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actualizado 29 de noviembre 2010

La mirada de los otros
“la tercera es la vencida”, es una reverenda mentira...
Por Rodrigo Solís

Mi amigo Eutimio Estrella, el escritor que más admiro y respeto, me ha dicho que no debo sentirme un fracasado, o mejor dicho, un perdedor solitario; que para estas fiestas decembrinas planea visitarme en Mérida, para que juntos imprimamos una foto de John Kennedy Toole, le pongamos unas veladoras y le recemos al santo patrono de los escritores rechazados, ya que él mismo ha sido rechazado esta semana por una editorial bajo el pretexto de “no sabían si mi libro iba a vender o no”.

Mi amiga Elsa Covarrubias, magistral ensayista y virtuosa músico, me ha regañado en no pocos correos electrónicos diciendo que deje de sentir lástima por mí mismo, que deje de lloriquear y quejarme cómo una niña, que si me decepciono por el primer rechazo editorial en mi primer intento de publicar una novela entonces no estoy hecho para ser escritor. En respuesta le he dicho que bueno sería si me hubieran rechazado solo una vez, ya que la realidad es otra: las editoriales que me han rechazado no podrían contarlas con los dedos de las manos y los pies ni los hermanos siameses Ronnie y Donnie. Mi amiga me consuela diciéndome que tiene un amigo en una editorial muy buena, pero que, a fuerza de ser sincera (Elsa es de las pocas que ha leído mi novela, o al menos, gran parte de ella), cree que también me rechazarán, ya que la editorial publica solo dos libros al año, y no solo eso, también cree que me darán negativas en todas las editoriales de las ligas mayores, porque hasta donde ha avanzado en mi novela, cree que la primera parte, donde relato toda mi infancia, es genial, que no debo cambiarle ni una coma, sin embargo, a raíz de cierto punto, decidí meter mucha paja, es decir, contarlo todo, en especial una horrenda historia donde tengo, o mejor dicho, el personaje tiene relaciones carnales con una gorda, lo cual hace de la novela, además de repugnante, demasiado larga. También cree que el título que elegí es insípido, bien haría cambiándolo.

Mi chica cada vez está más triste de ver el panorama tan negro que se cierne sobre mí. Más sin embargo, la percepción que tiene sobre mi persona permanece intacta. Ella tiene la disparatada idea de que soy su príncipe azul que la rescatará de su enloquecida familia. Que seré un gran y famoso escritor, y que a punta de vender libros voy a costear y sostener su elevado ritmo de vida (incluida su operación de culo como el de Ninel Conde), que por el momento, ella costea de su propio bolsillo llevándome a cenar a mis restaurantes favoritos, pagando las entradas del cine a todas las películas que quiero ver, etcétera.

Elsa, mi amiga escritora y músico, me ha pedido una ficha biográfica. Me ha dicho en tono de urgencia (al parecer verá a su amigo editor) que no me demore en enviársela, que no finja demencia o ignorancia argumentando que no sé qué es eso, por ello, ha tenido el detalle de decirme todos los puntos que debe llevar una ficha biográfica, para más referencias, abrir cualquier novela que esté leyendo ahora y mire en la solapa del libro donde vienen los datos del autor.

Reviso algunos libros que tengo a la mano, por suerte Pedro dejó varios olvidados en casa el fin de semana pasado, de lo contrario, tendría que echar mano a los libros Deseo, Bianca, Jazmín y demás revistuchas seudo eróticas que esconde mamá en su buró. Con horror descubro que todas las biografías, además de ser impresionantes (todas enumeran una serie interminable de galardones), están escritas en tercera persona. ¿Acaso debería ser yo quién escriba mi propia ficha biográfica? La respuesta es un no rotundo, a menos que quiera alzarme con el trofeo al Hombre Patético del Año. Entonces pienso: ¿Acaso mi novela no es una autobiografía de más de 400 páginas? La respuesta es un sí contundente, lo que me lleva a pensar que en realidad soy un hombre afortunado, pues gracias a las editoriales nadie más que unos pocos verán el patetismo de un escritor tratando de salir del anonimato.

Lo único que vale la pena en mi vida es mi chica. Eso lo tengo clarísimo. No en balde, a partir de diciembre o enero, empezaré a recibir dinero (más que el que he recibido en ningún otro trabajo) por escribir su biografía. Lo que deja claro que solo un gobierno irresponsable como el que tenemos habría subsidiado con el dinero de los contribuyentes este absurdo.
Un capítulo de la novela, pienso mientras Selva se monta a horcajadas aprisionándome con sus rodillas las manos, será lo que está ocurriendo en estos momentos delante de mis ojos.
-No puedo creer que te hayas masturbado –dice.
Me excuso diciendo que fue la calentura del momento. Que soy victima de la inmediatez, de la tecnología. De los piratas cibernéticos que filtran sus páginas lascivas cada que quiero investigar o corroborar algún dato en Google mientras escribo.
-Esa leche me pertenece –dice y se toca entre las piernas-, va aquí.
Con la boca abierta pienso que mi mayor fantasía de adolescente se ha cumplido. Vivir perpetuamente en una película porno. Incluidos los diálogos.
-Para eso tienes vieja –dice-, ¿me oyes?, prohibido andar viendo putas en la computadora. ¿Acaso este par de tetas no son iguales a las tetas que ves en las pornos?
Como un becerrito muevo la cabeza de arriba hacia abajo mientras Selva me reclama, me saca cuentas.
-Andas muy masturbador últimamente –dice-, la semana pasada también te la jalaste, y hace dos cogimos viendo una porno.
Mi chica se me queda mirando, me aprieta con una mano la entrepierna.
-Que no se te olvide quien es la dueña –dice.
Mientras ahogo un grito pienso que cualquier sacrificio es necesario para no perderla.

