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actualizado 23 de abril 2010

La tasa Tobin
James Tobin, propuso fijar una pequeña tasa impositiva a las transacciones financieras realizadas en los mercados internacionales de divisas
Por Gustavo-Adolfo Vargas

La actual crisis financiera internacional ha convertido una idea considerada por muchos poco menos que utópica, hace tres décadas, en un importante proyecto que ahora está siendo objeto de análisis por parte de las más altas instancias políticas y económicas internacionales.

James Tobin (premio Nobel de Economía en 1981), inspirado en las ideas de John Maynard Keynes, propuso fijar una pequeña tasa impositiva a las transacciones financieras realizadas en los mercados internacionales de divisas, con objeto, entre otras cosas, de frenar la especulación financiera y lograr una mayor estabilidad en dichos mercados. Él pensó este impuesto como una manera de ayudar a promover el libre cambio, para asegurar al país que podría abrir su mercado sin exponer a sí mismo al quebrantador movimiento del “dinero caliente”.

En palabras más sencillas, la tasa Tobin constituye realmente un impuesto sobre la especulación financiera y también puede significar un importante instrumento para transferir recursos desde la economía financiera (esencialmente volátil y especulativa en la mayor parte de sus mercados) hasta la economía real.

Tobin nunca imaginó que esa propuesta lo convertiría en una referencia para los grupos antiglobalización, que se oponen a la iniciativa estadounidense a manera de instrumento para luchar contra la especulación y lograr una mayor recaudación destinada a ayudar a los pobres. Esto motivó a crear un movimiento alrededor de su propuesta que congregó a los mayores intelectuales dentro de la antiglobalización. En Francia apareció ATTAC (Asociación por una Tasa a las Transacciones Cambiarias para apoyar a los Ciudadanos), que muy pronto tuvo filiales en todo el mundo.

Tobin se convirtió en bandera para enfrentar a los economistas neoliberales ortodoxos, a la Escuela de Chicago y a los seguidores de Milton Friedman. Su nombre comenzó a ser coreado en todas las manifestaciones en que se trata de hacerle un contrapeso serio a las medidas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).

James Tobin jamás quiso jugar desde afuera, siendo en realidad un verdadero defensor del
establishment y del libre comercio. Solamente quería que se corrigiera un grave error que llevaba a enormes desigualdades. Esta tasa está dirigida al desestimulo del flujo de capitales a muy corto plazo (días o semanas), pues estos obtienen un porcentaje de ganancia muy reducido, cuyo impuesto Tobin prácticamente lo haría desaparecer. Tobin creía que la administración de ese enorme fondo de dinero debería estar en manos del propio FMI o de la ONU. Para él era un problema corregible dentro del propio sistema y nunca del antisistema.

Actualmente existe un amplio consenso sobre la necesidad de una nueva arquitectura financiera internacional, sólida y basada en un mayor control y una verdadera transparencia de las operaciones financieras; por todos es conocido que el tamaño y la volatilidad de los mercados financieros han sido el marco y el caldo de cultivo idóneo para el desarrollo rápido y descontrolado de la actual crisis económica.

El punto de inicio de la reciente eclosión de apoyos a la tasa Tobin acaeció el pasado mes de agosto, cuando el británico lord Adair Turner, máximo responsable de la regulación financiera en el Reino Unido, sorprendió a todos relanzando la idea de esta tasa como una buena herramienta para reducir y racionalizar el tamaño de los mercados financieros, disminuir su nivel de riesgos, y como elemento disuasorio para un alto número de actividades socialmente inútiles. Además propuso que la tasa se aplicara a todas las transacciones financieras, y no sólo a las de divisas.

Meses después, Gordon Brown asumió esta moción, proponiendo la implantación de esta tasa internacional durante la pasada cumbre de los países del G-20. También han mostrado su apoyo a esta proposición baluartes tan significativos como Nicolás Sarkozy, Ángela Merkel, el comisario europeo José Joaquín Almunia, José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea. Además, los 27 países de la UE, a través del Consejo Europeo, instaron al Fondo Monetario Internacional a estudiar la posible implantación efectiva de esta tasa.

Las transacciones financieras tienen un importe 75 veces superior al de las transacciones reales, de bienes y servicios. El mercado de divisas es el mayor mercado del mundo, su volumen de operaciones es 15 veces superior al PIB mundial y 60 veces superior al comercio internacional. En estos datos que impresionan, se refleja lo que hoy es el capitalismo y la especulación financiera en manos de banqueros y financieros, a quienes poco les importa la salud económica o física de los países y sus habitantes.

Las razones del mencionado resurgir de la tasa Tobin hay que buscarlas, además del ya referido clamor social por la crisis financiera, en la importante recaudación que dicha tasa generaría. Diversas estimaciones cifran que el importe recaudado podría oscilar entre el 0,6% y el 1% del PIB mundial, y en cifras absolutas, en una amplia horquilla entre los 400.000 y 800.000 millones de dólares anuales, en función de que se aplicase un tipo del 0,05% o del 0,1% y según se proyectase sobre las operaciones de divisas únicamente o sobre el conjunto de las operaciones financieras.

Tras años de promover la desregulación total de la economía y menoscabar el papel del Estado como regulador de las relaciones económicas, ahora los principales partidarios de la globalización admiten la necesidad de la regulación para evitar el acrecentamiento de las divisiones en la sociedad global y el consiguiente caos.
Sería fundamental el desarrollo de una estrategia para implicar a todos los organismos financieros internacionales, así como a los bancos y entidades financieras nacionales, en esta nueva tasa, haciendo ver lo importante de conseguir que el sector financiero sea capaz de contribuir de forma sustancial y efectiva al desarrollo de una tasa realmente global y al servicio de una mejora de la sociedad internacional.

De antemano sabemos que a esta idea le opondrán toda serie de prejuicios y obstáculos. Seguramente pasarán otras crisis y los especuladores se enriquecerán más, hasta que se logre aplicar la tasa Tobin, que es una de las mejores propuestas en contra de la especulación. Si existe la decisión de los gobiernos será más sencillo implantarla. Ojalá sea a corto plazo.

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