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actualizado 13 de enero 2012
El poder mediático de EE.UU.
EE.UU. es una nación enorme, mixta, cuyos habitantes son también presas de los intereses de los gobiernos
Por Ignacio Pareja Amador
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Independientemente de las tensiones políticas, los costos económicos directos e indirectos que generan, la incertidumbre que propician a nivel de la ciudadanía, los conflictos y las tensiones internacionales tienen una mayor cualidad globalizada en el ámbito de la comunicación, en comparación con la incidencia o transformaciones directas que puedan tener a nivel interno. Pese a que el mundo es más pequeño en términos de vías de comunicación y costo-tiempo para acercar a hombres, mujeres y productos entre ellos, nos damos cuenta que los conflictos no se expanden mas allá de las regiones, que aún las intenciones internacionales de los países siguen segmentadas en temas de mera cooperación, es así que la política exterior pasa a ser un interés secundario ante el dominio inminente del quehacer interno.

Vale en este espacio hacer la aclaración que cuando acontece algún desentendido entre dos naciones, son los gobiernos los que tratan de defender las causas con sus respectivos argumentos, los que en “el deber ser” propiciarán mejores condiciones para sus gobernados, quienes dan sustento y legitimidad de sus acciones voluntaria e involuntariamente. Por ejemplo, estamos seguros que el pueblo iraní no odia realmente a los ciudadanos norteamericanos, sino que es el gobierno de Irán el que tiene choques con los líderes de Occidente y viceversa, no con sus pueblos. El odio acérrimo o a muerte entre dos naciones alberga complejas situaciones longevas, situadas propiamente en la historia de los pueblos, mas que en confrontaciones por el actuar presente de dos comunidades.

Que quede claro que EE.UU. no es simplemente la Casa Blanca o el Capitolio, o las empresas que se dice se alían con el gobierno en acciones de política exterior de corte realista, donde la guerra o el enfrentamiento bélico es una herramienta para justificar los fines económicos. No, EE.UU. es una nación enorme, mixta, cuyos habitantes son también presas de los intereses de los gobiernos y los emporios económicos como las mismas empresas, que han portado la bandera norteamericana por el mundo en un sentido de conquista, quienes después de la Segunda Guerra Mundial mostraron realmente sus intenciones de ampliar su mercado hasta donde la influencia estadunidense lo permitiese o procurara, una tarea que alcanzaron y que las tiene en una cómoda situación de lucro a lo largo del globo.

Como en la mayoría de países del mundo, en Norteamérica son los actores económicos los que determinan el interés nacional, o sea cuales serán las estrategias, las acciones y los objetivos del Estado tanto en materia de política interna como internacional. Para ello cuentan con el apoyo de amplios equipos académicos y logísticos (Think tanks) para justificar sus acciones, las cuales van siempre más allá del territorio nacional.

2012 será un año electoral en aquel país, la maquinaria mediática electoral concentrara sus esfuerzos en convencer al electorado sobre las acciones de gobierno, resaltará las que considera son las mejores políticas y tratara de justificar aquellas que no se conciben como las optimas, pero que son necesarias para la continuidad de la presencia norteamericana en el mundo.

La particularidad en las mismas se centra en el peso de la política exterior: Al ser EE.UU. la única superpotencia su interés nacional rebasa enormemente sus delimitación territorial, su interés nacional se funde con el global. Ello da la pauta para explicar la intervención en Irak, la derogación del régimen de Sadam Husein y la imposición del Primer Ministro Nuri al-Maliki, político chiita que más que lograr un gobierno de coalición, ha fragmentado a aquel país árabe en un intento por monopolizar el poder, basándose en acusaciones contra los lideres sunitas y kurdos, con quienes debería compartirlo.

Lo vemos también en Irán, país cuyo programa nuclear ha generado amplias sospechas no sólo por parte de EE.UU., sino del resto de los países de Occidente. Sin duda alguna en este asunto hay un interés oculto, quizás no sabremos para este año si el mismo huele a petróleo o a uranio, pero sin lugar a dudas el tema encabeza la agenda de Washington y por lo menos de Moscú también.

Aun así el contexto interno mantiene su importancia en el coloso del norte y más en año electoral, por eso tener un enemigo, incluso generar tensión y sospecha, dan fuerza al interior. Le permite ampliar su zona de influencia, obtener legitimidad, abrir mercados y conseguir recursos. Siempre para que haya un héroe debe haber un villano, si no existe hay que crearlo y el país más poderoso del mundo es también el mayor experto en producciones mediáticas.

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