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actualizado 12 de noviembre 2010

Se veía venir
No tropecéis en la misma piedra
Por Alfredo Hernández Sacristán

O como dijo aquel: Crónica de una muerte anunciad. Antes de continuar, me confieso “absolutamente machista”. Pero no se asusten; el que se siente hombre- con sus connotaciones positivas y también negativas-siente la llamada al amor, con minúscula y con mayúscula cuando es grandioso, ama porque tiene ejemplos de mujer a la que amar; y un hombre que ama lo hace desde el respeto, la delicadeza, la entrega y la fidelidad que es sinónimo de felicidad. Y este hombre, absolutamente machista, se cortaría la lengua, las manos y lo haga falta, con tal de no ofender y menos maltratar a la persona amada- o que un día fue supuestamente amada-, y da gracias a Dios por haber creado a la mujer.

Y continúo con el motivo de estas líneas, pobres líneas, porque es difícil plasmar en un papel el significado y la hondura del amor. Y no te copio la carta de S. Pablo a lo de Corinto sobre la caridad, el amor, y si no te lo escribo es porque sería demasiado extenso y parecería una plática o un sermón, de lo que huyo porque ya está escrito en las epístolas del Apóstol de las gentes.

Volviendo..Hace años, en la década de los sesenta, comentaba a unos amigos que, cuidado con la perversión de la mujer. Ella es el baluarte de la familia y corrompida , se corrompe la familia, y si esta sucumbe, la sociedad se despeña cuesta abajo y sin freno, en un desenfreno del que ahora nos lamentamos (algunos).

La mujer, si la mujer funciona, la nave que ella dirige llega a buen puerto. Es vela y timón. Si se acoge a vientos favorables y sabe dar con eficacia el golpe de timón oportuno, la barca llega a pesar de las difíciles singladuras, al buen resguardo- y que me perdonen los marinos, por invasión de competencias o lengusje.

No valen las probaturas con una institución tan antigua como la vida misma y avalada por el éxito de la tradición. Todo lo demás es un engaño. La primera mujer, Eva, ya fue engañada. No tropecéis en la misma piedra.

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