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actualizado 22 de agosto 2011
El planeta de los simios donde vivimos
¿Vamos a entrar o ya hemos entrado a un planeta de los simios? ¿O, más bien, nos acercamos a un planeta sin simios?
Por Isaac Bigio
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Gráfico cortesía
El Film plantea la posibilidad de que parlamentos, como el britanico, acaben siendo compuestos por simios. La película con los mejores efectos especiales que se viene estrenando en lo que va del 2011 es la nueva secuela de El Planeta de los Simios. Usando la tecnología del CGI empleada en el film más taquillero de la historia (Avatar), diversos actores humanos aparecen transformados por las computadoras como si fueran verdaderos simios.

En esta producción una chimpancé sometida a experimentos da a luz a un bebé, César, el cual es criado como un humano adoptando nuestro lenguaje e inteligencia, y quien, más tarde, libera a unas decenas de simios para derrotar a la policía con sus armas, autos y helicópteros nada menos que en el puente más famoso de EEUU (el de San Francisco).

La película pone varios temas políticos en cuestión. ¿Es posible que se pueda dar alguna vez un escenario en el que otras especies, por primera vez en la historia, volteen la tortilla y nos sometan o esclavicen?. ¿El planeta de los simios es una posibilidad o ya se ha dado antes?. ¿Cuál es la situación de los simios de hoy y acaso es posible que nuestro planeta se quede sin ellos?

Una visión anticuada de los simios

Un año antes que el hombre llegase a la luna, se estrenó el primero de los siete de estos filmes, el cual, a su vez, ha dado paso a otras series de TV y de dibujos animados. En todo ese lapso la ciencia ha venido descubriendo muchas cosas nuevas.

En estas sagas se presenta a la nueva civilización simiesca dividida en 3 castas: los militares que son los gorilas, los intelectuales que son los chimpancés y los administradores de justicia que son los orangutanes.

Sin embargo, estas 3 especies son completamente diferentes. Hasta hace unos 18 millones de años atrás, los gibones se desprendieron de nuestro tronco ancestral, luego hicieron lo propio hace unos 12 millones de años los orangutanes, hace 8 millones de años los gorilas, y hace unos 5 a 7 millones de años atrás los chimpancés. Estas cifras son estimadas, los mismos que pueden variar dependiendo de las fuentes, pero, en todo caso, hay cierto consenso en saber cuáles son las ramas simiescas más afines.

Entre las distintas especies de simios no se pueden procrear ni comunicar entre sí, y jamás ha habido una sola sociedad en el mundo animal basada en el dominio de una alianza permanente de 3 especies diferentes.

Los gorilas, pese a que erróneamente han sido identificados con el gorilismo (o golpismo militar latinoamericano), son una especie vegetariana y pacífica. Su gran tamaño, al igual que el de los elefantes e hipopótamos, se debe a que son máquinas devoradoras de plantas.

A los chimpancés se les ha descubierto que comen carne, que cazan utilizando formaciones y tácticas militares y que fabrican herramientas y hasta lanzas.

En la última versión del Planeta de los Simios aparecen éstos conversando en una asamblea dentro de una jaula, pero eso es una completa imposibilidad. Si dentro de humanos encontramos que hay tribus colindantes que tienen idiomas tan disímiles, imaginemos el caso de las distintas poblaciones de chimpancés que nunca se han visto y que tienen formas de comunicación y de cultura diferentes. Unos, por ejemplo, aplastan nueces con piedras, otros crean anzuelos para pescar termitas, otros hacen lanzas para cazar monos, etc.

Sin embargo, estas diferencias de formas de comunicación se agigantan aún más en el caso de gorilas y orangutanes, especies muy distintas cuyas únicas sociedades naturales se encuentran al otro extremo del globo (los primeros dentro del centro de África y los segundos a miles de kilómetros de distancia, en las islas del sudeste asiático.

