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actualizado 9 de Agosto 2013
A sangre fría
La Justicia empieza a actuar
Por Adrián Levy Pernudo
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Primero unos cientos, luego unos miles. Centenares de miles. Más de 700.000. En su mayoría ancianos, enfermos y personas casi analfabetas. Es la tragedia de las preferentes, unos productos financieros que se les presentaba a estos ahorradores como “plazos fijos” o “inversiones seguras”. La estafa que parece recorrer España de sucursal en sucursal.

Bankia, intervenida y con cotización en bolsa desde 2011, es el paradigma del desastre. Tiene en su haber 300.000 afectados. Cuando se llamaba Caja Madrid, su labor era social, como la de todas las cajas de ahorro. En manos de personas sin escrúpulos, empezó a perder el sentido y a convertirse no sólo en un banco, sino en un agujero financiero.
En total, las empresas españolas –financieras y no financieras- han emitido en los últimos años un volumen de participaciones preferentes muy superior a los 20.000 millones de euros.

La Justicia empieza a actuar. La Audiencia Nacional ha llamado como imputado al director de una sucursal de Bancaja por haber vendido participaciones preferentes. Cualquier cliente era bueno para comercializar este producto financiero aunque las prácticas no lo eran tanto.

Pero, ¿qué es una participación preferente? Los medios de comunicación reflejan en primera plana el escándalo que ha producido la comercialización de este producto financiero, si bien no llegan a explicar en qué consiste. Se trata de un valor híbrido: no proporciona una rentabilidad determinada al inversor, ya que depende de los beneficios del banco o caja que las comercia. Por su estructura tiene similitudes con la deuda subordinada -diferenciada de las preferentes en que tiene rentabilidad fija- pero a efectos contables se computa dentro del capital social de la entidad. Es un producto perpetuo y sólo puede venderse en los llamados mercados secundarios, una misión casi imposible para un pequeño inversor.

El Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) es el salvavidas de las quiebras bancarias. En el caso de las preferentes, actuará en entidades nacionalizadas que no coticen en bolsa. Los clientes de Bankia, por tanto, no se beneficiarán de la posible actuación del FGD.

Entonces, ¿por qué ha habido una venta masiva de preferentes? Miles de familias confiaron su dinero, ahorrado durante toda una vida, a las preferentes. Aceptaron invertir porque creían en la palabra de su confidente bancario. Esa persona que sabía de sus cuentas, de sus préstamos e hipotecas. De sus sueños y anhelos. Y prometieron mucha rentabilidad. Sin advertir a sus clientes del grave peligro que corrían. Quienes vendieron estos productos obedecían órdenes de más arriba. Actuaban bajo el mandato de un banco necesitado de liquidez porque la crisis de 2008 había cerrado la financiación exterior.

El exdirector de Bankia, Miguel Blesa, ha ingresado en prisión en dos ocasiones. En la última, el Ministerio Fiscal ha recurrido la sentencia del juez y ha amenazado con querellarse contra él por presunta prevaricación. Mientras, cientos de familias esperan a un tribunal de arbitraje que no asegura que la entidad financiera les devuelva sus ahorros por malas prácticas. Otra opción es optar por la vía judicial. La Fiscalía Anticorrupción ya se ha negado a admitir cuatro querellas presentadas contra Bankia, Caja Madrid y Bancaja ya que “el producto, en sí mismo, no puede considerarse fraudulento”. Indica que se tendrá que valorar si las técnicas de venta de las preferentes fueron correctas. Algo que parece abstracto y complejo de determinar.

Las plataformas de afectados por las preferentes de Bankia, NovaCaixaGalicia o Catalunya Caixa son un ejemplo. Las organizaciones de defensa del consumidor también han criticado el proceso de arbitraje puesto en marcha. La sociedad civil busca una solución justa al problema creado por los bancos, que se han aprovechado de la buena fe de cientos de miles de personas para obtener liquidez. La pésima gestión de algunas entidades financieras ha supuesto un doble golpe para los ahorradores que confiaron en ellos. Al costo de un rescate sin precedentes en el sector financiero español, sufragado a base de recortes y austeridad, han de sumar la pérdida de sus ahorros. Toda una vida de trabajo al traste. Hoy, ¿por quién doblan las campanas en España?

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