¡Hola!
Puedes iniciar sesión,
si no tienes cuenta crea una
publicidad

 
actualizado 4 de Julio 2013
Sí se puede cambiar este mundo indecente
No me digan que no es posible frenar a la dictadura financiera y construir otro mundo decente y justo
Por Xavier Caño Tamayo
Translate

¿Por qué una manifestación para salvar un parque de Estambul desata una rebelión ciudadana por toda Turquía? En varias ciudades, ha habido manifestaciones de decenas de miles contra el Gobierno de Erdogan, ferozmente reprimidas. Amnistía Internacional denuncia que podría haber dos mil heridos y al menos dos jóvenes muertos por la brutal represión policial. El motivo original era salvar un parque de Estambul, pero pronto los manifestantes exigieron la dimisión del Gobierno. La revuelta iniciada en la plaza de Taksim es un gran movimiento ciudadano para frenar el autoritarismo del gobierno de Erdogan.

En casi todos los países de Europa ha habido protestas ciudadanas contra el vaciado de la democracia y los recortes de derechos. Las movilizaciones no cesan y la rebelión ciudadana brota en otros lugares. Pero acaso sea tiempo de avanzar. Además de denunciar, protestar y reivindicar, hay que elaborar programas comunes mínimos. Para un cambio profundo. Por eso, es tiempo de coordinación de plataformas, asociaciones y movimientos sociales en un movimiento ciudadano unificado y transformador. Para hacer política. No la política tramposa y con cartas marcadas del sistema. Política de valores republicanos. Y difusión de esos valores contra el individualismo y la hegemonía del beneficio como motor principal.

Hora de propuestas y programas concretos; de ocupación de zonas de poder; de iniciativas económicas y sociales imaginativas regidas por principios de solidaridad, cooperación y respeto a la Tierra. No para volver a la situación anterior a la crisis. Esa socialdemocracia vergonzante ya no sirve. Con este capitalismo de democracia desinflada, la crisis es el pretexto de la minoría rica dominante para perpetrar el mayor ataque del último siglo contra las clases populares y recuperar el estatuto que esa minoría tenía antes de la segunda mitad del siglo XX. Por eso hay que cambiar a fondo, porque pretenden reducir la ciudadanía a casi nada. Los apaños no valen.

Regresar al bienestar de antes de las hipotecas basura es volver al modelo basado en el crecimiento indiscriminado y la posesión ascendente de bienes materiales. Que supone la explotación de parte de población mundial para que otra más reducida disfrute del presunto bienestar. Además de que tal modelo agota recursos naturales y condiciona gravemente a las generaciones venideras.

El objetivo es otro modelo económico, político y social. Justo, equitativo, respetuoso con la naturaleza, no basado en el crecimiento ilimitado y sí en el respeto a los derechos humanos en todas partes y a la Tierra.
Y no digan que no es posible, que es utópico. Utopía es lo que hoy no es, pero puede ser. En mayo de 1886, la clase obrera de Chicago arrancó la jornada laboral de 8 horas tras ser reprimidos, encarcelados y ejecutados. ¿Utópico? Lo lograron.

En el XIX, algunas mujeres norteamericanas reclamaron el derecho de todas a votar. Desde 1917, se concentraron cada día frente a la Casa Blanca exigiendo el voto.

Insultadas, vejadas, reprimidas... y más de 200 activistas, detenidas. Pero en 1919 el Congreso aprobó la ley por la que las mujeres votaban. Vencieron.

En 1930, Gandhi y unas docenas de personas iniciaron una marcha de cuatrocientos kilómetros hasta el mar contra el monopolio británico en el comercio de sal en la India.

Al finalizar, eran miles. Y empezó la desobediencia civil que años después llevó a la independencia. En diciembre de 2010, en Túnez comenzaron las manifestaciones ciudadanas que exigían democracia y derrocaron el gobierno dictatorial de Ben Ali. En Egipto, multitudinarias concentraciones en la plaza de Tahrir derrocaron al dictador Mubarak...

Quienes dicen que no se puede hacer nada desconocen la historia. ¿No se acabó con las monarquías absolutas y se formaron repúblicas? ¿No se eliminaron las condiciones infrahumanas de los trabajadores del siglo XIX? ¿El fin del apartheid en Sudáfrica acaso fue imaginación de Mandela? ¿No estaban solos e ignorados aquellos primeros ecologistas de mediados del XX? ¿No avanza América Latina en eliminar la pobreza?...

Perseguidos, tachados de locos, de subversivos, encarcelados... Persistieron y han conseguido lo que soñaron o abrieron el camino. Aunque fuera utópico.

Sí se pueden cambiar las cosas. No me digan que no es posible frenar a la dictadura financiera y construir otro mundo decente y justo. Porque sí se puede.

Comentarios
El diario La Jornada insta a los lectores a dejar sus comentarios o quejas al respecto del tema que se aborda en esta página, siempre guardando un margen de respeto a los demás. También instamos a reportar las notas que no sigan las normas de conducta establecidas. Donde está el comentario, clic en Flag si siente que se le irrespetó.
 
©2012 La Jornada. Una empresa del grupo Arévalo-Garméndez. All Rights Reserved.