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La Jornada
 
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actualizado 18 de enero 2011

 
ETA: adiós a la metralleta
 
Por Isaac Bigio  

El ETA, ha venido constatando cómo todos sus antiguos camaradas han venido abandonando el camino de las armas para centrarse únicamente en el de las urnas

El grupo separatista armado vasco ETA ha declarado un "alto al fuego permanente, general y verificable". Sin embargo, el presidente español Zapatero ha respondido que "no habrá ningún tipo de diálogo”, que “solo esperamos el comunicado de disolución definitiva”, que “no habrá ninguna condición política que aceptemos" y que se “mantendrá la política antiterrorista”, en tanto que se ha procedido a una nueva redada de activistas del ETA.

La nueva posición del ETA implica algo más profundo que una simple tregua y marca la profundización de un giro histórico por parte de esta organización que surgió hace medio siglo patrocinando la guerrilla urbana como medio para lograr un ‘país socialista vasco independiente’.

El ETA, quien siempre estuvo ligado a los nacionalistas del IRA de Irlanda del Norte y a la guerrilla castrista latinoamericana, ha venido constatando cómo todos sus antiguos camaradas han venido abandonando el camino de las armas para centrarse únicamente en el de las urnas.

Durante la guerra fría (desde fines de la década de los cuarentas hasta la de los ochentas) se desarrollaron una serie de ‘movimientos de liberación nacional’ armados no solo en muchas colonias y ex colonias sino incluso dentro de los que llegaron a ser las principales potencias coloniales.

Sin embargo, tras la desintegración del bloque soviético y de la bipolaridad, la totalidad de estas insurgencias fue buscando una nueva estrategia encaminada a pasar de buscar el poder total por la vía militar a contentarse con llegar a espacios de poder por el camino electoral.

Los gobiernos africanos que antes se proclamaron como ‘marxistas leninistas’ se reciclaron aceptando la democracia multipartidaria y el mercado, en tanto que China y Cuba, si bien fueron uno de los pocos países comunistas que no renunciaron al sistema de partido único y de economía planificada, giraban hacia reinsertarse en los organismos financieros internacionales y abrían sus puertas a grandes inversiones privadas.

Dos antiguas insurgencias nacionalistas, como la del Congreso Nacional Africano de Mandela o el IRA norirlandés que inspiraron al ETA, han llegado a ser parte de sus respectivos gobiernos tras haber trocado los fusiles por las ánforas y su anterior radicalismo socialista por un pragmatismo conciliador.

El ETA, tan igual como en su momento lo hizo el IRA, combinaba un brazo militar con uno que intervenía en las elecciones. Usualmente, en los comicios del país vasco en España, grupos que compartían la postura pro-independencia y se negaban a condenar al ETA, recibían entre un decimo y un quinto de los votos. No obstante, apenas éstos llegaban al parlamento se les disolvía aplicando la ley antiterrorista.

El nuevo viraje se da como consecuencia de que ha crecido la presión interna e internacional para desarmarse, de que la opinión pública vasca ya está cansada de la guerra y de que la propia izquierda ‘arbetzale’ (esto es la que ve como progresiva al ETA) clama por que el ETA adopte plenamente la estrategia nor-irlandesa a fin de que esta misma ya no sea constantemente ilegalizada.

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