El 9 de agosto de 2007, quedó al descubierto que Estados Unidos concedía préstamos para la vivienda a gente sin posibilidades de honrarlos. Se trataba de las denominadas hipotecas basura o “subprime”. Un año después, sucumbía la primera víctima.
Lehman Brothers, uno de los bancos más acreditados, se desplomaba por aquel producto de riesgo y con él como por una onda expansiva cayeron otros gigantes financieros víctimas de un sistema cimentado en la mera y cruel especulación.
Fue tan grande la onda, que nadie fue capaz de sortearla, llegando ese mismo año impetuosamente a Europa y hoy amenaza con extinguir al euro.
Al año siguiente, la mayoría de países europeos entraba en recesión. Grecia, Irlanda y Portugal terminaron rescatadas por Europa. Ahora la sombra de la intervención se cierne sobre dos gigantes: Italia y España.
El estallido de la crisis de las hipotecas “subprime” o de alto riesgo en Estados Unidos cumple su quinto aniversario con un legado que incluye una crisis económica global cuyo fin no se avizora.
La tempestad iniciada por algunas financieras hipotecarias de Estados Unidos como Fannie Mae y Freddie Mac, el banco de inversión Bear Sterns y el gigante de Wall Street Lehman Brothers, se convirtieron en una borrasca asolando a las naciones.
Casi ha llevado a la quiebra a países como Grecia, Portugal o Irlanda, poniendo en tela de juicio la capacidad de España e Italia para formar parte de la zona euro, delatando la carencia de un proyecto común europeo.
La crisis financiera (confianza en crédito), ha provocado una recesión tras otra en el mundo desarrollado, frenando el crecimiento en mercados emergentes como Brasil y China, poniendo en jaque sobre todo la supervivencia de la moneda única europea.
La asombrosa cantidad de dinero que fluye de los países del sur a los refugios fiscales norte, priva a estas naciones de cantidades mayores de las que necesitarían para financiar la clase de transformación económica y redistribución social que pretenden hacer.
A contrario sensu de la fraudulenta determinación de la tasa Libor, estos paraísos fiscales de hecho son legales. Ambas prácticas (manipular la tasa Libor y transferir dinero) son totalmente normales en una economía del mundo capitalista.
El objeto del capitalismo es la acumulación de capital, que al no maximizar sus entradas, tarde o temprano termina eliminado, confirmando así que “el dinero nunca duerme”. El rol de los estados neo-liberales nunca ha sido controlar ni restringir tales prácticas.
La deflación, una caída generalizada y prolongada de los precios, tiene efectos devastadores sobre economías debilitadas, como sucedió en la Gran Depresión de 1929 en Estados Unidos, y en la década de los noventa del Siglo pasado en Japón.
Un desconcertante cuadro sorprendió a los líderes europeos cuando nuevamente se sumergieron en la densa atmósfera de la crisis. Desde 2010, la Unión Europea está paralizada por la crisis de la deuda que consume parcialmente sus recursos y todas sus energías. Seis de los 17 países que usan el euro como moneda están en recesión.
La economía de Estados Unidos vuelve a estar en problemas. Los astros emergentes (Brasil, China e India) no están en condiciones de rescatarla: igualmente, les llegó la desaceleración.
El espectro que se extiende sobre una economía global que desde 2009 transita su peor momento, refleja los frutos de la globalización. Como nunca antes, las economías mundiales están interconectadas, lo que implica que cuando una región se debilita, las otras también.
Así pues, lo que inició siendo una crisis originada por los bancos de inversión, derivó en una deuda pública. Y lo que debía resolverse mediante una profunda reforma del sector financiero mundial, se convirtió en un permanente recorte de los derechos de los trabajadores y las trabajadoras, y en un sistemático desmantelamiento de los sistemas de protección social.
La desaceleración de los países emergentes puede complicar aún más la recuperación económica de Europa y Estados Unidos. Cuantos más pobres se tornen los países ricos, más difícil será para los países emergentes recobrar su antiguo ritmo de crecimiento. Este es el infortunado recuento del aniversario del escandaloso derrumbe de Lehman Broters.
*Diplomático, Jurista y Politólogo