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actualizado 10 de febrero 2011

La gobernanza democrática
La democratización no es cuestión de una ciudadanía pasiva, sino de una ciudadanía activamente pacificadora y pacifista
Por Víctor Corcoba Herrero
Víctor Corcoba.

La gobernanza democrática está en boca de todos; de todos los gobiernos y de toda la ciudadanía. Ahora bien, como en democracia en lugar de vencer hay que convencer, hace falta hablar claro y hondo. Las medias tintas no sirven. Por eso, porque el valor de la democracia vale la pena hacerlo valer en el mundo, considero saludable que la izquierda abertzale española haya realizado un proceso de reflexión interno. Aplaudo su acción. Sin duda, la democracia adquiere mayor transcendencia en la medida en que nos hace reflexionar sobre el valor de las libertades y el compromiso de crear sociedades participativas e inclusivas, lo que contradice proyectos independentistas, como pudiera ser el caso de la construcción democrática del Estado Vasco en el marco europeo, mientras siga vigente la constitución de 1978, que nos hemos dado todos los españoles ejerciendo los valores de la democracia, y que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, sin obviar que, asimismo, reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.

Una democrática gobernanza jamás puede optar por el silencio, y cuando alce su voz tiene que reafirmarse en sus compromisos, que han de estar basados en el estado de derecho y en los derechos humanos fundamentales. Es cierto que lo males de la democracia se han de curar con más democracia, que es tanto como decir con más ética y transparencia, pero sobre todo rechazando de manera contundente toda clase de violencia o de juego sucio que contraríe las leyes del juego democrático. Por consiguiente, creo que es también una buena noticia, que en los Estatutos del nuevo partido político vasco "Sortu", se muestre la voluntad y el deseo de contribuir a la definitiva y total desaparición de cualquier clase de violencia, en particular de la organización ETA; así como a la superación de las consecuencias de toda violencia y terrorismo, en pro de la paz, justicia y reconciliación de la sociedad vasca. Es verdad que lo importante no son tanto los estatutos como los hechos, como las actitudes de sus dirigentes y simpatizantes. Pero este desmarque de ETA si conviene subrayarlo. Negarlo sería de necios. A mi juicio, la democracia no puede poner grilletes a nadie que hable de paz. Deberían hacerlo más. Desde luego que sí. En cualquier caso, bienvenidas todas las declaraciones de rechazo a la violencia pasada, presente y futura. Porque la democratización no es cuestión de una ciudadanía pasiva, sino de una ciudadanía activamente pacificadora y pacifista.

corcoba@telefonica.net

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