Yo no voy a Cuba
¿Volver? "Solo pueden volver los que se han ido, y en suelos del destierro han sepultado recuerdos, anhelos y pasados… ¡Yo no puedo volver, yo no me he ido!". Dr. Emilio Cosío
Por Alfredo M. Cepero
La diáspora cubana--no el exilio que ni se rinde ni se vende--anda una vez más revuelta por estos días con noticias, anuncios comerciales, declaraciones, rumores y recriminaciones sobre cruceros en lujosos barcos para visitar la cápsula de tiempos arcaicos, miseria económica y ruina moral creada por los diablos de Birán en la otrora Perla de las Antillas.

Las condiciones para esas excursiones son vejaminosas y excesivamente onerosas. A muchos se les niega el derecho a viajar por el sólo hecho de haber nacido en Cuba. Quienes reciben el permiso del régimen para viajar se ven obligados a pagar cantidades varias veces superiores a las pagadas por cruceros similares en la misma área del Mar Caribe. Pero nada de eso parece molestarle a gente que padece de una dosis masiva de frivolidad, una absoluta falta de sensibilidad y una supina ignorancia sobre las condiciones precarias en que vive el cubano de a pie, que constituye la mayoría de nuestra población.

Por otra parte, ni me molesta la conducta ni perderé el tiempo analizando las razones de los extranjeros que participen en estas excursiones. Su ignorancia está, hasta cierto punto, justificada y nadie suda ni sufre los dolores ajenos. Mi condena es contra aquellos viajeros que han mentido para lograr un estatus de exiliados que no merecen y aquellos que crecieron en el exilio escuchando el relato de padres que sufrieron persecución y despojo por parte de la tiranía. Pero mi condena más enérgica la reservo para esa minoría de viajeros que, habiendo perdido su juventud en las cárceles castristas y habiendo sufrido la pérdida de fortunas bien habidas, se someten a la indignidad de pedir premiso para visitar la patria a la que tienen derecho por el solo hecho de su nacimiento.

Confieso que me cuesta trabajo encontrar las razones por las cuales esta gente se somete a tamaña humillación. Tengo que pensar en que tienen un concepto totalmente equivocado de la patria y en que su patriotismo se expresa en tendencias hedonistas, conceptos simplistas y conductas ridículas. Pienso que confunden a la "esbirra" de Omara Portuondo con el portento de patriotismo que fue nuestra cubanísima Celia Cruz y que se emocionan oyendo una tonada del Buenavista Social Club como si escucharan el Himno Nacional Cubano. Pienso que cuando se llenan la panza de frijoles negros y se beben un daiquirí en El Floridita se sienten émulos de Antonio Maceo y herederos de José Martí.

El problema para estos infelices es que su forma de mirar la patria y de expresar el patriotismo están totalmente divorciados de la realidad histórica. Quizás la frase más lapidaria de Maceo fue: "La libertad no se mendiga. Se conquista con el filo del machete". Y nadie es más mendigo que quien pide permiso para visitar su patria.

Como hombre de letras y virtuoso de la palabra, Martí fue mucho más lejos. En su artículo: "La republica Española ante la Revolución Cubana", de 15 de febrero de 1873, Martí escribió: "Patria es algo más que opresión, algo más que terreno sin libertad y sin vida, algo más que derecho de posesión a la fuerza. Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladores de amores y esperanzas". Un concepto totalmente distinto de la Cuba de los últimos 57 años, que todavía perdura y que estos viajeros ayudan a prolongar apuntalando a los tiranos.

Esa es la Cuba que yo no visito y no visitaré jamás en papel de turista mientras exista la tiranía. Ningún cubano que se respete ni que tenga claro el concepto de la patria puede ir a nuestra isla encadenada que no sea con el objeto de combatir a quienes la oprimen. Si ya resulta difícil combatirlos con las armas en la mano, tenga por lo menos ese cubano el coraje de hacerlo con los medios a su alcance, tal como lo hacen opositores verticales como el doctor Oscar Elías Biscet y los miembros del Partido Unión por Cuba Libre, con quienes me honro en formar parte del Proyecto Emilia.

En conclusión, yo no voy a Cuba porque mi Cuba no está representada por terrenos, calles o edificios. Mi Cuba es la de José Martí que es "comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladores de amores y esperanzas". No voy a Cuba porque me sería metafísicamente imposible regresar al lugar que nunca he abandonado ya que, como mi difunto amigo Emilio Cosío: "¡Yo no puedo volver, yo no me he ido !" No voy a Cuba porque, para amarla y servirla, no tengo que pisar su tierra, llenar las arcas de sus opresores y ser testigo de sus miserias mientras ingiero manjares y duermo en cama blanda de barcos de lujo. Cumplo con mi deber de hijo que no abandona a la madre que le dio la vida del espíritu y de la esperanza denunciando a sus tiranos y luchando por su libertad. Con eso me basta para vivir tranquilo y para nutrir cualquier herencia de patriotismo y civismo que pueda dejarle a mis hijos.




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