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ACTUALIZADo 1 de JULIo de 2009
El dólar no es una moneda confiable
A pesar de que la relación oro-dólar creció y osciló muchísimas veces en más de medio siglo, observamos que las reservas de muchos países continúan estando en dólares
por Gustavo-Adolfo Vargas *
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Uno de los “misterios” de la economía, es el valor real de la moneda norteamericana. El hecho que evidencia el poco valor del dólar, se dio cuando los Estados Unidos de América (USA) de manera unilateral decidieron declarar la inconvertibilidad del dólar por oro en 1971.

En un hecho inédito, el 15 de agosto de 1971, el presidente estadounidense Richard Nixon anunció que su país abandonaba unilateralmente la convertibilidad del dólar con el metal precioso. De esta manera, se derribaba uno de los pilares fundamentales de una arquitectura global basada, hasta ese entonces, en la convertibilidad del dólar con respecto al oro.

Todo había surgido de los acuerdos realizados en Bretton Woods, en 1944, de la que emanaron instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) y en donde igualmente se había establecido la libre convertibilidad entre oro y dólar, base del sistema monetario internacional.

En realidad, el sistema de Bretton Woods fue abandonado unilateralmente por los USA para mantener su hegemonía económica, política y militar, erosionada seriamente por los costos de la Guerra de Vietnam. Con esta acción unilateral, inconsulta, se estafó a todos los países que tenían sus reservas en dólares, estableciéndose, de hecho, una flotación general de las monedas respecto del oro.

La decisión estadounidense llevó a que el dólar “saltara” de los a los 0 dólares por onza troy de oro. En otras palabras, el “sinceramiento” del valor real del dólar, implicó el reconocimiento que el valor de la moneda norteamericana “respaldada” en oro, no era de 1/35 (0.02857) sino de 1/400 (0.0025); es decir, 11.4 veces menos. Con esta medida, el oro aumentó vertiginosamente su precio, pasando de 35 dólares onza troy que se pagaba en 1944, hasta alcanzar los casi 800 dólares en 1980, y a más de mil dólares en 2008, haciendo la delicia de los especuladores de todo tipo, especialmente de los países desarrollados, en detrimento de los subdesarrollados.

Desde mediados de abril del año en curso, el precio del metal precioso ha subido impulsado en gran medida por la debilidad del dólar y un aumento en los temores sobre la inflación. El oro cerró a US3.20 la onza, un alza de 0.5% respecto del cierre anterior y sólo 2% por debajo de su récord histórico de US,003.20 registrado en marzo de 2008. Estrategas de metales de la Unión de Bancos Suizos (UBS), creen que la onza de oro alcanzará los US,000.

A pesar de que la relación oro-dólar creció y osciló muchísimas veces en más de medio siglo, observamos que las reservas de muchos países continúan estando en dólares y no en oro u otros metales preciosos; subvencionando de esta manera el crónico déficit fiscal y comercial estadounidense.

Esto se debe a un engranaje tan ficticio como perfecto, combinando un déficit fiscal y comercial casi permanente de USA, la pérdida de credibilidad de las instituciones fundadas en Bretton Woods, y el abandono de un sistema monetario basado en la producción de bienes reales y no en transacciones electrónicas.

A consecuencia de esto, el sistema monetario mundial es cada vez más abstracto, las transacciones electrónicas superan varias veces a las de bienes y servicios reales, convirtiéndose en un sistema virtual que infla un globo irreal que puede estallar en cualquier momento.

Al mismo tiempo, hay un estimado en una proporción de 1 a 250 en dinero circulando por ambas vías, pero ese número cambia diariamente a favor de una economía financiera que no genera bienes reales ni satisface necesidades. El capital tiene más movilidad que los otros factores de producción, y el capital financiero se mueve más que la inversión directa y se desplaza donde obtiene mejores recompensas, sin que importe el desarrollo de los países.

Debido a estas ventajas, cada vez más se acumula el capital en las instituciones financieras y en compañías multinacionales que se cotizan en bolsa; en este proceso, los mercados financieros actúan como intermediarios.

