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actualizado 11 de octubre 2010

China, la rica nación de las mil miserias
Más de 700 millones de personas viven en la miseria y la esclavitud
Por Héctor Ygonet Céspedes

Cuando hablamos de China y su inmensa riqueza, seguramente nos imaginamos una democracia en firme al mejor estilo de Holanda, Canadá o los estados Unidos de América. Sin embargo se equivoca el lector si piensa que China está cerca siquiera de convertirse en una nación civilizada.

Cuando se anunció el Premio Nobel de la Paz 2010, para el activista chino Lu Xiaobo, pensé de inmediato que se trababa de algún Gurú del pensamiento progresista o algún budista legendario, pero me quede sencillamente pasmado cuando me entere que se trataba de un activista de los derechos humanos preso en China, por el horrendo crimen de pensar en el bien común y las necesidades de los más desposeídos, que en China son muchísimos.

China es la nación con mayor desigualdad del planeta, donde más de 700 millones de personas viven en la miseria y la esclavitud, y donde sus autoridades militares y políticas gozan de todos los placeres del mundo occidental, mientras la inmensa mayoría de los chinos solo pueden comer arroz vacio una vez por día, cuando alcanzan a comerlo. Muchos países latinoamericanos le rinden pleitesías a estos barbaros, que engañan al mundo libre con sus supuestos adelantos tecnológicos, pero claro, quien puede competir contra una mano de obra compuesta por esclavos, que trabajan para comer, en triple jornadas y donde no existe la menor posibilidad de la disidencia política.

China es una nación feudalista, gobernada por la clase política más corrupta que se haya conocido en los tiempos modernos, donde la disidencia como en Cuba y Venezuela es criminalizada, y los que piensan distintos al régimen feudal, son conminados a calabozos mejor conocidos como mazmorras. Cada vez que compramos un producto fabricado en China, estamos alimentando a los vampiros, que no permiten ningún tipo de libertad sindical o religiosa.

La peste asiática, como se les conoce a los chinos, se extiende rápidamente por toda Latinoamérica, como marejadas de langostas, con impresionantes inversiones, pues les sobra la plata, y quien no le sobraría plata cuando pagan 80 dólares mensuales de salario básico a sus empleados, menos los descuentos les quedan apenas 30 dólares, y si se quejan son declarados disidentes, pudiendo afrontar penas sin causas judiciales de hasta 15 años de cárcel.

Lu Xiaobo, debe convertirse en símbolo de la lucha pacífica pero constante, porque el mundo occidental mira con desprecio a lo que ocurre en China, mientras se espanta por cualquier cosa en Irak o Afganistán, mientras en China se cometen mucho mas abusos y atropellos a los derechos humanos que en esos países mencionados.

Latinoamérica debe mirar con ojos bien abiertos, los acontecimientos en torno al Premio Nobel de la Paz y las grandes inversiones Chinas en nuestro territorio, no sea que cambiemos de patrón, y ya no nos manden del Norte, sino del Asia, pero con el agravante de que los nuevos amos, son verdaderos expertos en el sufrimiento de su pueblo, y aves de rapiña en el tratamiento comercial.

(*) Analista y Consultor Político / info@cespedesconsultores.com

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