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ACTUALIZADo 13 de ABRIL de 2009
Un nuevo comienzo
Puerto España se convierte así en una buena oportunidad para abrir una nueva etapa en las relaciones interamericanas, para intentar un “nuevo comienzo”
por José Miguel Insulza*
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José Miguel Insulza. (FOTO OEA)

El 17 de abril se inaugura, en Puerto España, Trinidad y Tobago, la V Cumbre los Jefes de Estado y de Gobierno de las Américas. Es la primera Cumbre en que participará el nuevo presidente de los Estados Unidos. También es la primera en la que los 34 líderes participantes han sido elegidos democráticamente.

Puerto España se convierte así en una buena oportunidad para abrir una nueva etapa en las relaciones interamericanas, para intentar un “nuevo comienzo”, para iniciar un estilo que refuerce la cooperación y la solidaridad entre países que, aunque muy diversos por su tamaño y su nivel de desarrollo, están geográficamente atados y obligados a cooperar para fortalecer sus democracias, su prosperidad y su seguridad común.

En esta perspectiva, la Cumbre de las Américas tiene especial relevancia para las relaciones interamericanas del Presidente Obama y su intención de iniciar un diálogo sobre una política “con” América Latina y el Caribe, en lugar de una política “para” la región. No es exagerado decir que las expectativas sobre Puerto España giran en torno al inicio de este diálogo. Más allá de los acuerdos concretos, será el clima de cooperación que se establezca, la buena voluntad que los participantes muestren para superar malos entendidos e iniciar una era de verdadera cooperación, lo que puede hacer que esta Cumbre sea recordada como un encuentro distinto a los demás. Y los mandatos que de ella surjan, fijarán las líneas de trabajo fundamentales para la OEA en los años venideros.

Cuando el temario de Puerto España fue acordado, no había aún una crisis financiera. La temática central giraba en torno a temas como el alto precio de los alimentos y la energía, la sostenibilidad ambiental y el calentamiento global, la seguridad ciudadana y la gobernabilidad. Estos temas estarán aún en la mesa de la reunión, porque han tenido y seguirán teniendo impacto gravísimo en la población de América Latina y el Caribe.

Pero a apenas dos semanas de la Reunión del G-20, en la cual participaron los líderes de cinco países de la Cumbre (Argentina, Brasil, Canadá, México y Estados Unidos), ella también representa una oportunidad única para que los líderes americanos dialoguen sobre los desafíos apremiantes que enfrenta la región por la crisis financiera mundial, y sobre el impacto que la misma tendrá en las economías y en el bienestar de los ciudadanos de las Américas.

Los países de América Latina y el Caribe han tenido muy poco que ver en la generación de esta crisis; pero ella interrumpe bruscamente siete años de buen crecimiento y amenaza con afectar especialmente a los más pobres y a los que apenas vienen saliendo de la pobreza. A este drama social y humano se agregan también los efectos negativos que la crisis puede provocar en la gobernabilidad democrática.

En este contexto, y aunque algunos países estén hoy mejor preparados para enfrentar la coyuntura, para otros, los más pequeños y más débiles, será necesaria la cooperación internacional para evitar que se evapore lo alcanzado en cuanto a la reducción de los niveles de pobreza e indigencia; para mantener las fuentes de empleo; y para mantener el funcionamiento de las economías, ante la caída de las exportaciones, las remesas y el turismo.

Los acuerdos logrados durante la reciente reunión del G-20, son en este sentido, auspiciosos y esperanzadores y esperamos saber cómo se concretarán en beneficio de la región. En concreto, interesa saber si el Banco Interamericano de Desarrollo y las demás instituciones subregionales de crédito tendrán acceso a recursos frescos para apoyar los programas de reactivación, complementando la tarea que el G 20 asignó al FMI.

La Cumbre debe traer también, acuerdos en materia de calentamiento global, que permitan que la región tenga una posición unida en la reunión de Copenhague de Diciembre de este año; acuerdos para promover la cooperación energética; y una clara expresión de la voluntad hemisférica de combatir el narcotráfico, el flujo ilegal de armas y el crimen organizado a través de políticas efectivas de cooperación. Y debe definir compromisos claros para hacer avanzar la democracia y la gobernabilidad, fortaleciendo la vigencia de nuestra Carta Democrática Interamericana, el instrumento fundamental de este período de nuestra historia.

*Secretario General de la OEA

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