Rodrigo Solís nació el 28 de Enero de 1980. Se licenció en Administración de Empresas en el Instituto Tecnológico de Mérida por 3 razones: uno, porque le dijeron que era una carrera fácil (mentira) y porque era la carrera por excelencia para las personas que no sabían qué hacer con su vida (verdad); dos, para evitarle un paro cardíaco a su papá con más gastos que hicieran aun más evidente su bancarrota (en mitad de la carrera su papá murió fulminado por un derrame cerebral, nunca supo que su hijo era escritor); tres, para ir en contracorriente de su mamá que quería que se enrolara en la universidad Marista con los hijos de sus amigas de la Cruz Roja y/o cacatúas de las mutualistas quincenales, y de tal suerte volverse una viuda feliz.

Durante poco más de 3 años trabajó en un corporativo transnacional, los 3 años más horribles de su vida. Renunció a su glamoroso puesto de gerente de ventas (puesto que obtuvo no a su habilidad en los negocios sino a su amistad con el hijo del dueño, quien veía con fascinación que su empleado escribiera en horas de trabajo) argumentando que necesitaba escribir una novela de lo contrario temía terminar aventándose dentro de un molino triturador de envases de plástico PET. Novela que lo llevó al exilio y le tomó más de 5 años escribir y que ahora ninguna editorial se anima a publicar.

Antes de ser escritor intentó ser futbolista profesional. Fracasó en tres ocasiones, dejando en evidencia que el dicho “la tercera es la vencida”, es una reverenda mentira. Y que las proezas a la persistencia solo ocurren en películas americanas tipo Rudy e Invincible.

Para ganarse la vida mientras escribía su interminable novela fue maestro de una universidad, sin duda (palabras del autor), la universidad más mediocre de México, pues solo la universidad más mediocre de México le daría trabajo y la responsabilidad de enseñar en más de tres licenciaturas. Dato curioso o para pagar sus deudas: también fue entrenador del equipo de fútbol de la universidad (en su curriculum mintió diciendo que había jugado profesionalmente), equipo que nunca llegó a disputar un solo partido en la liga ya que jamás logró reunir a más de 8 elementos sobre la cancha los sábados por las mañanas.

En materia literaria ha colaborado en periódicos, revistas, pasquines y blogs de poca monta y/o dudosa reputación, todas ediciones de provincia y sin cobrar un centavo. La única vez que apareció un texto suyo en un medio nacional recibió amenazas de muerte y/o rotura de madre por parte del gobierno y ciudadanos campechanos amantes de sus tradiciones y costumbres. También ha publicado en periódicos, revistas y páginas de Internet en España y toda Latinoamérica (excepto Brasil, Chile y Uruguay).

La escritura no le ha granjeado fama y fortuna, y por obvias razones nunca ha ganado ningún premio literario, salvo el valioso precio a su cabeza que puso el club de fans de Michael Jackson más rocambolesco de Latinoamérica, el veto a toda beca y/o premio literario que le impuso el licenciado Cara de Sapo (achichincle del Instituto de Cultura de Campeche), la expulsión de la ciudad amurallada provocada por los matones del Rey de los Puteros, etcétera.

Obtuvo la beca PECDA 2007 y Mención Honorífica en los VI Juegos Literarios Nacionales Universitarios (el jurado quedó sorprendido por el cuento que leyeron, pero a su juicio, un mejor premio que los 20 mil pesos del primer lugar era una dotación de libros de la historia del achiote y el chile habanero). Luego de cinco intentos fallidos, el FONCA se apiadó de él becándolo para que escriba su segunda novela.

Por el momento tiene una novela llamada Con pena y sin gloria (ahora llamada La mala racha) y un libro recopilatorio de artículos y ensayos llamado Pildorita de la Felicidad LADO B, donde lo único valioso es el magnífico prólogo de Eutimio Estrella. Ambos libros permanecen sabiamente sin editorial que se anime a publicarlos, aunque algunas editoriales aseguran estar dictaminándolos. Si estás leyendo esto, en unos minutos te unirás a otras tantas editoriales que se negarán a publicar la novela del autor.

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