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actualizado 25 de enero 2012
Lecciones de amor
Un año es suficiente para pasar "el resto de tu vida" con esa persona especial
Por Prof. Christian Cazabonne
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No existe en el mundo otra lección de amor más impresionante que la de Edith Piaf yThéo Sarapo. Tampoco existe en el mundo otra cantante francesa que haya representado su país con tanto éxito y con un acento único, con un estilo propio, que fue y sigue siendo un símbolo de Francia.

Llegó a sus 46 años bien recorridos, y sin saber cómo, encontró de pronto al gran amor de su vida. Se involucró en una relación que sorprendió al mundo.

Se enamoró locamente de Théo Sarapo, un joven griego 20 años menor que ella.

Edith aseguraba que éste era el definitivo y más grande amor de su vida. Se casó con él y todo el mundo pensó que se trataba de un “gigoló” que quería aprovecharse de su fortuna.

Para la gente fue difícil creer en el amor de una mujer mayor y famosa con un joven adonis griego, pero Edith gritó a los cuatro vientos que Théo era el único hombre que había amado.

Un año después de casarse con el joven griego, en 1963, Edith Piaf murió en su casa del Boulevard Lannes a la edad de 47 años, víctima de una cirrosis avanzada y con sus facciones deterioradas debido a la morfina.

El gran amor de su vida sólo le duró un año.

Théo Sarapo fue el único heredero de Edith Piaf.

Los derechos discográficos, de autor y cinematográficos fueron a parar a su cuenta bancaria.

Eso confirmaba las sospechas de la gente.
La imagen de gigoló, inescrupuloso y aprovechador, se extendió por todo el mundo, mientras el silencio del griego confirmaba todas esas sospechas.

Sin embargo, siete años después Théo Sarapo volvió a ser noticia de primera plana en los periódicos. Se había suicidado. Sobrevivió hasta agotar la “fabulosa” herencia recibida de su mujer, es decir, una lista interminable de deudas. La enfermedad y adicción de Edith Piaf la había dejado en bancarrota y con las deudas hasta el cuello.

Théo Sarapo, en silencio, las fue pagando como pudo, una tras otra, y así hasta dejar totalmente limpio el sagrado nombre de su amada.

Cuando llegó a pagar el último centavo se quitó la vida. ¿Para qué la quería si no podía compartirla con el único amor de su vida? En su mesilla de noche hallaron una tarjeta que decía:
"Pour toi Edith, mon amour". Théo Sarapo le enseñó al mundo y a sus detractores otra hermosa lección de amor. Durante los siete años que demoró pagar las deudas de su amada Edith, jamás se lo vio con otra mujer. Fue enterrado junto a ella. Al fin estarían juntos otra vez, para cantar a dúo desde el más allá:
Dedicada a él, Edith compuso y cantó la más bella canción de su repertorio: « Non je ne regrette rien » No! no me arrepiento de nada. Ni del bien que me han hecho, Ni del mal, Todo eso me da igual! No! no me arrepiento de nada. Todo está pagado, barrido, olvidado... Me importa un bledo el pasado! Con mis recuerdos, he encendido el fuego, mis penas, mis placeres… Ya no los necesito! Barrí todos los amores y todos sus temblores, los barrí para siempre, vuelvo a empezar de cero. No! no me arrepiento de nada. Porque mi vida, Porque mis alegrías, Hoy comienzan contigo...

Por eso hoy quise contarles esta historia.

Porque la gente siempre juzga con ligereza, porque los prejuicios y la suspicacia empañan muchas veces el verdadero amor y las buenas intenciones.

También porque Edith nos demostró que no se necesita toda una vida para amar y disfrutar, porque nos enseñó que un año es suficiente para pasar "el resto de tu vida" con esa persona especial.

Por eso, también se llama Lecciones de amor.

E-mail: prof.cazabonne@hotmail.fr

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