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actualizado 24 de diciembre 2012
Tesis del Arquitecto Carlos Santos Berroterán vaticinó terremoto de Managua
Ligado a sequias
Por Raúl Arévalo Alemán
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» “Un verano seco le quitaría estabilidad a la “cuña de Managua” y disminuiría su resistencia ante los empujes laterales que en forma continua ejercen las masas adyecentes “, sostuvo Santos Berroterán en ese tiempo, antes del terremoto del 72, hace 40 años.

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Hace 40 años se dio en Managua, la capital de Nicaragua, el segundo terremoto del siglo XX , fue precisamente el 23 de diciembre del año 1972. Su antecedente fue el pasado movimiento telúrico del 31 de marzo del año 1931. Pasaron 39 años para que la capital de Nicaragua fuera sacudida nuevamente en forma cíclica. Los científicos consideran que los sismos de gran envergadura se presentan cada cierto tiempo pero no hay un período definido de cuándo será el siguiente terremoto que atacará nuevamente a la capital de Nicaragua en Centroamérica.

Managua fue destruida en segundos a las 12 y 30 minutos del 23 de diciembre del año 1972. El sismo fue de 6.2 de en la escala de Richter pero se presentaron varios antecedentes. El cielo se puso rojo al occidente de la capital, y, se había pronosticado de parte del arquitecto Carlos Santos Berroterán, que la sequia que vivía el país tendría repercusiones para que se diera un terremoto tal como se presentó en el año 1931 que tenía también características de sequia.

La investigación del Arquitecto Santos Berroterán se basaba en la observación que relacionaba la precipitación pluvial y los temblores de Managua en los años 31 y 68 cuando hubo un mal invierno. Managua dijo el científico está asentada sobre una “cuña” y esta propensa a los sismos después de una sequia. El texto de Berroterán afirmaba que “un verano seco le quitaría estabilidad a la “cuña de Managua” y disminuiría su resistencia ante los empujes laterales que en forma continua ejercen las masas adyecentes . Agregó que la “cuña de Managua” es “sensible a sufrir desplazamientos por las variaciones del nivel de agua subterránea, con la consiguiente producción de sismos locales “, afirmó.

Concluía Berroterán : “ En vista de la baja precipitación fluvial en 1972 (452 milímetros ) , la menor probabilidad de que ocurran temblores destructivos es de 2/7 o sea 28.5 por ciento”. También la probabilidad de un 71.5 % que pudieran ocurrir temblores de menor intensidad o nada trascendente, según afirmó Berroterán en sus observaciones.

Por otro lado, los terremotos del 31 y 68 en la colonia Centroamérica que atacaron Managua no estaban relacionados con las fallas de San Andrés y los Cocos en la fosa del Pacífico. Fueron sismos locales originados a 10 kilómetros de profundidad. El terremoto de Managua de 1972 fue un sismo de magnitud 6.2 grados en la escala sismológica de Richter que destruyó la capital de Nicaragua, a las 12:35 de la mañana (06:35 UTC) del sábado 23 de diciembre de 1972 (en vísperas de la Navidad), con una duración de 30 segundos, seguido por dos réplicas de 5.0 y 5.2 grados a la 1:18 am y 1:20 am (07:18 y 07:20 UTC), respectivamente, casi una hora después del primer temblor, con epicentro dentro del Lago Xolotlán 2 kilómetros al noreste de la Planta Eléctrica Managua en la falla de Tiscapa. Destruyó el centro de la ciudad y causó cerca de 19,320 muertos y 20,000 heridos, aunque no se sabe el número exacto de fallecidos debido a que hubo cadáveres que nunca fueron sacados de los escombros por los rescatistas nacionales y extranjeros y que al descomponerse causaron un fuerte hedor durante casi 5 meses hasta la llegada de la estación lluviosa en mayo de 1973.

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