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actualizado 27 de enero 2011

Haití: Historia de un genocidio y de un ecocidio
No se trata de “ayudar” a Haití, sino de respetar a su pueblo
Por Alejandro Teitelbaum

Cuando Colón llegó en 1492 a la isla que llamó La Española (Haití y Santo Domingo) se encontró con un verdadero vergel ocupado por una gran población nativa que vivía pacíficamente.

Pero desde 1500 comenzó la deforestación de la isla para dar lugar a los cultivos de los conquistadores y también la eliminación física de los nativos que fueron reemplazados por africanos reducidos a la esclavitud. Es así como a comienzos del siglo XXI la superficie de los bosques, que en el momento de la conquista ocupaba el 80 por ciento del territorio, en Haití se ha reducido al 2 por ciento y en Santo Domingo al 30 por ciento, con tremendas consecuencias ecológicas y climáticas.

La primera República de América Latina y el Caribe y la primera República negra del mundo. Hace algo más de 200 años, el 1º de enero de 1804, la población de Haití abolió esclavitud y se proclamó República independiente. La abolición de la esclavitud en Haití suscitó temores de que cundiera el ejemplo entre los esclavos de la posesiones coloniales europeas vecinas y en los Estados Unidos, donde existió la esclavitud hasta la guerra de Secesión, en el decenio de 1860. Por ese motivo, Haití sufrió un largo período de aislamiento internacional.

En 1802 Napoleón, que se propuso restablecer la esclavitud en las colonias, envió a Haití una expedición militar de 24000 hombres al mando del general Leclerc, que logró al comienzo el acatamiento de una parte de los haitianos bajo la falsa promesa de no restablecer la esclavitud. Toussaint Louverture, con otra parte de los haitianos, no se dejó engañar y lucharon contra los franceses con suerte desigual.

Pero cuando cundió la noticia del arresto de Toussaint Louverture y de su deportación a Francia y del restablecimiento de la esclavitud en otras colonias como Guadalupe, los rebeldes reiniciaron con más fuerza los combates y finalmente derrotaron al ejército enviado por Napoleón y entraron a Puerto Príncipe en octubre de 1803. Las fuerzas francesas, que había perdido varios miles de hombres, a su comandante el general Leclerc y a varios otros generales, evacuaron la isla en diciembre de 1803.

Desde entonces y hasta ahora los haitianos han debido soportar invasiones (de USA desde 1915 a 1934) dictaduras bajo el alto patrocinio de los Estados Unidos (Duvalier padre e hijo, este último de regreso a Haití mientras a Aristide se le prohibe volver), golpes de Estado y nuevas invasiones. Aristide, primer presidente de Haití democráticamente elegido, expulsado por Estados Unidos y Francia.

Cuando Aristide, el primer presidente de la historia haitiana elegido democráticamente, asumió el Gobierno en Haití en febrero de 1991, propuso aumentar el salario mínimo de 1,76 a 2,94 dólares por día. La Agencia para la Inversión y el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID) criticó esta iniciativa, diciendo que significaría una grave distorsión del costo de la mano de obra. Las sociedades estadounidenses de ensamblado radicadas en Haití (es decir la casi totalidad de las sociedades extranjeras) concordaron con el análisis de la USAID y, con la ayuda de la Agencia Central de Inteligencia, prepararon y financiaron el golpe de Estado contra Aristide de setiembre de 1991. Como la reacción internacional (el embargo) y el caos interno paralizaron las labores de las empresas estadounidenses en Haití, las tropas de ese país restablecieran a Aristide en el Gobierno en 1994 y aseguraran al mismo tiempo la impunidad y un confortable retiro a los jefes militares golpistas.

Las fuerzas armadas de los Estados Unidos, que intervinieron en Haití con el aval del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se apoderaron en dicho país de la documentación referente a las violaciones de los derechos humanos cometidas por la dictadura militar y probablemente de las pruebas de la intervención de la CIA. Las autoridades de los Estados Unidos continúan reteniendo dicha documentación, pese a los reclamos que se le han formulado en diversas ocasiones.

