LA JORNADA

Panamá: tsunami Odebrecht azota cúpula política

Tintes de crisis política tomaron en Panamá las acusaciones contra el presidente Juan Carlos Varela proveniente de su cercano aliado Ramón Fonseca, quien aseveró que la brasileña Odebrecht fue donante de su campaña electoral.

Fonseca, uno de los dueños del bufete Mossack-Fonseca que protagonizó los Panamá Papers, hasta el momento del escándalo fue ministro consejero del actual gobierno y presidente del oficialista Partido Panameñista: un amigo de alta confianza del presidente.

Transcurridos 10 meses desde las revelaciones que estremecieron al mundo, el abogado y su socio Jürgen Mossack parecían impunes a la justicia, mientras una accidentada investigación sobre presuntos delitos apenas avanza en Panamá, donde tecnicismos legales tratan de frenarla.

Pero desde Brasil llegaron acusaciones de lavado de dinero, porque la firma es una supuesta organización criminal que se dedica a ocultar activos de orígenes sospechosos, mediante la creación de estructuras corporativas y financieras, informó el Ministerio Público (MP).

La intempestiva indagatoria a los accionistas como imputados, el allanamiento de la oficina y el llamado a declaraciones en la Fiscalía provocó una reacción inesperada de Fonseca, quien airadamente en declaraciones a periodistas acusó públicamente a Varela de vínculos con Odebrecht y controlar la justicia.

Testimonios de alguien estrechamente vinculado con el presidente ofrecen un peso de credibilidad ante la opinión pública, que desde antes criticaba una débil reacción oficial frente a la constructora, cuando aún el escándalo no había tocado a Panamá.

Para enfrentar las denuncias, Varela decidió publicar este jueves todas las donaciones privadas a su campaña presidencial, certificada por el Tribunal Electoral, en un acto de transparencia al que invitó al resto de los candidatos.

Pero las imputaciones contra Fonseca y la propia actitud de este contra sus copartidarios, es una fisura importante en el hasta ahora monolítico panameñismo, aunque también deja sin discurso a quienes apuntan al gobierno y a la Procuraduría por ‘justicia selectiva’.

El abogado, ahora en detención preventiva junto a su socio Mossack, también tuvo frases contra los diputados José Luis Varela (hermano del presidente y actual líder del partido oficialista) y Adolfo Valderrama, y el ministro de Obras Públicas (MOP), Ramón Arosemena.

De los primeros reveló una supuesta conversación privada donde aseveraron su apoyo a la reelección del actual presidente de la Corte Suprema de Justicia, José Ayú Prado, ‘porque él sí se dejaba manejar desde arriba’, lo cual fue rechazado por Valderrama, quien lo retó a un careo.

También refirió que en múltiples ocasiones preguntó al titular del MOP por qué no investigaban la construcción de la tercera fase de la vía urbana conocida como Cinta Costera, también hecha por Odebrecht, y la respuesta era: ‘yo quiero hacerlo, pero arriba no me dejan’.

Estos hechos, aparentemente aislados, para algunos responde a una estrategia de los centros de poder, los cuales intentan bloquear las investigaciones de corrupción en curso, e incluso hay opiniones de que tal vez Varela y la procuradora Kenia Porcell resultan ‘molestos’ para esos intereses.

Roberto Eisenmann, fundador del diario La Prensa, en una primera reacción dejó entrever a la televisión local que ante las serias acusaciones, el presidente del país debería valorar su renuncia; casi en paralelo, otros arreciaron las críticas contra la Procuradora, a quien antes impugnaban por lentitud y ahora por procedimientos.

El periodista es uno de los denunciados por organizaciones sociales como integrante de un grupo de poder que busca cambios favorables a sectores de la oligarquía empresarial, para sustituir a Odebrecht por transnacionales leales a sus intereses e impedir ampliación de investigaciones de corrupción.

En un reciente informe de la gestión de la Procuraduría en 2016 trasmitido en cadena nacional de televisión, Porcell aseveró: ‘Yo no recibo presiones políticas, pero sí hay intentos de presionar por otros intereses que no es la política y que paradójicamente no es de políticos’.

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