El crecimiento económico produjo que emigrantes de China, Europa, Haití y Sudamérica intenten establecerse en Brasil para trabajar. El gobierno se ve desbordado ante la cantidad de inmigrantes, la proliferación de las redes de tráfico de personas y de drogas. Por eso, más allá de la política de recepción humanitaria que aplica, Brasil comenzó a endurecer sus normas y ahora seleccionar a quiénes deja ingresar.
Apenas el 1% de la población brasileña es inmigrante, sin embargo, el crecimiento de los extranjeros que desean quedarse en Brasil aumentó un 50% en 2011, mientras que se otorgaron un 32% más de visas de trabajo, respecto al año anterior.
El crecimiento industrial, financiero y una moneda fuerte permitieron que Brasil comenzara a ser un polo de atracción de ciudadanos de sus diez países limítrofes, que en promedio ganan salarios tres o cuatro veces menores.
En tanto, la crisis europea y el alto desempleo también posibilitaron que miles de emigrantes del Viejo Continente llegaran a Brasil en busca de oportunidades. Pero, a diferencia de la tradicional inmigración de principios y mediados del Siglo XX, ya no son campesinos iletrados los que europeos que arriban a Brasil, sino técnicos y profesionales universitarios que no encuentran oportunidades laborales en sus países.
Los lugares de procedencia de los inmigrantes son diversos. China fue el que solicitó más visas laborales, seguido de Estados Unidos, Portugal, Francia y España, revirtiendo por primera vez en varias décadas la tendencia migratoria brasileña, ya que los que llegaron a Brasil superaron a los que emigraron.
Pero, además, existe un gran flujo migratorio ilegal a través de sus 16 mil kilómetros de fronteras. Cifras oficiales calculan que viven en Brasil unas 600 mil personas indocumentadas.
Control de inmigrantes
El gobierno brasileño establece una política de inmigración bien definida. Privilegia a los profesionales que su mercado necesita e intenta trabar la llegada de personas sin formación.
Datos oficiales indican que debido a la expansión económica de Brasil, existe un déficit de entre 200.000 y 400.000 profesionales calificados, principalmente en sectores como petróleo, minería y tecnologías de la información.
La escasez de profesionales de estas áreas en Brasil debe a que las universidades no estaban preparadas para este crecimiento.
Ingenieros y economistas suelen recibir el permiso laboral, pero por ejemplo los abogados no, debido a la abundancia de doctores de la ley que se han formado en Brasil.
Además, la proximidad del Mundial de Fútbol de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016 genera la necesidad de realizar grandes obras, por eso el gobierno comenzó a seleccionar a quiénes les otorga las visas de trabajo.
Un problema inédito
El haberse convertido en la sexta economía del mundo le aportó a Brasil problemas que jamás pensó que debía afrontar, como por ejemplo la vigilancia de las fronteras.
El titular de las fuerzas armadas brasileñas viajó el año pasado a El Paso, Texas, que se encuentra frente a México, para recibir instrucciones de militares y funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional norteamericano en cuanto a cómo frenar la inmigración irregular.
El principal temor de Brasil no es sólo la llegada de inmigrantes pobres o de personas que no aporten un valor al mercado laboral, sino el incremento del tráfico de drogas y la importación ilegal de productos baratos, principalmente procedentes de China a través de una deliberada triangulación con algún otro país sudamericano, perjudicando a la industria nacional.
Inmigración Humanitaria
Desde el terremoto de 2010, la inmigración haitiana se incrementó, pero en enero de este año hubo una nueva ola de personas procedentes de esta nación. Unos 4 mil haitianos llegaron a Brasil en los últimos dos años, que huyendo del hambre se establecieron principalmente en los estados norteños de Acre y Amazonas.
Pero, desde mediados de abril, el gobierno de Dilma Rousseff limitó a 100 el número de visas para los haitianos, cuya mayoría se encuentra hacinada en centros de refugiados.
Brasil aduce que intenta luchar contra los llamados “coyotes”, que trafican personas. De acuerdo con datos de varios medios, un coyote cobraría entre 2.500 y 5.000 dólares para realizar una ruta que incluiría un pasaje de avión a Ecuador, Colombia o Perú, y luego un cruce de fronteras a través de la selva amazónica hacia Brasil.
Sin embargo, detrás la lucha contra el tráfico ilegal de personas puede esconderse una restricción hacia los haitianos que llegan a Brasil procedentes de la pobreza extrema y con escasa formación, que el mercado brasilero no necesita.
Por eso, el gobierno duplicará el número de policías federales en la zona fronteriza para 2013, aunque muchos brasileños se cuestionan si vale la pena desembolsar recursos para intentar controlar una frontera cinco veces más extensa que la de Estados Unidos y México.
El futuro de la inmigración
Brasil está experimentando un problema que era exclusivo del primer mundo. Por eso, aplica el principio de reciprocidad con los turistas españoles, incrementando las exigencias para los ciudadanos de ese país, con la excusa de que el año pasado 1.412 brasileños fueron rechazados en España.
La tendencia migratoria seguirá siendo positiva para los próximos años.
Por su parte, el gobierno brasileño predica una postura humanitaria con respecto a la inmigración económica, ya que alberga 4.359 refugiados, de ellos 2.813 son africanos. Pero, el endurecimiento de sus políticas van a crecer principalmente luego del Mundial y los Juegos Olímpicos.
Además, a medida que las universidades comiencen a formar a más profesionales en las áreas que el mercado solicite, si el crecimiento continúa, las trabas se podrían extender también a los profesionales extranjeros.
