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actualizado 25 de junio 2012
Chile: el riesgo de quedarse sin agua
El territorio chileno se ve afectado por el deshielo de los glaciares
Por Maximiliano Sbarbi Osuna
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El derretimiento de los glaciares y el avance de los desiertos van a limitar el caudal de agua en Chile, tanto como para las industrias, la agricultura y los hogares. La concesión del sector está en manos de empresas privadas, que según denuncias de legisladores benefician a las compañías mineras en detrimento de los agricultores y el consumo doméstico. ¿Qué alternativas tiene Chile para resguardar este recurso estratégico?

El cambio climático, la expansión de la minería y el aumento poblacional son los principales factores que afectan directamente la cantidad de agua que Chile puede almacenar para uso doméstico, agrícola, industrial y producir energía.

De acuerdo con un informe del ministerio de Exteriores británico, Chile es uno de los diez países que más padece las alteraciones del medioambiente a causa de la emisión de gases de efecto invernadero.

El territorio chileno se ve afectado por el deshielo de los glaciares, los cambios en los patrones de precipitaciones, el aumento de la sequía y la expansión de los desiertos.

Sin embargo, más allá del cambio climático, varios legisladores denunciaron que el agua de Chile está siendo saqueada por las empresas multinacionales en complicidad con las compañías que tienen la concesión de la explotación de este recurso.

Distribución y Escasez

De acuerdo con un informe de la ONU, el consumo del agua para los hogares descenderá en los próximos años. Actualmente, el uso doméstico se sitúa en el 11%.

La agricultura utiliza un 63%, la industria un 26%, entre la que se cuenta la minería y las plantas hidroeléctricas, que aportan más del 40% de la energía que utiliza Chile.

El mismo documento presentado por la ONU indica que la disponibilidad de agua per cápita disminuirá entre los años 2000 y 2025, en prácticamente un 25% y que en varias regiones ya se sitúa por debajo del límite de mil metros cúbicos por persona por año, que es el limite fijado por el organismo para el consumo y la higiene del ser humano.

En la región de Atacama, en el norte chileno se encuentra la zona más seca del mundo. El Banco Mundial señala que en pocos años el déficit del agua en esta región puede llegar al 80%.

En el norte existen viñedos, que paulatinamente se están secando por la escasez del agua. Pero, no solamente por un efecto de la alteración del clima, sino porque la minería crece en la región.

Chile aporta al mundo la mayor parte del cobre que consume y en los últimos años expandió sus mercados incluyendo no sólo a los países tradicionalmente industrializados, sino también a China e India.

La gran cantidad de agua que requiere esta industria compite con el abastecimiento que utilizan los agricultores.

De acuerdo con un informe de la BBC, las mineras han llegado a comprar el suministro de agua a los productores del campo a buenos precios. En el valle de Copiapó un año de bombeo de agua de las compañías mineras equivale económicamente a lo que cuesta cultivar una hectárea de uva durante más de 15 años.

Sin embargo, varios agricultores han tenido que retirarse de la zona porque el agua ya no se encuentra en pozos de 60 metros como sucedía habitualmente, sino que hay que cavar 140 metros y a veces están totalmente secos, de acuerdo con el mismo informe.

¿Debe seguir siendo un recurso privado?

El Código de Aguas redactado en 1981, durante la dictadura de Augusto Pinochet, otorgó amplias concesiones a las empresas privadas, la regulación estatal fue muy limitada y el factor medioambiental no estuvo contemplado.

Ya en democracia, entre 1998 y 2001 se privatizó casi totalmente el sector. Aunque en 2005, el gobierno modificó el Código de Aguas e introdujo medidas proteccionistas, pero el 90% del agua continúa en manos privadas.

Entre ellas se encuentran: la atribución del presidente para excluir los recursos hídricos de la competencia económica en casos en los que sea necesario proteger los intereses públicos, evitar la contaminación de los acuíferos con sustancias químicas o aguas servidas y el cobro de una tasa por los derechos sobre el agua sin usar.

En tanto, las empresas se fusionaron en ESSAN para fortalecer su posición.

Sin embargo, algunos legisladores, como Guido Girardi, Cristina Girardi y Carlos Ominami acusan desde hace varios años que ESSAN extrae el agua del suministro público para otorgársela a las empresas mineras multinacionales, dejando a los hogares con menos cantidad y a los agricultores y ganaderos con un menor caudal.

Hasta ahora, las presentaciones que hicieron en el Senado no han prosperado, pero las denuncias continúan en la justicia.

Frente al avance de la sequía y a la depredación por parte de las empresas privadas, el gobierno debe abandonar la actitud pasiva y cómplice, incrementar la regulación o abrir un debate sobre la nacionalización de este recurso estratégico.

Además, debe estimular la producción que contenga un valor agregado y no simples commodities mineras, para elevar el nivel de las exportaciones y evitar la dependencia exclusiva de las multinacionales que manufacturan sus productos primarios, inclinando la balanza comercial en contra de Chile.

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