadilla del diplomático, es el sueño del historiador” dijo el diario inglés The Guardian, señalando que lo normal es que el historiador tenga que esperar décadas para tener acceso a esta visión interna acerca de personajes, acciones y acontecimientos, narradas desde el sobaco de la confianza por unos cronistas políticos especiales. Si bien la mayoría de la información filtrada no tiene nada del otro mundo, pues muchas de ellas son lugares comunes en la opinión pública mundial (“Chávez esta loco”, “En Honduras hubo golpe de Estado”, “Berlusconi hace fiestas salvajes”, “hay que detener a Irán”), lo interesante es que son relatos de primera mano a veces escritos con agudeza y buena prosa sobre otros líderes políticos y países. Los retratos de algunos personajes no tienen desperdicio y son hasta chistosos: un Berlusconi inepto y vanidoso, un Ghadaffi hipocondríaco y narcisista que se inyecta botox, Putin como Batman y el presidente de Rusia como Robin. Ya se puede uno imaginar lo que van a decir las crónicas sobre Nicaragua. Con declaraciones como las de Edén Pastora de que “la soberanía es cuestión de machos” está claro que el bochorno es para los nicas. Le ha ahorrado el trabajo a la Embajada con este autorretrato: “Yo no soy mujeriego, soy preñador… si no fui el mejor padre, fue por ser el mejor patriota. Diez mujeres me han dado 21 hijos en Costa Rica, México, Honduras… En eso he sido internacionalista”. Seguro que Doña Hillary no dará crédito a sus ojos cuando lo lea.

Gol al portero

El gobierno de Estados Unidos ha calificado las revelaciones de Wikileaks como “un ataque a la comunidad internacional” y ya hay voces que demandan la persecución de Julian Assange y de Wikileaks. El asunto es que las filtraciones realizadas están en la categoría de información pública, o sea, referida a todos los actos públicos políticos que conciernen al interés general. La información pública tiene el propósito que la sociedad ejerza la función crítica y control sobre el aparato estatal, que exista un Estado democrático y que la sociedad se autogobierne. El acceso a esta información es indispensable para la transparencia y permite valorar el carácter de las decisiones político-administrativas y su impacto, mientras que la falta de ella alimenta la corrupción. Así, cuando el Estado no rinde cuentas, oculta la información o miente y la prensa falla en su rol de fiscalización, el recurso de las filtraciones parece inevitable. Tal vez si el gobierno de Bush no hubiera mentido al mundo sobre las inexistentes armas nucleares de Irak para lanzar la invasión y la prensa norteamericana no hubiera aceptado cubrir la guerra de Irak con los periodistas “incrustados” en las tropas, a lo mejor los ciudadanos no hubieran tenido que meterle este gol, tipo Barsa, a la portería del Estado.

Nicaleaks

En Nicaragua, donde el acceso a la información pública es inexistente pese a lo que dice la ley y donde la estrategia del gobierno es la incomunicación, el secretismo y una agenda informativa de verdad absoluta e “incontaminada”, ciudadanos y funcionarios han venido creando lo que podría llamarse “nicaleaks” en apoyo a la prensa nacional, como mecanismo para combatir la corrupción, los abusos y la injusticia. Y el ciudadano de la calle tiene, a falta de Internet, su propio portal de la imperecedera “radio bemba”. Y es que la información aumenta la libertad de los ciudadanos, puesto quien carece de ella en realidad no puede ejercer la capacidad de elegir o discernir. Tampoco hay sociedad democrática sin opinión pública madura, razonante y responsable. De ahí que ante el cierre de la información pública, el cinismo y las mentiras oficiales, las filtraciones sean un síntoma de buena salud de la opinión pública. Los “nicaleaks” demuestran la inutilidad de la estrategia de desinformación del orteguismo, puesto que ni los datos oficiales ni sus funcionarios tienen credibilidad y al final hay suficiente capacidad en la sociedad para levantar su información, construir datos, hacer su análisis y divulgarlo. De nada le ha servido al gobierno su “estrategia de comunicación” para ocultar el robo de las elecciones, los Albanegocios, la compra de partidos o diputados, o a Roberto Rivas, para esconder el avión que se compró con fondos públicos. Es que la realidad es más testaruda que cualquier discurso y como dijo Sócrates, la mentira nunca vive hasta llegar a vieja.

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