Hace cinco años cuando Bush depuso a Saddam Hussein  planteamos que ello no sólo podría generar un “cambio de régimen” en Iraq, sino  tal vez en Norte América. El hecho que Washington se haya atascado en esa  guerra y en la de Afganistán ha ayudado a que todos los gobernantes aliados a  Bush en dichas invasiones ya hayan caído. Hoy en EEUU vienen potenciándose  quienes proponen un “cambio”. Paradójicamente el candidato que más viene  creciendo enarbolando ese lema es alguien quien tiene el nombre de “Hussein”:  Barack Hussein Obama. 
                  El fenómeno Obama
                  Hasta fines de diciembre parecía que Hillary Clinton iba a  ser coronada como la candidata de los demócratas. Durante todo el 2007 ella  solía encabezar las encuestas  para ser  nominada como la aspirante de su partido por siempre dos dígitos de ventaja  (hasta, incluso, con un 30%).
                  Sin embargo, el 3 de Enero Barack Hussein Obama le ganó la  votación en el primer estado que entró a la lid (Iowa). A pesar que la ex  primera dama se recuperó en New Hampshire, su rival le propinó una fuerte  derrota el 26 de Enero en Carolina del Sur. Allí Obama ganó por 29 a 29 puntos de diferencia,  algo que hasta ahora no ha conseguido ningún precandidato en ninguna votación.  También el número de votos que él obtuvo allí es superior al de la suma que  todos los precandidatos demócratas tuvieron en las pasadas internas (2004). 
                  A pesar que la   Clinton sigue encabezando las encuestas a nivel nacional y  tiene el mayor número de delegados para el congreso demócrata que nominará a su  plancha presidencial, Obama se ha transformado en la nueva e impensada  sensación de este proceso eleccionario. El viene movilizando a sectores que  anteriormente no iban en tan gran escala a sufragar como los jóvenes y, sobre  todo, los afroamericanos. 
                  Obama viene de recibir el endose de Carolina Kennedy la  única hija viva de John F. Kennedy y podría pronto contar con el apoyo de Ted  Kennedy. Igualmente, se baraja la posibilidad que John Edwards, quien va  tercero en la lid demócrata, podría terminar dándole sus votos.
                  Todo indica que el partido que más posibilidades tiene para  ganar las presidenciales del 4 de Noviembre solo tiene dos precandidatos:  Hillary (quien podría ser la primera presidenta de EEUU) y Obama (quien podría  ser el primer negro en llegar a gobernar no sólo EEUU sino alguno de los  grandes países americanos o del grupo de las 8 potencias industriales).  
                  Obama y Osama 
                  No sólo el nombre Hussein sino un apellido que algunos  quieren confundir con “Osama” son cosas que algunos buscan que produzcan  rechazo ante Obama. No obstante, si éstas son una de las presidenciales más  atípicas en la historia de EEUU, Obama es uno de sus aspirantes más atípicos. 
                  A pesar que Obama es un evangelista practicante, tiene un  padrastro y un abuelo musulmanes y él se educó en el Islam estudiando en un  colegio de la república con mayor población mahometana del mundo: Indonesia.  Nunca alguien con raíces tan musulmanas ha llegado a gobernar a cualquiera de  los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad o del G8.   
                  Obama es técnicamente un mestizo (pues su madre es blanca),  aunque él es hijo de un africano (su padre es de Kenia, donde dicen que apoyó a  los guerreros anticoloniales mau mau) y su esposa e hijos son negros. 
                  De todos los precandidatos, él es el único que ha nacido fuera  del continente americano (vino al mundo en Hawai, Oceanía) y también luego que  en 1959 estas islas se convirtieron en el último Estado de EEUU. 
                  Mientras que la mayor parte del resto de sus rivales viene  de “familias bien” él tuvo una difícil infancia. Su padre le abandonó a los dos  años y él luego se hizo hombre en casa de sus abuelos. También confiesa haber  consumido drogas. 
