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actualizado 29 de mayo 2012
Grecia aplicó la receta equivocada
La Unión Europea necesita nuevos instrumentos
Por Gustavo Adolfo Vargas*
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Las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (condicionamientos a países en vías de desarrollo para el pago de su deuda u otorgar nuevos préstamos) son duramente cuestionadas como causas de retrocesos en la distribución del ingreso y detrimento a las políticas sociales.

Recesiones en algunos países latinoamericanos a fines de la década del 90 y la crisis financiera en Argentina de 2001, respectivamente, son paradigmáticas exposiciones del fracaso de las “recetas” del Fondo Monetario Internacional, por cuanto esos países diseñaron su política económica bajo las recomendaciones del organismo.

Hacia finales de 2011, la deuda griega se aproximó a 350 mil millones de euros (cerca de 160% de su PIB), siendo el país más endeudado en proporción al tamaño de su economía, mientras el desempleo es el segundo mayor en la eurozona, con un histórico nivel de 21%, afectando principalmente a los jóvenes.

Desde hace cinco años Grecia se encuentra en recesión, y a partir de 2010 es el núcleo de la crisis de deuda que atraviesa la Unión Europea, teniendo que recibir dos rescates internacionales por parte de esta y del FMI.

La primera vez fue en mayo de 2010, entonces se le concedió un crédito por 110 mil millones de euros, y la segunda a fines del año 2011, por 140 mil millones, condicionado entre otros aspectos, al canje con sus acreedores privados para la condonación de unos 100 mil millones de euros de su deuda soberana.

La multimillonaria ayuda fue otorgada para evitar que el país cayere en suspensión de pagos, arrastrando a otros miembros de la Unión Europea, en especial Italia o España, tercera y cuarta economías de la eurozona.

A cambio de los planes de rescate, Grecia implementó severos programas de austeridad y profundas reformas pese al rechazo de la sociedad, patentizado en multitudinarias protestas en las calles y en las elecciones del pasado 6 de mayo, castigando a los partidos que apoyaron los recortes, impuestos por la UE y el FMI, ahora el país se encuentra en una crisis política.

Recientemente se anunciaron más medidas de ajuste, incluyendo reducción del 20% al salario mínimo, del 15% a las jubilaciones complementarias y supresión de 15 mil empleos en la administración pública, sumadas a las ya impuestas, a raíz del primer plan de ayuda.

Las actuales políticas de austeridad de la Unión Europea se asemejan al Tratado de Versalles, impuesto por los aliados a Alemania al final de la Primera Guerra Mundial conduciendo a la grave crisis que llevó al ascenso del nazismo.

Hollande y Merkel no lograron evitar el tema de la crisis financiera, política y social en Grecia, materializada el 15 de mayo, cuando el presidente griego Karolo Papoulias fue incapaz de consolidar un gobierno de coalición, decidiendo que los griegos fuesen otra vez a elecciones legislativas el 17 de junio, coincidiendo con los franceses y quizá los holandeses.

Los acontecimientos de la primera quincena de mayo, sin duda muestran el fracaso de la ortodoxia neoliberal de la Dama de Hierro alemana y el creciente aislamiento de Alemania en la Unión Europea. El intento de aplicar a como dé lugar las austeras políticas para alcanzar una supuesta estabilidad, es un dogma que hace peligrar la incompatibilidad de dicho modelo con la democracia.

Los socios de la Unión Europea y sus máximas autoridades deben reconocer que la receta aplicada a Grecia, resulto equivocada: estrangular con el ahorro al país y a su gente. El aparato estatal no es del todo eficiente, por lo que tales medidas son ineficaces. Así no conseguirán el crecimiento económico necesario. Sin embargo, Grecia tiene gran potencial, si crea estructuras apropiadas, adaptando reformas correctas.

Aplazar el pago de los créditos, rebajar sus tasas de interés y, en general, prorrogar las medidas requeridas, reduciendo la presión sobre la población griega, mayormente sobre los estratos con menores ingresos y los jubilados, desde luego modificaría el contexto actual.

Definitivamente, la Unión Europea necesita nuevos instrumentos, tema ya abordado en el pasado. Los eurobonos y un impuesto europeo a las transacciones financieras, podrían incentivar el crecimiento en Grecia y en toda Europa sin contraer nuevas deudas. Otros de sus miembros pasan también una difícil situación.

* Diplomático, jurista y politólogo

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