LA JORNADA

Una bacteria propia de hospitales se encuentra en parques infantiles

La especie bacteriana ‘Clostridium difficile’, que se ha hallado en varias zonas de Madrid. es capaz de colonizar tanto humanos como animales y medio ambiente

Al menos veinte areneros de parques infantiles y para perros de Madrid presentan formas agresivas de la bacteria Clostridium difficile, según una investigación en la que participa la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Se trata de una bacteria difícil de reducir puesto que se encuentra en personas, animales o en el medio ambiente. “Hace unos años prácticamente el 100 % de las infecciones humanas por Clostridium difficile eran hospitalarias. Hoy día se ha rebajado ese número al 95%, y en los próximos años seguirán aumentando los casos contagiados fuera del hospital”, pronostica José Luis Blanco, investigador del departamento de Sanidad Animal de la UCM.

El estudio, en el que también participa la Universidad de Leiden (Países Bajos) y que se ha publicado este mes en la versión impresa de Zoonoses Public Health, pone en relieve el riesgo sanitario ambiental de una veintena de areneros frecuentados por niños y perros en tres zonas de Madrid.

Aunque no se puede demostrar todavía que estos resultados sean similares en otras ciudades, ni tan siquiera en otros parques de la región, Blanco está convencido de que lo serían.

Los casos de infección por esta bacteria en niños son raros si bien “cada vez lo son menos”, advierte el experto. En principio, se considera que por debajo de los dos años de edad no provoca ningún tipo de patología debido a la falta de receptores para las toxinas en el intestino de esos menores.

“A partir de esta edad, sí se puede producir la enfermedad, además de transformarse en transmisores de la misma”, añade.

Intestino, el punto débil

En los centros hospitalarios, la bacteria Clostridium difficile provoca, en la mayoría de los casos, una alteración de la flora intestinal como consecuencia de tratamiento con antibióticos. El cuadro clínico del paciente se caracteriza por un proceso diarreico que puede ocasionar lesiones en el intestino que precisen la extirpación de parte de este.

“En principio, no origina un número elevado de muertes, pero sí se traduce en un muy elevado coste económico al incrementar notablemente el tiempo de hospitalización de los pacientes”, aclara el investigador.

El reino animal también es víctima de la bacteria por ingesta de esporas a partir de material contaminado. El equipo de la facultad de Veterinaria de la UCM la ha aislado de perros, cerdos, animales de zoo (cebras, gacelas, chimpancés), terneros y pollos. “Prácticamente donde la busques, allí estará”, según el veterinario.

Cambiar la arena de estos parques por suelos de caucho (como ya se está haciendo en algunos lugares) y vallar las zonas infantiles son algunas medidas que propone el investigador de la UCM para reducir la presencia de una bacteria difícil de eliminar.

A nivel hospitalario, donde un simple contacto con el pomo de la puerta puede ser origen del contagio, Blanco aconseja “aprender a convivir con ella, a realizar buenos tratamientos antibióticos que impidan la aparición de antibiorresistencias y a detectar los portadores”. De esta forma, se reducirían las cifras de las infecciones por Clostridium difficile: al menos 8.000 casos al año y 32 millones de euros de coste.

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