Un gran ausente en esta serie son los bonobos, el cual es la especie de simio que ha demostrado tener mayor capacidad para comunicarse con los humanos. Cuando hace medio siglo se escribió “El Planeta de los Simios” se pensaba que éstos eran chimpancés pigmeos, pero luego se ha demostrado que son especies separadas por uno a dos millones de años de evolución, por numerosos rasgos y formas de socialización. Mientras los chimpancés son patriarcales y pueden ser muy agresivos, los bonobos son igualitarios, matriarcales y bisexuales que apaciguan sus tensiones internas fomentando sexo entre la mayor cantidad de sus integrantes.

Frente a los chimpancés los bonobos tienen cuerpos, cabezas y cuellos más delgados, torsos menos peludos y una postura más similar a los humanos.

Somos 99% simios

Este es el título de uno de los últimos libros del museo de historia natural de Londres. Hoy se sabe que los bonobos y los chimpancés comparten alrededor del 99% de sus genes con los humanos, que los chimpancés en estado natural fabrican utensilios y lanzas y cazan en equipo, que en cautividad pueden leer y escribir con cientos de signos y que hasta hace 5 a 6 millones de años sus ancestros y los nuestros podrían entrecruzarse.

De hecho los chimpancés y bonobos en sus genes y evolución son tan o más cercanos a nosotros que a otros simios como los gibones y tal vez los orangutanes.

Algo que diferenció a nuestros ancestros de los chimpancés es que nuestros antepasados empezaron a caminar, a salir de la vida arbórea, a emigrar por todo el planeta y a ser capaces de usar las manos solo para manipular (y no para moverse). Es nuestra tendencia a emigrar, algo que hoy se viene restringiendo cada vez más con las nuevas anti-inmigratorias de las potencias, lo que nos ha hecho humanos.

¿Cuál imperio puede caer: el de los humanos sobre la naturaleza o el de Murdoch sobre la prensa humana?

En el filme se muestra que el chimpancé César, tras las alteraciones producidas por una droga en su cerebro y en sus ojos(que se tornan verdes como símbolo de una supuesta superioridad de quienes tienen éstos sobre los que tienen pupilas oscuras) se había ido tornando casi humano y que luego él torna inteligentes a otros simios al esparcirles a algunos de ellos un gas y a otros solo con liderarlos de sus jaulas.

Al final de la película César muestra que sabe expresarse en inglés, lengua que luego hablarán, como su idioma y con buen acento norteamericano, todos los simios que en todos los otros capítulos de esa serie aparecen esclavizando a los humanos. Curioso triunfo del idioma de Shakespeare que aparece como el único que mantiene una nueva civilización de 3 nuevas especies no humanas y sirve para súper-oprimir a quienes crearon dicha lengua.

Sin embargo, toda droga tiene sus limitaciones. El cerebro de un chimpancé tiene un volumen que es entre 3 y 5 veces más chico que el de un humano, y, además, ni éste ni su estructura corporal están diseñados para caminar parados (salvo algunos pocos pasos) o hablar.

Pese a ello, en esta película se muestra a un puñado de grandes primates que se libera de sus jaulas en San Francisco, derrota a la policía de esta metrópolis destruyendo desde autos hasta un helicóptero y que se refugia en un bosque de sus afueras esperando que la misma droga que les hizo inteligentes vaya minando a los humanos.

Cuando veía esta producción (donde se supone que la policía dejará que los primates que les atacaron o mataron se desarrollen en libertad) en las calles cercanas al cine de Londres donde yo estaba, las fuerzas del orden vienen apresando y enjuiciando a más de mil humanos que hicieron otra revuelta.

Resulta inaudito sugerir que los EE.UU. no pudiesen o buscasen aplastar un levantamiento de otras especies, el mismo que causó más muertes que el de Londres; y que, además, la mayor potencia de todos los tiempos cayese -no bajo la acción de rusos, marxistas, musulmanes, latinos o extraterrestres- sino como fruto de una revolución de grandes primates. El único imperio que puede caer y que está relacionado con esta película es el del propietario del estudio que la ha hecho: Rupert Murdoch.

