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actualizado 20 de julio 2012
Paz y Seguridad: Nicaragua en las Perspectivas Globales
A 33 años de la ‘Revolución Popular Sandinista’
Por Agustín Jarquín Anaya
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La ‘Conferencia de Liderazgo Internacional 2012’ (http://www.upf.org/conference/ilckorea-2012) realizada en Seúl, Corea, se orientó a contribuir con la construcción en el mundo de una era de cooperación inter-religiosa con el fin de enfrentar con mejor acierto los retos actuales para mejorar la calidad de vida de la gente y avanzar hacia la Paz Universal.

Los aportes de los conferencistas fueron ricos compartiendo sus visiones para ir avanzando en la paz y la seguridad mundial. Tuve la gracia de ser invitado a tan magno acontecimiento. En el evento presenté a los más de 200 asistentes aspectos de la experiencia nicaragüense sobre estos asuntos, queriendo aportar a las altas metas asumidas en nuestros países y regiones.

Expresé que “venía de una pequeña Nación, situada en el centro de las Américas, que por la lucha por la democracia y la libertad protagonizamos hace 30 años –después del derrocamiento de la dinastía- una guerra fratricida, que nos dividió como sociedad causándonos sufrimiento, pero que hoy después de esas duras experiencias, somos uno de los países con mayor seguridad en Centroamérica, reseñándoles que este logro es en gran medida porque en Nicaragua, como ningún otro país en el mundo: la Jefa de la Policía, la Ministra de Gobernación, la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia, la jefa del Sistema Penitenciario, la Jefa de Migración y la Vice jefa de la Fiscalía, … , son mujeres”.

Manifesté que “confiando en Dios, estamos aprendiendo, -aun con dificultades-, a convivir y a tolerar, construyendo un sistema democrático, plural, con una economía social de mercado, en un “Estado Social de Derecho”, que además de prosperidad, realice los derechos humanos de la población”.

Señalé que “en 1979, desechando el dialogo y el consenso para la transformación política y democrática del agotado sistema somocista, hicimos la Revolución, que pretendió construir un modelo de sociedad ideal; pero que tan buenos propósitos, carentes de los principios de respeto a la dignidad de la persona humana y la primacía del bien común, fueron obstaculizados, por la arrogancia de los nuevos dirigentes del país y la intolerancia de una de las dos potencias del mundo de la época: los Estados Unidos”.

Reconocí que “desconociendo la historia, creyendo equivocadamente que el poder es eterno, que las armas dan estabilidad y que la violencia resuelve conflictos, hicimos de nuestro país y de la región centroamericana una plataforma donde se pretendió dirimir el conflicto de las dos potencias hegemónicas mundiales, resultando un tonto y dramático juego donde los Estados Unidos y la Unión Soviética ponían las armas, y los nicaragüenses poníamos los muertos, pues se sacrificaron a más de 50,000 vidas en su mayoría jóvenes, se dividieron familias y se produjeron daños a la propiedad”.

No obstante, resalté que: “Con la fe en Dios, logramos después de diez difíciles años, un histórico entendimiento llamado los ‘Acuerdos de Esquipulas’; construyendo así la base actual de la ‘institucionalidad democrática moderna’ de Centroamérica y por su puesto también de Nicaragua”.

Confesando que: “Con mucho costo hemos construido logros que podemos y debemos compartir, entre ellos: que desde 1990 tenemos, (por vez primera después de 190 años de independencia), gobiernos civiles, elegidos democráticamente en los cinco países de Centroamérica, pero que también nos enfrentamos a nuevos retos”, por los que pedí el acompañamiento y solidaridad de las personalidades e instituciones asistentes a la Conferencia, apelando a su experiencia y compromiso, pero también porque somos un mundo interrelacionado y ellos, aunque no lo quieran, son también afectados:

Al respecto les precisé que:

• Si bien debíamos “mejorar la democracia naciente en su institucionalidad realizando el ejercicio de los derechos civiles y la profesionalidad de los Poderes del Estado, también debemos realizar que la democracia sea equidad y justicia social que procure la satisfacción de las necesidades humanas elementales de: educación, salud, vivienda, trabajo, alimentación acceso universal a los servicios públicos básicos y tener oportunidades para el desarrollo”, puntualizando que “esa carencia, o sea la exclusión y la marginación social, es una de las causas de la violencia que azota a la región y al mundo”.
• “Debemos enfrentar al crimen organizado y al narcotráfico”.
• “Debemos de reconciliarnos con la naturaleza y evitar la destrucción de los recursos naturales y antes bien, promover y realizar el respeto de la Creación de Dios”.
• Y finalmente que: “Debemos de adaptarnos mejor y reducir los efectos del Cambio Climático”.

Por ello, desde ese magnífico estrado, reiteré la petición y sugerencia que hace tres años hicieron colegas diputados nicaragüenses: de “realizar en Centroamérica y concretamente en Nicaragua un Encuentro y un Programa para abordar la temática de la Paz y la Seguridad Regional y contribuir a lograr las soluciones deseadas para la mejor calidad de vida de la gente”, comprometiéndome a impulsar las iniciativas para su ejecución.

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