Suscríbase
La Jornada
  La Jornada
PORTADA AGENDA
ARCHIVO OPINIÓN REVISTA
  Inicio | Artículos | Opine | Aviso
 
Sección de Opinión

VOLVER >> ACTUALIZADO: 27 DE AGOSTO DE 2007

El mundo de los jóvenes (parte II)

En aquellos tiempos los jefes, los profesores y los políticos estaban bien identificados: para los jóvenes eran los explotadores, los represores y los dictadores
Por Rodrigo Solís

Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros".  - Sócrates (470 AC - 399 AC)

En otros tiempos –extintos pero no muy lejanos-, la gente mayor era quien controlaba el mundo. Los capitanes de ese mundo eran señores con arrugas en el rostro, canas en la cabellera y miradas cansadas y graves, secuelas ineludibles de la experiencia. Estos señores de los que les hablo estaban tras los escritorios de las gerencias en las empresas, en las aulas de las escuelas y en los curules de las cámaras de diputados y senadores.

¿Era mejor el mundo con estas personas sosteniendo los pilares para que la sociedad no se desmoronara? La verdad es que no, pero al menos el mundo tenía un poquitín de dignidad, esa dignidad tan exigua que fácilmente se confunde con el cinismo que hoy día practicamos con toda maestría.

En aquellos tiempos los jefes, los profesores y los políticos estaban bien identificados: para los jóvenes eran los explotadores, los represores y los dictadores; señores a los que se les hablaba de usted y de los que, si eras lo suficientemente inteligente para parar la oreja cuando hablaban, incluso terminabas por aprender algo positivo, al menos en materia laboral y de educación.

Ellos vivían en su mundo y nosotros en el nuestro. Existía un código no escrito en el cual se estipulaba que ellos mandaban y nosotros obedecíamos, con la condición de nunca mezclarnos salvo cuando creciéramos y fuéramos adultos con arrugas en el rostro, canas en la cabellera y miradas cansadas y graves como la de esos señores. Sin embargo, eso quedó en el pasado, pues ahora el mundo se fue al quirófano por una liposucción y una cirugía plástica. Los vejetes del ayer que te decían qué y cómo hacer las cosas se han extinto. Ahora los jefes de las empresas, los profesores de las escuelas y los políticos que nos gobiernan son los jovencitos que te dicen "salud" a un costado de tu mesa en la disco o en el burdel. Mozalbetes de cabellera engominada que ojalá hubieran invertido en su educación el mismo tiempo y esmero que dedican a lograr su apariencia de estrellas de Hollywood. Plumíferos embadurnados de ungüentos y cremas rejuvenecedoras que, ataviados con ropa de diseñadores de apellidos impronunciables –que ellos tienen la osadía de pronunciar con acento francés- te comentan que son los nuevos "ejecutivos de cuentas master junior" o sabrá Dios qué, de las transnacionales que controlan todo el mercado local.

Lo mismo ocurre con el púber que a velocidades vertiginosas se empina de un sorbo la cerveza íntegra para beneplácito de su juvenil corte que le anima con el infalible: "fondo, fondo, fondo"; jóvenes que no dudan en palmotear la espalda del Barón de la Cerveza, que resulta ser también su profesor, prefecto y/o director de escuela. Y es que así aprendimos a gastárnoslas, es el mundo súper moderno e igualitario que nos tocó vivir. Uno donde todos somos culpables en igual medida de estar recogiendo lo que tan bonitamente cosechamos: frutos frívolos, egoístas e igualados que se han dado cuenta que la experiencia sirve para lo mismo que la educación, es decir, para nada; donde lo más redituable es ser joven –no importa que seas un viejo ridículo que se comporta y actúa como un adolescente-, un arrogante y un analfabeto de profesión, carente de todo sentimiento y valores para así granjearse el aplauso y la admiración popular que finalmente les darán los votos necesarios para ganar las elecciones municipales, estatales o presidenciales. Porque son los jóvenes quienes ahora dictan las leyes y quienes gobiernan.

Quienes se sienten con el derecho y la sabiduría de tomar las riendas de un Estado o de un país. Jóvenes confiados y seguros de si mismos que tienen la plena certeza de que las cosas marcharán mejor en sus manos, pues, ¿acaso no era Alejandro Magno un mozalbete en el albor de sus veintes cuando conquistó todo el mundo antiguo? ¿Por qué entonces no pensar que es una magnifica idea que nuestros futuros gobernadores o presidentes sean unos veinte o treintañeros? Yo, al igual que ellos, exijo modifiquen la Constitución de México –y, ¿por qué no?, también la de todo los países del mundo-  para que personas no sólo menores de 35 años, sino también los de 15 años, u 8 años, ó 7 años, que es la edad de mi sobrino que tiene el sueño de ser el próximo gobernador de Campeche, puedan postularse para el cargo. Óiganme, que no es para nada descabellada la idea. Igual y gana, es un niño muy cariñoso, bueno con sus padres y súper estudioso, sus notas no bajan nunca del nueve.

Es por eso que espero que los jóvenes tomen a como dé lugar –incluso modificando la Constitución- el lugar que les corresponde en la sociedad, es decir, ser los amos y señores absolutos del mundo, sin importar que su profesor se llame MTV y no Aristóteles.

Comentar
Imprimir
 
 
AVISO: La Jornada no puede publicar todas las colaboraciones que se reciben. Las que contengan expresiones ofensivas, reproches de delito, datos errados, o que sean anónimas, no serán puestas en línea. Los aportes atribuidos u opiniones puestas en línea, no representan el perfil ni el pensar del diario, ni de sus anunciantes.
   
PUBLICIDAD
 
Inicio | Comentarios | Staff | Archivo | Contáctenos | Mapa del sitio | English Edition Nuestro Sitio es Ganador del Arroba de Oro 2006 - Mayor Votación Online   SiteUptime Web Site Monitoring Service
© 2007 La Jornada Nica. La Jornada es una marca registrada. Copyright. All Rights Reserved.