Por otro lado, las instituciones de Bretton Woods, el FMI y el BM, no han sabido ni han podido adaptarse a circunstancias que cambian con rapidez, imponiendo a los países subdesarrollados recetas y remedios que no aplicarían en sus propios países. Es por demás conocido que, con una que otra excepción, los programas del FMI no han tenido éxito en las repetidas crisis financieras de los últimos tiempos; por ello, su misión y sus métodos de funcionamiento deben de ser reconsiderados, siendo como corolario de suma importancia la creación de otras instituciones que tomen en cuenta los intereses de los países subdesarrollados.

Esto no será nada fácil, ya que el sistema capitalista global, por un lado, permite que el mecanismo del mercado y el afán de lucro penetren en esferas de actividad que no le son propias, al tiempo que siempre se adapta a las circunstancias. Por el otro lado si bien es cierto que las incursiones de ideología del mercado en campos muy distantes de los negocios y de la economía, han tenido efectos sociales destructivos y desmoralizadores, eso no ha evitado que la economía norteamericana se beneficie del resto del mundo, al adquirir no sólo bienes y servicios con moneda en constante “devaluación”, sino convenciendo a propios y extraños que sigan considerando al dólar como una divisa dura y constituida en el “patrón” monetario de intercambio internacional.

Actualmente, los bancos centrales poseen 4 millardos (en nomenclatura anglosajona 4 billones de dólares) en bonos del tesoro de los USA, lo que constituye sus reservas internacionales, financiando la mayor parte de los déficits presupuestarios internos del gobierno durante más de tres décadas. Con respecto a la debilidad del dólar, el oro está siendo impulsado por las expectativas de inflación, aunque el paquete de estímulo del gobierno estadounidense aún no ha demostrado ningún impacto. Nada hace pensar que dicha tendencia haya desaparecido y que continúe haciendo emisiones basadas en riquezas potenciales, que no necesariamente son las suyas.

Por otro lado, si a las fuerzas del mercado, como algunos predican, se les concede una autoridad completa, incluso en los campos puramente económicos y financieros, estos producirán más caos y podrían desembocar en última instancia en el desmoronamiento del sistema capitalista global.

Es por eso que las cuatro grandes economías emergentes que integran el grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) han demandado un sistema de divisas más diversificado, estable y predecible. En el comunicado final tras su primera cumbre formal en la ciudad rusa de Ekaterimburgo, el BRIC aboga por un mecanismo más democrático y transparente de toma de decisiones en las organizaciones financieras.

Aunque a primera vista, el dólar norteamericano no cumple con sus funciones como primera moneda de reserva mundial, la aparición de nuevas monedas de reserva, aun siendo sujeto de un proceso largo, aparenta ser tan inevitable al margen del paradójico hecho que las economías del BRIC, como otras alrededor del mundo, son altamente dependientes de las fluctuaciones en la tasa de cambio del dólar. Además, los bancos centrales en todo el mundo poseen más dólares y valores en dólares que activos denominados en cualquier otra moneda extranjera. Lo realmente preocupante es que la volatilidad del dólar es una preocupación mayor para países en vías de desarrollo porque no poseen enormes reservas extranjeras para respaldar sus monedas.

En cambio, las cuantiosas reservas del BRIC poseen la capacidad letal para sepultar al dólar, pero al precio quizá de su propio suicidio, ya que no existe todavía una divisa alterna. A raíz de la crisis financiera global, el mundo se ha percatado, finalmente, que los Estados Unidos de América producen muy poco y gastan demasiado. Sus gastos militares, el gasto exagerado de los consumidores estadounidenses, las adquisiciones de compañías y bienes raíces extranjeros, son ejemplo de ello. Y, para colmo, los dólares que gastan en el exterior terminan todos en los bancos centrales extranjeros.

El principal tema político que enfrentan los bancos centrales del mundo es por lo tanto el siguiente: ¿cómo evitar que se agreguen aún más dólares a sus reservas y que al hacerlo sigan financiando aún más gastos deficitarios de USA? El objetivo ahora es la creación de una moneda de referencia internacional, independiente de cualquier Estado, porque el dólar no es una moneda confiable.

*Jurista, Politólogo y Diplomático.

 

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