Decidí titular este artículo VIH y el sida, o "El  Silencio de los Muertos", porque como ciudadano de este bendito país del  que formo parte, me considero cómplice a la vez de esta sociedad indolente e  irresponsable, al grado que se percibe en el ambiente como que no nos importara  el avance lento pero inexorable del VIH, de ahí el origen del título y, no me  refiero a una minoría que lleva a cabo algún esfuerzo, si no a una mayoría que  no escucha el clamor de los que ya necesitan de atención medica y de un  tratamiento que resulta carísimo y porque no tienen a donde recurrir para  recibir una orientación y un apoyo adecuado.
            Sostengo lo anterior porque a estas alturas de la debacle,  aún cuando la salud publica es de imperativa necesidad. la atención que se le  da a la pandemia es insuficiente, porque no llega a la conciencia de la  ciudadanía para que reaccione positivamente, al contrario, por esta ignorancia,  la gente desestima el peligro para evitar caer en los tentáculos del VIH  que no se ve, sino hasta que se convierte en  síndrome y, aun así, existen muchísimas personas que saben que ya son  portadores de un virus que no tiene vacuna que lo inmunice y, además, no  debemos olvidar la terrible pesadilla que vive la persona cuando se desarrolla  el síndrome con todo el poder del deterioro del organismo y la angustia de los  seres queridos y de la gente que lo rodea, lo que lo hunde en un silencio  propio de los muertos.
            Reconocemos que existen organismos internacionales  interesados en ayudar ya sea para difundir por algún medio de comunicación lo  que significa el VIH y el sida entre la población o, facilitando algún  tratamiento para hacerle frente a este serio problemas de salud publica, por lo  que deducimos que no nos encontramos preparados para contrarrestar el VIH una  vez que se declare que el problema es verdaderamente serio y que no hay  recursos económicos para contrarrestar la pandemia del siglo que ya se  encuentra conviviendo con muchísimas personas que hacen vida normal y que lo  descubrirá hasta cuando los síntomas inicien su devastadora destrucción  apocalíptica, entonces serán los lamentos sin respuesta, sin opción para  sobrevivir. Solo quedará el recurso de la resignación.
            Se puede deducir sin lugar a equívocos, que no se conocen  los alcances del VIH como gel sida en la población nicaragüense, sencillamente  porque se recluyen con su desgracia para evitar el rechazo de la gente que, en  lugar de ayudarlos los estigmatizan y los discriminan. Esto último es una  realidad en nuestro país.
            Ahora bien, muchas personas se preguntaran de la veracidad  del presente escrito, sin embargo, la respuesta la tiene el mismo ciudadano,  cuando se percata que no existe un trabajo sistemático para prevenir el virus,  sino veamos: ¿cuánta gente no utiliza el condón? ¿Cuánta gente practica la  monogamia o la fidelidad conyugal?, ¿cuánta gente se encuentra desinformada de  lo que es y significa el VIH y el sida?, ¿adónde se encuentran las campañas  encaminadas a la prevención? ¿Cuántos organismos internacionales apoyan a  algunas organizaciones nacionales y donde se encuentran los informes donde se  dan a conocer la manera en qué se utiliza la ayuda para tratar de combatir la  pandemia?, y por otro lado, no se escuchan por ninguna parte las voces publicas  o privadas que se pronuncien al respecto. Entre las que se encuentran: las  denominaciones religiosas, los poderosos sindicatos, los centres educativos en  general, el ejército, la policía, los diputados, la empresa privada, los  Derechos Humanos y todas aquellas organizaciones cívicas que tienen poder de  convocatoria entre la población para que juntos luchemos contra este peligro  que ya se encuentra con nosotros.
            La verdad es que no se ve una divulgación masiva para la  prevención, y esto desde luego repercute en el aumento de la pandemia.
            Necesitamos que todos los pobladores nos unifiquemos para  evitar el desastre, comenzando por montar campanas publicitarias capaces de  llegar a todos los estamentos del país y de esta manera poner un dique para que  la pandemia no continúe extendiéndose con todas sus consecuencias de muerte y  desolación.
            Para finalizar, pidámosle a Dios que nos ayude, de otra  manera estaremos al borde del abismo. En Mt. 21:22, nos dice: Y todo lo que  pidiereis en oración, lo recibiréis.
            *Escritor y Periodista 
              Josefmelendez@hotmail.com