                  El “Hussein americano” 
                  Su popularidad no radica en su origen étnico, sino en el que  él encarna varios postulados antagónicos al militarismo y al conservadurismo  social y cristiano de Bush. 
                  Según la “tradición” cuando los norteamericanos deciden  cambiar a un presidente buscan alguien que sea lo más opuesto a su predecesor.  Reagan encarnaba el reverso de Carter y Bill Clinton el de Bush padre. Esta  vez, Hillary Clinton no es ya quien más representa ello, sino Obama.
                  Él es quien introdujo el slogan “cambio”, el cual otros  candidatos quieren tomar, y con el cual él quiere resaltar que él representa  una renovación total frente a los Bush (tanto por procedencia social, por raza,  por generación como por políticas). 
                  Sus lemas son “cambio, reconciliación y esperanza”. Muchos  republicanos temen que él pueda ser un candidato más difícil de abatir pues su  mensaje puede calar en algunos de sus propios votantes. Obama trata de  diferenciarse del sistema de gobierno cerrado, secreto, sectario y parcial con  el cual describe al de Bush, por uno que tienda puentes a todas las creencias,  etnias, clases y formaciones políticas.
                  Obama se vanagloria de haber sido el único de los  precandidatos importantes en haberse opuesto a invadir Iraq, aún cuando en el  2003 dicha guerra y Bush eran muy populares. Él promete que sacará a las tropas  de EEUU de Iraq en sus primeros 16 meses de gobierno, dejando solamente algunas  unidades para patrullar lugares diplomáticos o para atacar a bases que se  encuentren de Al Qaeda. También plantea desembolsar $US 2 mil millones en  ayudar a los 4 millones de refugiados y desplazados iraquíes. Asegura que  desmantelará el campo de prisioneros de Guantánamo y que restablecerá el  “habeas corpus”. 
                  El programa de Obama
                  En política externa él se jacta de ser el único que está  dispuesto a negociar cara a cara con los presidentes de todos los “Estados  parias” (en cuya categoría no solo ubica a Irán y Siria, sino también a Cuba y  Venezuela). A diferencia de otros precandidatos él sostiene que no quisiera  atacar Irán y menos aún lanzar bombas atómicas sobre “bases terroristas”.
                  El también postula ir hacia un mundo sin bombas nucleares,  para lo cual inicialmente parará el desarrollo de éstas e iniciará un gradual  desmantelamiento de estas armas en negociaciones con Rusia.
                  Sin embargo, Obama no es un “pacifista”. El plantea  tecnificar e incrementar a las FFAA de su país y que éstas tengan 65,000  soldados y 25,000 marinos de más. Al buscar salirse de Iraq y no bombardear  Irán él busca concentrar todos sus esfuerzos en derrotar a Al Qaeda, para lo  cual él está dispuesto a liderar una amplia coalición que les garantice el  triunfo.
                  Obama tiene receptividad entre quienes se preocupan por la  pobreza mundial y la ecología. Él llama a anular la extrema pobreza mundial  para el 2015 e invertir $US 50  mil  millones en ello. 
                  Si bien no menciona al “tratado de Kyoto” en su portal, él  sugiere que él dará un giro radical en la política medioambientalista del  principal emisor de carbono en el globo.   Sus recetas son: reducir la dependencia en el petróleo importado (que  significó, según él, $US 500 mil millones en el 2006), incentivar el etanol  (algo que le pone en la mira de Castro y Chávez quienes acusan a esta forma de  energía de encarecer los alimentos), hacer que EEUU logre que el nivel de  carbono en la atmósfera baje un 80% por debajo del que había en 1990, e  invertir en una década $US 150 mil millones en desarrollar energías limpias. 