En 2004 se repitió el escenario de 1991, con Aristide, que había sido reelegido en 2001, políticamente desprestigiado, sitiado económicamente por Estados Unidos y asfixiado por el Fondo Monetario Internacional. Esta vez la expulsión de Aristide fue orquestada por Estados Unidos con Francia como segundo violín y legitimada ex post facto por el Consejo de Seguridad. Aristide había tenido, además, la imprudencia de reclamarle a Francia la devolución de la “indemnización” que le pagó Haití en el siglo XIX , estimada al cambio actual en 21 mil millones de dólares.

En efecto, Francia le cobró a Haití por su independencia.

En 1814 Francia le exigió a Haití una indemnización de 150 millones de francos oro, que en 1838 rebajó a 90 millones. Cuando Haití aceptó el reclamo, Francia la reconoció como nación independiente y comenzó a percibir las cuotas de la indemnización que Haití terminó de pagar en 1883.

Enseguida después del derrocamiento de Aristide en 2004, se reunió en Washington una “Conferencia de donantes”. Un año después, de los 1080 millones comprometidos en la Conferencia, habían llegado a Haití 90 millones, la mitad de los cuales destinados a organizar las elecciones.

La MINUSTAH (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití) creada por el Consejo de Seguridad el 30 de abril de 2004, usando como pretexto la proliferación de delincuentes armados, realizó verdaderas masacres en Cité Soleil, el barrio más pobre de Puerto Príncipe y bastión de los partidarios de Aristide, el 6 de julio de 2005 y los días 16, 22 y 28 de diciembre de 2006, utilizando ametralladoras pesadas, cuyas balas atravesaban de lado a lado las miserables casas, como si fueran de papel.

El terremoto

Diversas instituciones, Médicos Sin Fronteras y otras, denunciaron que el despliegue militar estadounidense impidió la ayuda sanitaria urgente de los primeros momentos.

El 21 de enero Françoise Saulnier, directora jurídica de MSF, informó que cinco pacientes fallecieron en el centro médico instalado por MSF. Dijo Mme. Saulnier: “La cirugía es una prioridad urgente en tales catástrofes. Están los tres primeros días para sacar a la gente de los escombros, los tres días siguientes para hacerles las intervenciones quirúrgicas y después la comida, el abrigo, el agua. Se mezcló todo, la atención a la vida de la gente se atrasó en tanto que la logística militar que puede ser útil al cuarto o aun al octavo día, atestó el aeropuerto”. Según Saulnier los tres días que se perdieron crearon importantes problemas de infección, de gangrenas y hubo que hacer amputaciones que se hubieran podido evitar.

El papel del Consejo de Seguridad

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que se reune en menos de 24 horas cuando el tema interesa a las grandes potencias, tardó una semana en reunirse y adoptó como única decisión aumentar el contingente de la MINUSTAH a 8940 militares y 3711 policías.

Cuando en setiembre de 2009 se discutió en el Consejo de Seguridad la prórroga del mandato de la MINUSTAH varios diplomáticos plantearon la necesidad de darle una nueva orientación a dicha Misión. El representante de Costa Rica dijo que lo que necesitan los haitianos es un porvenir mejor y, para poder comer, contar con un sector agrícola dinámico. Se preguntó por qué proseguir a un enorme costo la militarización de la MINUSTAH y la reconstitución de las fuerzas armadas si Haití no es objeto de ninguna amenaza exterior y dijo que era urgente superar el obstáculo que constituye el régimen de propiedad de la tierra.

Pero la MINUSTAH continuó con la misma orientación prevalecientemente militarista. Actualmente hay en Haití una fuerza militar casi equivalente, en proporción a la población y al territorio, a las fuerzas armadas desplegadas en Afganistán y en Iraq.

¿El aumento del salario mínimo como detonador?

