Nueve de cada diez españoles cree que la situación del país es “mala” o “muy mala”, según el último barómetro realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Crisis, deuda, recesión, prima de riesgo, rescate, bonos… son hoy las palabras que más se repiten en las conversaciones. España vive un clima de pesimismo y desesperanza que no la deja actuar para ponerse en camino y salir del túnel.
Cinco millones de personas desempleadas, uno de cada dos jóvenes sin trabajo, ERE’s, despidos, subida de impuestos y recortes en los servicios sociales es el día a día de los ciudadanos españoles. La crisis financiera en la que estamos inmersos desde 2008, está siendo demasiado larga y está empobreciendo a la clase media de países, como España, pero también del entorno europeo. Hasta ahora, la receta para salir de esta crisis ha tenido un único ingrediente: austeridad. Los gobiernos europeos, también el español, se han dedicado a recortar el empleo y la inversión pública. Sin embargo, el guiso no está teniendo buen olor. El Eurostat alertaba hace unos meses que la pobreza en España estaba creciendo y muchas personas, para poder comer, tienen que utilizar los servicios sociales. Cada día, los ciudadanos nos levantamos con nuevos recortes y subidas de impuestos. Lo último los 400 millones de euros de ahorro de la sanidad al sacar más de 400 medicamentos de la Seguridad Social.
Los ciudadanos estamos dispuestos a hacer esfuerzos, a apretarnos un cinturón que ya casi nos asfixia… No hay problema. Pero, al mismo tiempo, se habla de una “amnistía fiscal” para las grandes fortunas que han estado estafando al Tesoro público, de la ayuda de más de 1,2 billones de euros dada a la banca europea, de “subvenciones” a concesionarias de carreteras de peaje o de los 800 millones de euros que deben los clubs de fútbol españoles a Hacienda.
Los políticos se han convertido en el tercer problema para los españoles, detrás del paro y de la economía, según el estudio del CIS realizado a principios de junio. La clase política española, europea y global está fallando. Nos encontramos en la crisis más grave tras la II Guerra Mundial y las personas que se dedican al servicio público, en realidad, no están cumpliendo con su obligación. Hoy, se rescatan bancos, empresas… las decisiones no se toman por el bien común si no por el bien de unos pocos. De ahí, la indignación y el pesimismo de los ciudadanos porque Europa está desmoronando su modelo social basado en el Estado de Bienestar.
“Se necesita un plan”, explicaba hace unos días el sociólogo español José Félix Tejano en un programa de Radio Nacional de España. Los ciudadanos estamos cansados de mentiras y de medias verdades. Queremos que nos digan la verdad de la situación, que nos traten como adultos que somos. Las soluciones a una crisis global, además han de ser globales y multidisciplinares. “Hay alternativas diferentes a la receta que se está aplicando. Hay que planificar un escenario a largo plazo de lo que queremos ser”, añade Tejano.
Recuperar la confianza, como país, como continente… no es una tarea sencilla. No sólo se trata de los mercados y los inversores. También de los ciudadanos. Es necesario que el pesimismo y la desesperanza se cambien por acción conjunta. Para ello, hay que llegar al fondo del problema, ejecutar un plan, utilizar las herramientas a nuestro alcance y trabajar juntos para conseguirlo. Hay que recuperar la ilusión de que podemos salir de esta situación, y de que no dejaremos a personas en el camino.