Este Foro es conocido como un exclusivo club en donde los dirigentes del capitalismo global se reúnen para conocerse y estrechar sus lazos de solidaridad, se celebra anualmente en Davos, en la estación invernal suiza situada en el Cantón de Grison.

Posiblemente, los banqueros no ganarán popularidad en la cumbre de este año en el resort suizo, pero se espera que parte del estigma causado por influir a que el mundo entrara en una crisis financiera se haya desvanecido. Estos dirigentes del capitalismo mundial se dieron cita para evaluar la economía mundial.

Recientes datos del gobierno británico evidencian que la economía no creció en el cuarto trimestre de 2010, pese a que la inflación se aceleró. Economistas y banqueros advierten, que ello conlleva a la posibilidad de que se genere una “estanflación” (“alta inflación y bajo crecimiento”) como la que golpeó a Gran Bretaña en los años 70.

El profesor de la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, acotó que la inestabilidad política nacida del aumento de los precios de los alimentos, la energía y los commodities, como sucede en América del Norte, es un factor que puede afectar el crecimiento mundial y explicó que el mundo está viendo una recuperación económica a tres velocidades este año 2011: los países industrializados probablemente crezcan apenas por encima de 2,5%, las economías emergentes un poco menos de 7% y EU cerca de 3%.

A la par que los riesgos de una recaída disminuyen en gran parte del mundo, otra amenaza económica emerge: “la inflación”. El alza de los precios de los alimentos, la energía y otras materias primas reduce el valor adquisitivo de los ingresos de las personas de bajos recursos alrededor del planeta, e implica un eventual catalizador para protestas callejeras como en África del Norte y el Medio Oriente. Plantea un gran enigma para las autoridades de todo el mundo.

Tras años de incidir en la desregulación total de la economía y menoscabar el papel del Estado como regulador de las relaciones económicas, ahora los principales adeptos de la globalización admiten la necesidad de la regulación para evitar el incremento de las divisiones en la sociedad global y el caos.

Ésta podría ser la oportunidad para reformar el sistema económico vigente, evitando con ello perpetuar el subdesarrollo de las naciones del Sur con relación a los del Norte, dado que la brecha se ahonda cada vez más al ritmo de los avances científicos y tecnológicos.

La incapacidad o falta de voluntad para aplicar la tecnología en bien común, es evidente. La diferencia es tan enorme y la disparidad ha crecido tanto, que de seguir a ese paso, el propio crecimiento auto-aniquilará a quienes manejan el poder. La miseria de las mayorías, así como su desesperanza, es un reclamo contra la tiranía de las minorías opulentas.

Hay inseguridad del cómo las cosas están cambiando. El capitalismo del “laissez-faire” parece muerto. Se ha pasado de un período de incertidumbre económica a uno de incertidumbre política. Los líderes mundiales parecen atónitos ante el brote de la furia pública por la forma en que los banqueros regresan como siempre, a los negocios. Ejecutivos bancarios han viajado a Suiza envalentonados por sus crecientes ganancias, ansiosos de codearse con políticos y reguladores, esperanzados de frenar las nuevas restricciones al método que dirigen sus negocios y pagan a sus empleados.

Cuando la crisis financiera global estuvo en pleno desarrollo en 2009, algunos de los grandes banqueros no asistieron a Davos. Otros osaron regresar en el 2010, aunque adoptando un bajo perfil, conscientes del carácter de su reputación. En 2011, la mayoría de los grandes bancos estadounidenses y europeos están enviando a sus presidentes o ejecutivos.

Los Banqueros y grupos de presión que les apoyan, llegaron a los Alpes con una amplia lista de propuestas regulatorias y reglas pendientes que diluirían o eliminarían por completo. Probablemente, buena parte de la presión girará en torno a un acuerdo internacional que los reguladores bancarios forjaron el año pasado en otra ciudad Suiza (Basilea). Uno de los principales asuntos en la mira de los bancos es una cláusula de Basilea III que exige que los reguladores impongan mayores requerimientos de capital a las “instituciones financieras sistémicamente importantes”.

Banqueros y reguladores empezaron a forcejear para tratar de definir el término, en tanto la mayoría de bancos desean que la lista de instituciones que se ajuste a esa definición sea mínima. Tal argumento quizás, no convencerá a muchos de los que conciben las regulaciones. Referente a los rescates, no los pequeños, pero si los de los grandes bancos, han sido costosos e inmensamente impopulares en numerosos países occidentales.

No obstante, las reglas entran enteramente en vigor hasta 2018, por lo que aún falta ultimar varios detalles claves. En una conferencia de prensa previa a Davos (Suiza), el presidente ejecutivo del banco francés Société Générale S.A, expresó, que la industria esperaba desalentar a los países a imponer requisitos que fueran más estrictos, o se implementaran antes que el acuerdo de Basilea.

Lo cierto es que, la atmósfera política se ha vuelto tóxica para los grandes bancos, cargada por una creciente presión. La crisis política en países árabes ya repercute en la economía global, muchos de ellos prefieren las reuniones privadas a participar en los paneles de discusión. El apoyo a un embate más agresivo de los gobiernos para restringir las prácticas de los bancos es mayor de lo que hace un tiempo parecía posible. Este es el Escenario político-económico mundial en Davos.