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actualizado 29 de diciembre 2011
Impulsos hacia la igualdad
La mujer tiene que ocupar el lugar que racionalmente le corresponde en las sociedades actuales
Por Ignacio Pareja Amador
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Dentro del mes presente celebraremos El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una fecha que nos obliga a reflexionar respecto a los avances de nuestras sociedades en materia de discriminación, equidad e igualdad de género, bajo la lógica de que cuando se alcanza la simetría de condiciones, se derogan las vulnerabilidades que obligan a los grupos humanos a brindar protección a los oprimidos.

Como es bien sabido, el rol del hombre y la mujer ha tenido determinantes específicos, cuyo origen más preciso podemos encontrarlo en la delimitación natural, en las características físico-biológicas que han acompañado a los seres humanos desde los primeros pasos de su evolución.

En un principio fue la cualidad biológica la que determinó el dominio del hombre sobre la mujer, ante la disyuntiva de la máxima natural del “mando del más fuerte”. Sin embargo, los seres humanos actuales hemos sido testigos del cambio en el pensamiento y concepción del papel de los géneros en la sociedad, tomando como antecedente al movimiento renacentista, a nivel ideológico, pero también en cuanto a las transformaciones tecnológicas, en donde el papel de la “fuerza” como determinante en la producción de valor ha declinado ante el factor de la racionalidad y el conocimiento, elementos básicos que pueden explicar los impulsos contemporáneos por lograr condiciones de equidad e igualdad entre hombres y mujeres.

Sin lugar a dudas, acontecimientos como la Revolución Francesa, la independencia de los EE.UU., y la independencia de los países de Iberoamérica fueron los detonantes para la instauración de una forma de gobierno distinta (democracia) que más adelante daría pie a las tracciones que permitieron la participación de la mujer en la organización de los gobiernos.

Hoy en día nos percatamos que la integración de las mujeres en el mundo es un proceso que se concreta a través de diversos acontecimientos progresivos, en respuesta a una sociedad cada vez más plural, informada, pero sobre todo globalizada, que se muestra dispuesta a abrirse y dejar atrás los viejos dogmas conservadores que limitaron el papel de la mujer en las distintas épocas de la historia humana.
En síntesis, estamos más conscientes de que la participación de las mujeres en la vida política, económica, social y cultural ha cambiado radicalmente en comparación con las épocas anteriores y nos resulta inevitable preguntarnos ¿cuáles son los impulsos que han propiciado esta inclusión?
A manera de ejemplo, podemos ubicar algunos impulsos internacionales que buscan eliminar la discriminación y la violencia contra la mujer en sus respectivas naciones. De los más importantes podemos mencionar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada en 1948, que establece en su artículo 1 que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad de derechos…”, siendo que “Toda persona tiene los mismos derechos y libertades […], sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”. Fragmento que como podemos observar brinda los mismos derechos a todo ser humano independientemente de su sexo. Esta declaración, de igual manera establece en su artículo 21 que “toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país”, Además de tener “[…] derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país”.

De igual forma encontramos otros instrumentos jurídicos internacionales como la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, que se encuentra dentro del marco de Naciones Unidas (1981), en la cual se estipula la obligación de los Estados de garantizar la igualdad de hombres y mujeres en el goce de sus derechos políticos, comprometiéndose a eliminar “la discriminación de la mujer en la vida pública y privada”, así como en materia de igualdad de condiciones, derecho a voto y a ser elegibles, para ocupar los cargos públicos y ampliar así su participación en la vida pública (artículo 7).

En este tenor vale la pena mencionar otros instrumentos internacionales que hacen alusión a los derechos políticos de las mujeres como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, adoptado en el marco de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (1966), la Convención Americana de Derechos Humanos (1969), la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995, entre otros.

Estos instrumentos son el reflejo de la voluntad global por dejar atrás los viejos dogmas que han discriminado a la mujer por siglos. El contexto actual nos brinda una oportunidad para materializar estos instrumentos en nuestra vida diaria, dependerá de cada uno de nosotros, ciudadanos del mundo, que la mujer ocupe el lugar que racionalmente le corresponde en las sociedades actuales.

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