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actualizado 29 de marzo 2011

Educación y agua como urgentes necesidades
El petróleo y el gas no pueden ser la única causa de conflictos
Por José Carlos García Fajardo*

La FAO y otras agencias e instituciones supranacionales llevan años priorizando el uso múltiple de los sistemas de agua para proporcionar a los usuarios más vulnerables servicios de bajo costo para agua de uso doméstico, agrícola (riego, secano), ganadero. También para el riego de jardines así como para mantener el hábitat de peces y otros recursos hídricos y prestar servicios a las pequeñas empresas rurales de abastecimiento de agua.

El agua es el indiscutible tesoro para la supervivencia de nuestro planeta, más que el oro, los hidrocarburos o las nucleares, pues el desarrollo de energías alternativas tiene que estar acompañado de la educación pública y gratuita para todos los seres humanos. De esta forma la explosión demográfica será contenida como sucede en los países en los que la mujer tiene acceso a la educación y a puestos de trabajo iguales a los de los hombres. Así se podrá desactivar esa arma de destrucción masiva que llevó a la población mundial de un millón doscientos mil seres humanos, en 1914, a seis mil millones en 1991.

Actualmente, en menos de 20 años ya hemos alcanzado los siete mil millones de personas. Cualquier proyecto de prepararnos para la población que, a semejante ritmo, habría en 2050, sería una locura. Hay que invertir el problema y actuar sobre las causas de esta natalidad incontrolada, y esto sólo se consigue mediante la educación, la sanidad, la maternidad responsable y el cuidado de las riquezas naturales.

Con el fin de la guerra fría, el tema de los recursos recuperó su papel central en la planificación militar. Primero fue una lucha por el oro y otros minerales estratégicos. Luego fue por el petróleo (oro negro). Y ahora por el agua (oro azul). Las guerras futuras tendrán lugar en Asia central y África donde esos recursos siguen siendo abundantes y los gobiernos demasiado débiles para protegerlos. No sólo Estados Unidos se prepara para esos conflictos, sino que todas las potencias regionales desarrollan planes para aumentar su acceso a recursos vitales para la próxima generación.

El despliegue permanente de la fuerza naval estadounidense en el Golfo es un ejemplo de las prioridades políticas de Washington, pero señala que no sólo EEUU trata de asegurarse sus futuros recursos energéticos, y cada vez con mayor ahínco las reservas de agua en otros países. De ahí el apoyo que tiene de tantos países europeos que no podrían subsistir más de tres meses sin el petróleo de la zona; aún a costa de sostener regímenes feudales que han violado sistemáticamente y durante décadas los derechos humanos en Medio Oriente y en los países del sur del Mediterráneo. La actual efervescencia en esas zonas no sólo se debe a la conquista de esos derechos por sus poblaciones sino a la pretensión de control de sus riquezas energéticas ante el cambio generacional de sus autócratas dirigentes.

El petróleo y el gas no pueden ser la única causa de conflictos. La lucha por el agua dulce puede hacerse crítica en los próximos años en vastas áreas que se extienden desde el norte de África hasta Asia meridional. Hay estudios que demuestran que en la misma Europa se están comprando y privatizando la mayor parte de los recursos hídricos.

Las cuencas fluviales donde la situación es más grave se encuentran en regiones donde el rápido crecimiento de la población presiona los recursos existentes y el recalentamiento del planeta puede agravar las condiciones de sequía. Con el crecimiento de la población y el consiguiente aumento de la demanda de agua y alimentos, cada uno de los estados ribereños intentará utilizar al máximo los recursos disponibles. Y cuando las acciones de uno de esos estados provoquen una disminución en el suministro de alguno de los otros, las condiciones estarán dadas para un conflicto por la distribución del agua.

La lucha por el control de las fuentes y reservas de agua dulce es más implacable aunque escudada en otros motivos como medioambiente, previsiones meteorológicas o lucha para proteger la capa de ozono. Como resultado, los conflictos se trasladarán cada vez más a regiones con recursos naturales abundantes, que habían sido olvidadas durante la guerra fría.
El resultado es una nueva geografía estratégica, definida por la concentración de recursos y no por las fronteras políticas. Los Estados no importan tanto como los intereses en esta ciega escalada de los poderes económicos sobre los sociales. Del agua y de la educación depende nuestra supervivencia porque está en juego la de nuestro planeta que un día fue llamado azul.

(*) Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del CCS
fajardoccs@solidarios.org.es


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