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actualizado 26 de enero 2012
Malvinas: entre la cautela argentina y la desesperación de Cameron
El problema comienza a complejizarse
Por Maximiliano Sbarbi Osuna
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El descubrimiento de nuevos yacimientos de gas y petróleo en las adyacencias de las islas vuelve a poner el litigio en primer plano. La crisis económica del gobierno de Gran Bretaña y el apoyo del Mercosur a Argentina fuerza al primer ministro, David Cameron, a desempolvar la cuestión nacionalista. ¿Qué planes tiene Buenos Aires para persuadir a Londres de negociar?

Las posturas argentina y británica sobre Malvinas parecen ser irreconciliables. Buenos Aires esgrime su derecho geográfico, histórico y de integridad territorial. En cambio, Londres prioriza la autodeterminación de los habitantes de las islas, que se oponen a formar parte del territorio argentino.

Por otro lado, la estrategia del Reino Unido consiste en dilatar el diálogo, ya que el plan de descolonización de la ONU sería contrario a sus intereses.

La resolución 2065 del 16 de diciembre de 1965 es ambigua, ya que “invita […] a proseguir sin demora las negociaciones recomendadas por el Comité Especial encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación de la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales a fin de encontrar una solución pacífica al problema, teniendo debidamente en cuenta las disposiciones y los objetivos de la Carta de las Naciones Unidas, así como los intereses de la población de las Islas Malvinas.

Además, el problema comienza a complejizarse al descubrirse nuevos yacimientos petrolíferos y de gas, que se creían muy escasos.

¿Por qué resurge el problema?

Más allá de las referencias anuales al litigio por parte de Argentina, en la cumbre de la Organización General de la ONU no siempre hubo desacuerdos después de la guerra de 1982 entre Londres y Buenos Aires por los recursos en las islas.

Durante el gobierno de Carlos Menem, el acuerdo bilateral firmado en 1995 por el cuál Argentina y Gran Bretaña compartirían los hidrocarburos descubiertos en las áreas adyacentes a las Malvinas fue derogado por Buenos Aires en 2007, durante la presidencia de Néstor Kirchner.

A los pocos días de haberse suscripto el documento, Gran Bretaña licitó unilateralmente las concesiones de explotación de las aguas malvinenses. Buenos Aires respondió con una tibia protesta, porque la estrategia durante el gobierno de Menem radicaba en alinearse con las potencias del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a cualquier precio.

Londres continuó con las licitaciones, lo que llevó al gobierno de Kirchner a cancelar el acuerdo para pasar a la estrategia actual, que consiste en denunciar la ilegalidad de las actividades económicas de las empresas que operan en una zona en disputa, tal como estipula la ONU en una de sus resoluciones.

Cables secretos divulgados por WikiLeaks revelaron que los gobiernos de Tony Blair y de Gordon Brown temieron que la postura de Kirchner se endureciera a tal modo que Argentina sancionaría a las empresas que mantuviesen vínculos con las petroleras que operan en las islas y hasta llegaron a mencionar la reedición de una escalada bélica.

Solamente el primero de estos temores estuvo cerca de producirse, ya que mediante la Ley 26659 promulgada por el Poder Legislativo argentino en abril de 2011 se establecen sanciones económicas para las compañías que tengan trato con las petroleras que trabajan en Malvinas.

Evidentemente, la estrategia del gobierno de Cristina Fernández fue intentar aislar económicamente a las islas, ya que semanas atrás consiguió un apoyo unánime del Mercosur en prohibir el ingreso a los puertos de los barcos con bandera malvinense. Pese a lo simbólico de la resolución, ya que los buques pueden utilizar la bandera británica, esta medida sacudió al gobierno británico de David Cameron.

El plan del Reino Unido

Aunque algunos analistas sostengan que la coincidencia con el tercer aniversario de la guerra está siendo aprovechada por ambos gobiernos para reflotar el tema y ocultar problemas internos, este argumento puede aplicarse solamente a Londres, ya que el gobierno argentino goza de una amplia popularidad.

El desempleo récord en casi dos décadas que sufre Gran Bretaña se suma al vandalismo en las calles londinenses, el ajuste sobre los programas sociales y sobre todo la desconexión con el resto de Europa crea una grave encrucijada para Cameron.

La cuestión nacionalista fue exacerbada con el anuncio de la próxima visita del príncipe heredero William a las Malvinas. Asimismo, Londres sufrió otro revés diplomático cuando el Departamento de Estado de Estados Unidos reconoció que la administración de las islas por parte de Gran Bretaña es “de facto” y alentó el diálogo por canales diplomáticos, algo que se opone Cameron al invocar el derecho de autodeterminación de los isleños.

Por su parte, el diario londinense Daily Telegraph tituló: “El gobierno de Obama acuchilla nuevamente a Gran Bretaña por la espalda”. Por otro lado, las dificultades económicas internas, la crisis financiera que se avecina y la semidesconexión británica de la Unión Europea promueven que Londres busque acuerdos económicos y políticos con los países emergentes. Así, intenta reforzar las relaciones con Brasil, luego del apoyo a Argentina por Malvinas, e intensificó los lazos comerciales con China.

Además, logró el apoyo unánime de sus excolonias en América Central dentro del bloque Caricom.

¿Hacia dónde conduce la estrategia Argentina?

La opción bélica está totalmente descartada por ambas pates, pero la diplomática por Argentina, no. En otra fase del plan argentino, Buenos Aires presentó antes que Gran Bretaña la ampliación de la plataforma continental hasta las 350 millas, ante la ONU, antes del vencimiento del plazo en 2009.

Aunque, la ley que permite sancionar a las firmas que tengan relaciones con las petroleras que operan en Malvinas no se ha aplicado. Tal vez, porque son económicamente importantes para Buenos Aires o quizás por miedo a una represalia mayor por parte del Reino Unido.

Dos ejemplos de compañías que colaboran con las petroleras en las islas son el banco HSBC y Repsol YPF.

Por su parte, el apoyo norteamericano no es vinculante, dado que la empresa estadounidense Anadarko, invertirá por 1554 millones de dólares en la petrolera británica Rockhopper, que descubrió unos 700 millones de barriles de crudo al norte de Malvinas.

Argentina aun no ha ido más allá y no aplicó la ley que sanciona a las compañías. Éstas temieron en su momento ser objeto de demandas internacionales por parte de Buenos Aires, pero prosiguieron las obras de exploración.

La estrategia plenamente conciliatoria menemista no funcionó. El actual gobierno sigue los caminos diplomáticos adecuados, aunque con demasiada cautela, porque más allá de establecer medidas simbólicas y recolectar apoyos regionales, la aplicación de la Ley 26659 produciría un ahogo económico a Malvinas y quizás forzaría a sentarse en una mesa a Gran Bretaña a pesar de que la soberanía de las islas sea un tema muy sensible para los conservadores británicos y su concesión sería un suicidio político para quien la implementase.

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