                  En cuanto a la inmigración él llama a frenar el ingreso  anual de medio millón de indocumentados y él votó a favor de la construcción  del súper-muro de más de mil kilómetros que detenga a los latinos que cruzan a su  país desde México. Llama a penalizar a las empresas que contratan ilegales. Sin  embargo, él postula programas que pudiesen dar la ciudadanía a ciertos  indocumentados. Este juego de posiciones, empero, no le ha causado gran  popularidad dentro de los latinos, quienes en las votaciones demócratas de  Nevada fueron quienes inclinaron la balanza a favor de la Clinton.
                  Obama plantea extender los servicios de salud para todos,  aunque no cuestiona el sistema de grandes corporaciones privadas de salud, algo  que hasta los conservadores de Canadá, Francia o Reino Unido no aceptan para  sus países.
                  Al mismo tiempo que él llama a restablecer algunas  libertades cívicas restringidas por Bush, él no se opone a la pena de muerte.
                  Críticas a Obama
                  Hillary Clinton le ha enrostrado a su rival por haber estado  primero a favor del seguro universal de salud, para luego oponerse a éste, y  que él, si bien estuvo contra la guerra de Iraq, luego votó por más fondos para  ésta.     
                  Su esposo Bill ha querido presentarlo como el candidato de  una raza al haber hecho hincapié que Carolina del Sur también votó (gracias a  sus electores negros) por Jesse Jackson en 1984 y 1988 (el único otro  afroamericano que tuvo un buen papel en las internas demócratas). 
                  Sin embargo, en ese mismo Estado Obama reclutó el voto de un  cuarto de los electores blancos y su primera victoria se dio en Iowa, donde  solo el 2% de su población es de piel oscura. 
                  El New York Times ha editorializado en pro de Clinton por  encima de él pues la ve más competente y experta.
                  Los republicanos creen que sus políticas debilitarán el  poderío de EEUU y que producirán más impuestos, gastos públicos y concesiones a  las uniones homosexuales o al derecho al aborto. 
                  Si bien muchos izquierdistas aceptan poder votar por él,  Obama se reclama abiertamente como un “anticomunista” que esté convencido en la  superioridad del sistema americano de capitalismo de libre mercado.  El, a su vez, tiene como a uno de sus  asesores a Zbigniew Brzezinski, quien fuera consejero de Carter y quien es  tradicionalmente uno de los principales halcones del partido demócrata. 
                  Un Hussein en la Casa Blanca
                  Si Obama llegase a la Casa Blanca, él buscaría darle a ésta un cambio  en su imagen internacional que, si bien no sería tan radical como el que  Mandela le dio a Sudáfrica, le permitiría a EEUU mejorar su perfil ante los  medioambientalistas, musulmanes y el Tercer Mundo.
                  Sería un gran cambio el hecho que la Presidencia de EEUU  vaya a recaer en la primera persona que tenga ancestros y educación musulmanes  y que tanto él como la primera dama sean afroamericanos.
                  Un eventual gobierno suyo haría que la maga-potencia  abandonase el unilateralismo en lo externo y la desregularización y los grandes  cortes de impuestos a nivel interno. Trataría de restablecer el poderío  norteamericano abandonando el pantano de Iraq para concentrarse en construir  más consulados y dotarse de más destacamentos. Buscaría derrotar a Bin Laden  dejando de dispersarse en distintos teatros de combate para centrarse en  destruir su organización. Es tras ese objetivo de aplastar a Al Qaeda que Obama  buscaría llegar a acuerdos con Irán, Siria, Cuba y Venezuela.   
                  Sin embargo, aún Obama sigue segundo en las internas  demócratas y nada garantiza que él gane la nominación de su partido o luego la Presidencia. Entre  tanto, Obama buscará no seguir la senda del “radical” Howard Dean que se esfumó  tras llegar al clímax de su carrera en el 2004. Su presencia en el proceso  electoral está creando mella en las candidaturas de todos los partidos.
                  Si el “Hussein americano” no llega a la Casa Blanca su propia  irrupción podría presagiar un cambio de administración en Washington y un  eventual retiro de Iraq.