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La Jornada
 
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actualizado 23 de noviembre 2010

 
Si existe la voluntad, la disputa tiene Costa Rica y Nicaragua, tiene solucion inmediata
 
Por Euclides Tapia  
(foto César Perez)

 

Ante la situación que se vive actualmente, producto de la disputa entre Nicaragua y Costa Rica en el Río San Juan y áreas adyacentes; considero que la mejor alternativa para enfrentar el dilema, es una negociación cara a cara. La misma consistiría en que si una de las Partes en este caso, Laura Chinchilla, oferta a la otra, realizar una cumbre presidencial sin condiciones, la contraparte (Daniel Ortega), no tendría posibilidades de negarse. Me refiero a que sin haber sido planeada previamente, en abierto desafío al protocolo, de manera informal, sin la retirada de tropas, pero armada del convencimiento, que le asiste la razón y rescatando la gestión de buenos oficios, que iniciaran tanto José Insulta, como Humberto Ortega, la presidenta Chinchilla, emplace al presidente Daniel Ortega, solicitándole una reunión, como personas civilizadas y si se quiere como hermanos latinoamericanos, de forma inmediata y exclusivamente entre los dos, bajo la premisa de que concluida la misma, éste ordene el retiro de las tropas de la zona en litigio, mientras que a su vez, Costa Rica empeña su palabra, de acceder amojonar el área. Concluida la reunión cumbre y de inmediato girada la orden de retirada de las tropas de la zona, el 27 de noviembre se reuniría la programada binacional fronteriza con los técnicos para materializar el acuerdo. A primera vista, esta alternativa aparenta presentar la cuestión, como que Costa Rica, estuviera cediendo, sin embargo, al romper el impase impuesto por el arquetipo existente actualmente, de que no se negocia, si no hay retiro de tropas, lo que hace es que obliga a acercar a la parte opuesta, al punto de equilibrio o posición mutuamente aceptable, ya que a Ortega se le imposibilitaría rechazar la oferta del conclave y como el que tiene que materializar la concesión es él (retiro de tropas) y no Costa Rica, que se limitaría a mantener la promesa que acaba de hacer (17/11), de “elaborar una propuesta y cronograma de trabajo para la demarcación de los tramos de la zona fronteriza”, o de “retomar de inmediato las conversaciones sobre aspectos relacionados con la demarcación de la línea fronteriza realizados hasta la fecha, conforme a los tratados y laudos existentes, como realmente lo exige la OEA; pero para efectos prácticos, que satisfaga la exigencia fundamental nicaragüense, de amojonar de inmediato la región en disputa; es evidente que el golpe de timón de San José, terminaría valorándose, más que una concesión, como un triunfo diplomático, pues de inmediato alcanzaría su objetivo primario, mientras que Nicaragua lo obtendría en perspectiva. En una coyuntura como esta, es entendible, que para lavar la cara ante su pueblo, Ortega exija garantías de la parte tica, de que en un tiempo definido, se amojone la frontera, por lo que para ello se requeriría de un socio garante, lo suficientemente confiable para los dos, que de común acuerdo decidirían.

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