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actualizado 20 de marzo 2013
2013: La Hora del Planeta
Este es el tiempo preciso para reforzar la lucha contra la apatía, combatiendo con soluciones creativas que incidan en un cambio de perspectiva
Por Ignacio Pareja Amador
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Desde hace seis años que se lleva a la primera “Hora del planeta”, que comenzó como un hecho aislado sin precedentes en Australia y que hoy ha adquirido gran difusión a lo largo del planeta. Ésta es una iniciativa de la WWF (World Wildlife Fund) que inició en 2007 en Australia con cerca de 2 millones de seguidores y consistió en apagar las luces de varias poblaciones del país con el objetivo de hacer un llamado a la comunidad internacional acerca de la voluntad del pueblo australiano para buscar soluciones al cambio climático.

De esta manera, dicha ONG internacional ha decidido invitar a que las ciudades se sumen a la campaña, bajo la condicionante de que las administraciones de las mismas establezcan compromisos concretos que demuestren su voluntad por la procuración de un desarrollo sostenible, ejerciendo acciones en distintos sentidos como por ejemplo: el incentivar el uso energías alternativas; fomentar en las escuelas cursos de capacitación ambiental donde se haga hincapié en la importancia de racionalizar agua, la división de residuos, el consumo de productos ecológicamente sustentables; aplicar programas civiles amigables con el medio ambiente como la ciclopistas, el reciclaje y el uso eficiente y racional de los recursos naturales, entre otras.

De igual forma invita a la ciudadanía a que se sume a la campaña en dos vertientes: mediante un cambio en sus patrones de consumo y ejerciendo un activismo en pro del Medio Ambiente. En el primer aspecto se fomentan actividades como el uso del transporte colectivo o la bicicleta de vez en cuando, la reducción del consumo de carne en la dieta ordinaria, el fomento de una cultura de reciclaje, el hacer las compras de manera racional, o sea no exagerando en el consumo, y comprar aquellos productos que cumplan con la norma Medio Ambiental, etc. Por el lado del segundo aspecto procura que sea la sociedad la que ejerza la invitación a sus gobiernos, para que sus ciudades y Estados se sumen a esta iniciativa global, de manera que se deje atrás la pasividad a favor de un activismo ambiental. Ha llegado el momento de volver la voluntad en compromiso, y de llevar a este compromiso a las acciones.

La iniciativa, sin lugar a dudas tenía que trascender: el próximo 23 de marzo de 8:30 a 9:30 pm, tenemos en el mundo (aproximadamente 152 países) una cita con la reflexión acerca del daño que el hombre le está causando a la tierra, donde podremos intuir la manera en la que viviríamos sin la electricidad, pero sobre todo será un tiempo donde recapacitaremos acerca el rol que jugamos como seres pensantes de extraordinarias invenciones y la manera en la que podemos revertir el problema haciendo un balance entre las necesidades de la tierra y las nuestras.

Lo importante de estos 60 minutos no será la energía que se ahorre a causa del apagón masivo sino el demostrarnos que somos una comunidad unida por un problema común, que rebasa toda frontera política, barrera social o conflicto económico.

Este es el tiempo preciso para reforzar la lucha contra la apatía, combatiendo con soluciones creativas que incidan en un cambio de perspectiva, que sean el punto de inflexión entre una civilización peleada con su entorno y otra capaz de compartir las necesidades con su planeta. Algo de razón tiene aquello que dicen los escépticos, de que será muy difícil cambiar la situación de nuestro mundo, ante el intento de reformar ampliamente el estilo tradicional de vida de quienes hemos desarrollo un patrón de consumo meramente Occidental, pero si comenzamos hoy con cambios pequeños y logramos masificar esta intensión, conminaremos a que aquellas actividades del hombre que dañan el Medio Ambiente dejen de ser socialmente aceptables, de forma que los grandes contaminadores, los emporios internacionales, sucumbirán ante la voluntad mundial, ya que la lógica de su existencia está basada en la aprobación y el consumo de la masa social.
La hora del planeta debe ser solamente el primer paso para un plan estructurado, donde se evalúe la situación de nuestra “tierra” y se propongan medidas vinculantes que no resuelvan de forma total el problema –ya que eso significaría un esfuerzo imposible para los seres humanos de hoy- sino que de marcha a un proceso ponderado a través de los años, donde todos los componentes de una sociedad resulten beneficiados. A este respecto destacará la actuación de Naciones Unidas, de los gobiernos, pero sobretodo de las empresas y sus consumidores, quienes no debemos dejar de consumir, sino orientar nuestro consumo hacia productos de empresas ecológicamente responsables.

Este movimiento se está convirtiendo en un triunfo de voluntad para la humanidad, un tema que requiere de más acciones materiales para ser un éxito como política sustentable, seremos testigos de cómo una buena iniciativa –coordinada por un Organismo No Gubernamental- puede hacer que gobiernos de todos los niveles se unan con empresas y pueblos para sentir la oscuridad y dar dos pasos importantes: uno pequeño hacia tras en el deterioro del planeta y otro inmenso hacia adelante que de garantía de la voluntad de los pueblos para resolver el problema del cambio climático.

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