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actualizado 21 de diciembre 2012
Violencia invisible
Las mujeres discapacitadas son uno de los grupos de marginación más extremo
Por Ana Muñoz Álvarez
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No quería tener hijos. Pensaba que su enfermedad podía ser hereditaria y que nunca podría cuidar adecuadamente de sus hijos. Cuando tenía 20 años le diagnosticaron una enfermedad neurológica que la iría dejando sin movilidad, sin poder escuchar… Su familia la veía triste y, a veces, arisca. Acudieron a un psicólogo, no sólo era una mujer dependiente. Era una mujer maltratada y embarazada. Es un caso real de la psicóloga Yolanda Mateo, de la Federación de Mujeres Progresistas, y participante de la conferencia internacional sobre los desafíos de las mujeres con discapacidad celebrado hace unas semanas en Madrid.

La mujer no sólo fue maltratada por su pareja… También por la justicia pues perdió la custodia de su hija ya que el juez consideró que no podía ocuparse adecuadamente de ella. Y es que las mujeres discapacitadas que son maltratadas tienen tres grandes hándicaps: son mujeres, son maltratadas y sufren alguna discapacidad. Son invisibles para la sociedad, y más para una sociedad que se encuentra en crisis y vive bajo el lema de ‘sálvese quien pueda’.

Tan sólo en España cerca de un 20% de las mujeres que tienen algún tipo de discapacidad sufren algún tipo de maltrato. Es casi un 10% más que los casos de mujeres que sufren violencia de género. Sin embargo, no existen muchas más cifras al respecto. La falta de estudios y de cifras agrava el problema porque lo vuelve invisible. No obstante, son mujeres que se encuentran en una situación de vulnerabilidad mayor que cualquier otra y que necesitarían de una especial atención por parte de las Administraciones.

Una mujer discapacitada que sufre malos tratos, según los expertos, no se limita a la violencia de género. Padecen agresiones de un entorno del que es dependiente. En muchas ocasiones, estas mujeres desconocen que están siendo maltratadas e, incluso, piensan que merecen ser tratadas a gritos, con golpes, con insultos… porque no son capaces de cuidarse así mismas, porque son un estorbo para su cuidador/pareja. Estas mujeres no sólo tienen que enfrentarse al maltrato sino que tienen que superar el hecho de que el maltratador es la persona de la que depende, en muchos casos, para su vida diaria y actividades básicas. Sienten miedo a enfrentarse solas a un mundo donde hay pocas ayudas a la discapacidad y muchos prejuicios. Además, explican los expertos, que muchos de los recursos contra la violencia de género no están adaptados ni son accesibles para las personas que sufren alguna discapacidad.

Las mujeres discapacitadas son uno de los grupos de marginación más extremo. Como ejemplo, sólo el 1% de estas mujeres en todo el mundo sabe leer y escribir. La Comisionada de Género del Comité de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), Ana Peláez, explica que son muchas las mujeres en el mundo que “están encerradas, son maltratadas y explotadas porque desconocen sus derechos porque no han tenido acceso a la educación”. La falta de educación, la pobreza, el aislamiento, la exclusión, los prejuicios… son causas que agravan las situaciones de violencia y agresión en las mujeres discapacitadas.

Las soluciones no son, una vez más, sencillas. Primero, es necesario una mayor sensibilización social y política sobre esta situación. Se necesitan nuevas campañas, más informes y estudios. Además, sería necesaria mayor sinergia y colaboración entre los expertos en discapacidad y en género. Habría que mejorar las políticas de prevención y detección precoz de los malos tratos. Y, por último, una gran voluntad política para destinar más recursos para mejorar la calidad de vida de estas mujeres. Hoy, con la crisis que lo llena todo, no se ve casi luz, pero hay que empezar a poner los cimientos para que el futuro esté lleno de sol para ellas.

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