El salario mínimo en Haití estaba fijado desde mayo de 2003 en 70 gourdes por día , esto es 1,75 dólares, el mismo salario en dólares que había en 1991, cuando Aristide lo quiso aumentar a 2,94 dólares. En 2007 se produjo en Haití un enorme proceso inflacionario que afectó los precios de los productos básicos. Teniendo en cuenta dicha inflación, el salario mínimo industrial debió situarse entre 550 y 600 gourdes diarios. Después de dos años de discusión, el Parlamento haitiano aprobó en abril de 2009 un aumento del salario mínimo a 200 gourdes, es decir algo menos de 5 dólares diarios. El Presidente de la República y el Gobierno haitiano se rehusaron a ordenar la promulgación de la nueva ley.

Se produjeron entonces grandes manifestaciones de estudiantes y trabajadores reclamando la promulgación de la ley, las que fueron violentamente reprimidas por la policía haitiana y la MINUSTAH.

Finalmente en agosto de 2009 se fijó el salario mínimo en 150 gourdes diarios (unos 3,50 dólares). Totalmente insuficiente para vivir pero inaceptable para las maquiladoras. Quizás este aumento del salario mínimo puede explicar, por lo menos en parte, la ocupación de Haití por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Como fue el caso con el golpe militar de 1991.

Robo y apropiación de niños

Haití tiene una larga historia de robos de niños, adopciones ilegales e incluso fundadas sospechas de tráfico de órganos de niños. Ahora se están constatando numerosas transgresiones al “interés superior del niño”: el robo de niños,la aceleración de los procedimientos de adopción y la expatriación de niños con fines presuntamente humanitarios. Todo ello en violación de la Convención de los derechos del niño, de la Convención sobre la Adopción Internacional, de las Directrices de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados sobre la protección de los niños en caso de conflictos armados o catástrofes naturales y de las recomendaciones del UNICEF. El ACNUR y el UNICEF sostienen que, en circunstancias como las que está atravesando Haití , hay que PARALIZAR los procesos de adopción, no hay que iniciar nuevos, no hay que usar indebida y abusivamente la calificación de huérfanos, sino de “niños no acompañados” hasta que no se sepa con certeza la suerte corrida por sus padres y su familia próxima. E insisten en que no hay que expatriar a los niños para evitar que además del trauma de la catástrofe, sufran el trauma de separación abrupta de su medio habitual y de la ruptura de todo lazo familiar.

Después del terremoto Holanda se llevó de Haití 109 niños que, al parecer, ya se hallaban en proceso de adopción, Estados Unidos se llevó 53 niños a Pittsburg “para mejorar su estado de salud”, aunque informaciones aseguran que ello facilitará los procesos de adopción por parejas que reúnan los requisitos. Es decir que debe entenderse que esos 53 niños ni siquiera estaban en proceso de adopción. Francia ya expatrió a más de 120, al parecer como resultado de una “aceleración” del proceso de adopción. Según una portavoz del UNICEF, Véronique Taveau, la política del organismo internacional es lograr la reunificación de la familia a toda costa y en ese sentido expresó su preocupación por la decisión de algunos países de acelerar los trámites de adopción.

Incluso cuando el trámite de la adopción está terminado “Las Autoridades centrales de ambos Estados se asegurarán de que el desplazamiento se realice con toda seguridad, en condiciones adecuadas y, cuando sea posible, en compañía de los padres adoptivos o de los futuros padres adoptivos”, como indica el artículo 19 inciso 2 de la Convención sobre la Adopción Internacional. Es decir que en circunstancias tan dramáticas como éstas, los padres adoptivos deberían ir a buscar al niño adoptado y no esperarlo en el aeropuerto de llegada.

EN resumen, no se trata de “ayudar” a Haití (en los hechos, las promesas de donaciones se han hecho efectivas en una mínima parte) sino de respetar a su pueblo (entre otras cosas que sea el pueblo haitiano y no la OEA y la ONU quien elija a las autoridades haitianas), de devolverle lo que es posible devolver de todo lo que se le ha despojado en 500 años. Devolverle en dinero, en reforestación, en desarrollo agrícola diversificado, en equipos, en reconstrucción, en material sanitario, etc.

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