¡Hola!
Puedes iniciar sesión,
si no tienes cuenta crea una
publicidad

 
actualizado 11 de octubre. 2011
Indignados en el Corazón de Wall Street
Los dueños de enormes masas de capital ficticio lo transforman en real, invirtiendo en tierras (de los países subdesarrollados) con subsuelos que abrigan minas y aptas para el desarrollo de bosques
Por Gustavo-Adolfo Vargas*
Translate
El 17 de septiembre dio inicio la manifestación de “Los Indignados” (movilización popular masiva), protagonizada por la ciudadanía que acampó en el parque Zuccotti, próxima al centro financiero neoyorquino de Wall Street, dos días después la policía los desalojó por la fuerza. Seguidamente, los vecinos de la zona en apoyo cedieron sus parcelas privadas para que la gente permaneciere allí, obstruyendo la intervención de los uniformados.

Una de las demandas de los ciudadanos es el arresto de Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal norteamericana (encargada de la gestión del dinero), debido al inadecuado uso del erario público para salvar a los bancos, siendo una de las consignas del movimiento: “Que se escuche la voz del 99 por ciento del país y no la del 1 por ciento que sigue enriqueciéndose”.

No se avistaba una movilización popular tan masiva en Nueva York, desde las protestas estudiantiles del 68. El fenómeno de la Gran Manzana, actualmente ha trascendido a otras urbes en todo Estados Unidos. “Toma a Wall Street”, es el lema de los indignados contra la avaricia del sector financiero y el sistema político que los ha socorrido. Ello evoca, lo acaecido en Puerta del Sol, Madrid, donde nació la manifestación de “Los Indignados”, que terminó difundiéndose a todo el país. La idea del movimiento norteamericano es lograr un alcance internacional.

Similar a los casos de Túnez, Egipto, Inglaterra y España, las redes sociales son el medio de difusión por excelencia de información, críticas, y movilización de los manifestantes; los habituales medios de comunicación de Estados Unidos cubren parcamente los eventos. La Primavera Árabe traslució los significativos efectos de dichas redes en países autoritarios, están por verse los resultados en la realidad norteamericana.

Occupy Wall Street, ha cautivado la imaginación, la atención y la participación en ciudades de costa a costa. Los manifestantes acampados en Nueva York, tienen su pequeña ciudadela, abastecida de alimentos donados, un hospital de primeros auxilios, zona de prensa con computadoras portátiles cargadas por un generador de electricidad, un periódico: Occupy Wall Street Journal, y una señal contínua de video en su sitio de internet, blogs y mensajes por todos los medios sociales.

En los diferentes espacios noticiosos, se observan manifestantes maquillados y vestidos estilo “zombies” (muertos vivientes de las películas de terror), engullendo billetes de monopolio, retratando metafóricamente la mentalidad corporativa. El inversor multimillonario, George Soros, expresó que: “comprende la frustración que ha llevado a los llamados indignados de Nueva York a manifestarse contra Wall Street y que entiende que esas protestas se extiendan por EU”.

Surgido hace cuatro semanas, el movimiento de protesta por la crisis económica, se ha extendido a las grandes ciudades del país como Chicago, Los Ángeles, Seattle, Washington y otros. En Washington, un grupo de activistas se congregó el fin de semana pasado para ampliar las protestas contra Wall Street y el Congreso de la República que comenzaron en Nueva York.

El término “Main Street” hace referencia a ideas de pueblo pequeño con todo lo que contiene, sus viviendas y sus pequeñas empresas. Por el contrario, el término “Wall Street” hace referencia al “Sector empresarial más fuerte de Estados Unidos”, que comprende, tanto al mercado financiero estadounidense como a instituciones financieras; y es considerado el corazón histórico del distrito financiero, el principal y permanente hogar de la Bolsa de Valores de Nueva York.

Un viejo estereotipo, proveniente de la proverbial y tradicional protección de intereses y vínculos de sus élites con los sectores del gobierno y organismos internacionales.

El eje de las más recientes críticas, ha sido los problemas estructurales del centro financiero, y la falta de deseo de cambiar arraigados hábitos. Wall Street, tiene un mensaje probado por el tiempo, claro y potente que resuena: la codicia es buena.

El otrora poderío industrial de los Estados Unidos, se ha transmutado en una economía de casino, redistribuyendo la riqueza ya existente como la lotería, e incorporando actividades improductivas por su contenido; en tal sentido Wall Street, que alberga las bolsas de valores más importantes del orbe, es el casino más grande del mundo, donde unos han ganado su fama por sus estrategias de inversión y financiación, otros serán recordados por su codicia.

Los dueños de enormes masas de capital ficticio lo transforman en real, invirtiendo en tierras (de los países subdesarrollados) con subsuelos que abrigan minas y aptas para el desarrollo de bosques; lo orientan a la compra masiva de commodities (productos básicos) en las bolsas de valores. En la era de la globalización neoliberal, la corrupción ha alcanzado una dimensión estructural a escala internacional, en el mundo financiero han surgido cambios, aumentan las voces que denuncian los males de un capitalismo sin control.

Por si fuera poco, ciertos gobiernos salvan a banqueros en detrimento de los contribuyentes. Los conflictos de intereses son inherentes a este supermercado financiero que oferta una gama de servicios, en permanente busca de potenciar su rentabilidad. Basan la economía en la codicia, la especulación y deslocalización productiva; el resultado del neoliberalismo, en el que el mercado ha sustituido a los valores, ha sido desastroso para la humanidad en su conjunto.

Las asimetrías sociales se han incrementado; las multinacionales reciben poder económico de los Estados-nación, también lo que es más grave responsabilidades políticas; y la carencia de mecanismos reguladores y punitivos. En caso de trasgresión a escala supranacional permite siniestros tráficos de armas, drogas, personas y patentes. Todo lo cual está trastocando la seguridad de la humanidad, y sin duda constituyen un caldero de futuros brotes de indignados, en un planeta que cada vez es más pequeño e inseguro.

*Diplomático, Jurista y Politólogo.

Comentarios
El diario La Jornada insta a los lectores a dejar sus comentarios o quejas al respecto del tema que se aborda en esta página, siempre guardando un margen de respeto a los demás. También instamos a reportar las notas que no sigan las normas de conducta establecidas. Donde está el comentario, clic en Flag si siente que se le irrespetó.
 
©2012 La Jornada. Una empresa del grupo Arévalo-Garméndez. All Rights Reserved.