Simios hominoides y humanos simios

De lo rescatable de esta producción, aparte de su provocador argumento y sus efectos especiales, está en mostrar cuán "humanos" pueden ser los simios y cuán bestiales pueden ser sus captores humanos.

Para la ciencia todos los humanos son simios y todos los simios somos "hominoides".

En su nomenclatura, ésta clasifica a los humanos (y a nuestros antepasados homos o australopitecos) como parte de la misma tribu "hominini" en la que estamos junto a los chimpancés y bonobos; a los "homininis" y los gorilas dentro de la subfamilia de los "homininos"; a los "homínidos" y orangutanes integrando la familia "homínida"; y a los "homínidas" y a las 4 especies vivas de gibones como parte de la súper-familia de "hominoides".

Para la ciencia, los chimpancés, al igual que los humanos, son "hominis", "homininos", "homínidos" y "hominoides". Un especialista en National Geographic, además, propone reclasificar a los chimpancés (cuyo nombre científico es “pan troglodytes”) como otro género humano: "Homo troglodytes". Jared Diamond incluso dice que deberíamos considerar a los humanos como un tercer chimpancé después del bonobo y del chimpancé clásico.

Todo ese supuesto trabalenguas no es un homicidio al lenguaje, sino un reconocimiento que, aquéllos a quienes seguimos cazando y enjaulando, son nuestros familiares.

El planeta de los simios es algo que no ha de darse, pues ya se dio hace miles de años cuando una tribu de éstos empezó a multiplicarse, cultivar, urbanizarse y colonizar todos los rincones del globo: la nuestra.

¿Planeta dominado por simios o planeta sin simios?

Los humanos son hoy la rama más exitosa de los mamíferos, de los primates y de los simios. Esto porque somos los únicos que hemos completamente moldeado nuestro entorno y que hemos sido capaces de colonizar el subsuelo marino, los polos y el espacio.

Una característica que tiene nuestro género es que no estamos divididos en especies o subespecies. Felinos, canes o equinos tienen numerosas de ellas. El género pan está dividido en dos especies (bonobos y chimpancés, quienes, a su vez, están fragmentados en 4 sub-especies).

Desde que hace 4 millones surgiera el género homo, ha sido usual que haya habido varias especies nuestras simultáneamente viviendo en la misma Tierra. En algunos valles del África se estima que hasta 4 de éstas fueron contemporáneas. Hasta hace 30,000 años en nuestro planeta estábamos los homo sapiens sapiens (nosotros), los homo sapiens neandertales, una o dos especies en el Asia y los hombres-hobbits de las islas Flores.

Hoy nosotros nos creemos que somos el género que domina al mundo y que no tenemos dentro de nosotros a ninguna otra especie o subespecie.

Esta visión viene siendo cuestionada por dos clases distintas de especialistas. Varios antropólogos creen que deberíamos considerar a los chimpancés y bonobos como parte de nuestra especie. Por otra parte hay numerosos investigadores serios que creen que hay indicios que sugieren que hay especies no descubiertas de otros hombres o simios en Norteamérica o Asia (yeti, pie grande, etc.).

Hoy, sin embargo, el gran avance de nuestra especie viene produciendo lo que muchos científicos llaman la sexta gran extinción. Unas de las especies más vulnerables son, precisamente, las de nuestros parientes más cercanos.

Solo quedan 20,000 bonobos y menos de un millón de simios. En vez de fantasear que un número tan reducido de ellos fuese capaz de derrotar a la tecno-civilización de 7 mil millones de humanos expertos en armas nucleares, viajes espaciales, informática y robótica, lo que deberíamos pensar es cómo evitar que sigan declinando las 5 especies de simios que quedan. Hoy sabemos que al menos una veintena de éstas y otra veintena de especies humanas han sido completamente borradas del mapa.

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