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actualizado 16 de nov. 2012
La crisis de la social democracia, de Ignacio Urquizu
Urquizu nos da las claves para entender qué izquierda es posible en estos momentos
Por J. C. Gª Fajardo
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“Seguramente este es el sino de la izquierda: conforme va consiguiendo sus objetivos, tiene que moderar sus posiciones ideológicas de partida. La socialdemocracia contribuye a modificar la realidad con sus políticas y, cuando lo consigue, tiene que revisar sus propuestas”.

La socialdemocracia no está en crisis. Se está adaptando a las nuevas circunstancias, como en otras etapas de su evolución. Este es el punto de partida del libro en el que el profesor Urquizu analiza los diferentes cambios experimentados por la socialdemocracia. El análisis se sirve de la evidencia empírica para explicarnos las claves que rodean las distintas etapas de la agenda programática de la izquierda.
La primera es su integración, a principios del siglo XX, en un sistema político y económico que inicialmente rechazaba. Ello obligó a la socialdemocracia a renunciar a parte de sus posiciones ideológicas. Este hecho la dejó huérfana de ideas hasta que la crisis de 1929 le permitió convertir sus propuestas económicas y sociales en hegemónicas. La aplicación de las políticas keynesianas fue la estrategia económica dominante –utilizada incluso por los conservadores- hasta la década de los setenta.
Otra crisis económica provocó un vuelco en la batalla de las ideas y puso fin a la segunda etapa, la conocida como edad de oro de la socialdemocracia.

Los partidos socialistas continuaron con un modelo económico propio que se aplicó en distintos países como España. En los noventa, y con la llegada de corrientes como la Tercera Vía, los socialdemócratas se aproximaron en exceso a posiciones conservadoras. Es la tercera etapa, conocida como de la “resignación”.
La capacidad de adaptación a las circunstancias es inherente al desarrollo del proyecto político de la socialdemocracia. El autor nos propone los tres retos a los que dicho proyecto deberá enfrentarse para recuperar mayor protagonismo en el plano político e ideológico.

El primer reto es establecer un cambio profundo en el poder político y en la toma de decisiones. Urquizu afirma que lo que está en crisis no es la socialdemocracia, sino la propia democracia. Por ello es prioritario recuperar el espacio que perdieron el autogobierno y las instituciones representativas. Si la izquierda no es capaz de aportar soluciones al creciente vaciamiento de poder de dichas instituciones, tendrá serias dificultades para desarrollar su proyecto político.

El segundo reto es la recuperación de la agenda de regulación de los mercados, así como la necesidad de definir el modelo económico sobre el que se asentará el crecimiento en las próximas décadas.

Y tercero, repensar el modelo del bienestar garantizando su viabilidad futura y revisando la capacidad redistributiva del gasto social. Quizás haya llegado el momento de replantearse la idea de que la redistribución se produce sólo a través del gasto público y no con los sistemas impositivos. En definitiva, Urquizu nos da las claves para entender qué izquierda es posible en estos momentos. Partiendo del estudio de su evolución ideológica, así como de los factores externos que han contribuido a ella, el libro nos ayuda a construirnos un mapa global de dónde se encuentra la socialdemocracia y cuáles son las decisiones y los retos que debe enfrentar.

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