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actualizado 12 de junio 2012
Rusia y sus relaciones con América Latina
Está latente la necesidad rusa de crear fuertes alianzas en América Latina
Por Gustavo Adolfo Vargas
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Congregados en organizaciones regionales, los países latinoamericanos inician el proceso para recuperar la participación de la sociedad en la economía y la política, limitando el poder decisivo de transnacionales y oligopolios locales.

América Latina busca nuevos socios comerciales para diversificar sus mercados y sustraerse de la hegemonía norteamericana. Tal proceso coincide con Rusia, que desea ampliar su agenda geopolítica orientada a crear un mundo multipolar, sustituyendo el unipolarismo impuesto por Estados Unidos, tras la extinción de la Unión Soviética.

El actual ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, emprendió una activa política de acercamiento hacia América Latina, advirtiendo el expresidente, Dimitri Medvedev, la necesidad de especial prioridad a dicha agenda.

En términos geoeconómicos y geopolíticos, Rusia necesita a América Latina, puntualizando más de 22 cumbres y unas 60 reuniones de alto nivel celebradas en los últimos tres años con los líderes del continente.

En 2011, el intercambio comercial con la región incrementó en 15%, alcanzando US$12,400 millones de dólares, mientras que en el mercado regional Estados Unidos, cayó de 57.7% en 2000, al 40.1% el año pasado.

Le interesa participar en la extracción y procesamiento de los recursos naturales, especialmente en hidrocarburos, minerales, y productos agrícolas latinoamericanos y caribeños, cuya diversidad y abundancia, atraerían al consumidor ruso.

Actualmente discuten grandes proyectos de energía nuclear e industria espacial. Las líneas aérea rusas, Aeroflot y Transaéreo, buscan restablecer vuelos directos a Argentina, Brasil, Chile, México, Nicaragua, Panamá, Perú y Venezuela.

Contrastando la política restrictiva de visas impuesta por el Departamento de Seguridad Doméstica de Washington, a visitantes latinoamericanos, Moscú firmó tratados bilaterales con Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Perú y Venezuela aboliendo el régimen de visados.

Washington, enclaustrado en problemas económicos e interminables guerras en Irak y Afganistán, prosigue su vieja táctica instalando bases militares, previendo perder su influencia en América Latina, por la expansión de intereses comerciales y geopolíticos de Rusia y China. Moderniza su base militar en el Chaco, Argentina, construye otra en República Dominicana y recién inauguró su instalación militar en la región de Valparaíso, a 130 kilómetros de Santiago.

Unas 24 bases militares en 13 naciones latinoamericanas y caribeñas, están listas para futuras invasiones.

Dadas las condiciones, se supone que la solidaridad regional se fortalece, permitiendo mayor expansión comercial rusa, que la extensión militar norteamericana. El problema reside en la indecisión de las compañías rusas para invertir a largo plazo en América Latina, no por iliquidez, sino por otros factores vinculados al volátil pasado de los gobiernos locales y los asiduos golpes de Estado.

Está latente la necesidad rusa de crear fuertes alianzas en América Latina, para contrarrestar la política estadounidense de crear bases militares de la OTAN en los países fronterizos con Rusia.

En el segundo día de su presidencia, Vladimir Putin firmó un decreto sobre las Medidas de Poner en Marcha el Curso de la Política Exterior de la Federación Rusa. En uno de sus párrafos el documento advierte la necesidad de: “seguir profundizando las relaciones con América Latina y el Caribe, consolidar la posición rusa en los foros regionales, utilizar el potencial de los mercados latinoamericanos en crecimiento para fortalecer la posición y participación de las compañías rusas en los sectores de industria, hidrocarburos, transporte y comunicaciones, y hacer todo lo posible para aumentar la colaboración rusa con los bloques y organismos regionales”.

La ambiciosa agenda requeriría tiempo y voluntad rusa para ayudar a América Latina a superar sus miedos y prejuicios hacia Moscú, en especial hacia su doctrina diplomática adoptada en los años 90 por iniciativa de Evgeny Primakov, no muy distante de la norteamericana.

El declive de Norteamérica y de la Comunidad Europea creó condiciones para el surgimiento de nuevos e importantes polos de desarrollo y la aparición de otros actores geopolíticos, entre ellos los países del grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) junto con un gran número de países latinoamericanos, miembros del Mercosur o del ALBA.

Mientras para Washington no existen permanentes amigos ni enemigos, sino perennes intereses nacionales, para Moscú no hay eternos aliados ni rivales, sino supremos intereses nacionales. Hoy por hoy, América Latina se perfila como un potencial candidato para la consolidación de la posición rusa en la región.

* Diplomático, jurista y politólogo

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