Naranjos del abuelo
Los consumidores tienen cada vez más interés en comprar productos naturales y conocer su origen
Por Carmen García Mollón
Por 80 euros al año se pueden conseguir 80 kilos de naranjas. A partir del segundo año el coste es de 36 euros. Esta es una iniciativa impulsada por Gonzalo y Gabriel Úrculo quienes quisieron revivir los naranjos abandonados en la finca de su abuelo. “Había árboles que estaban mal, de los grifos no salía agua… Estaba que se caía. Yo me asusté”, cuenta Gabriel. Estos hermanos quisieron que los consumidores participaran en la empresa. Ésta exporta a 15 países europeos. Los clientes pasan a ser agricultores virtuales. El objetivo principal de crear esta empresa era concienciar a la gente del coste de la producción.

Las primeras ventas de naranjas las hacían a los intermediarios pero no eran rentables. Decidieron crear una página web para preguntar a sus clientes qué es lo que querían que plantaran. Cada árbol que plantaban tenía el nombre del consumidor, la familia o la dueña. Todo lo que produjera el naranjo era suyo. El consumidor puede ir a recoger sus naranjas o pagar los costes para que se las envíen a sus casas. Dentro de España se puede recibir el pedido en 24 horas y en 4 días si el envío es a países como Alemania. Otra de las ventajas es que “como hasta los cinco años el naranjo no empieza a producir, durante esos años le reservamos la producción de uno de los grandes.”, dice Gonzalo.

Esta técnica recibe el nombre de crowdfarming (crowdfunding, financiación colectiva, y farming, agricultura). Ha permitido financiar la plantación de 2000 árboles. No existe un compromiso de permanencia. La web incluye un campo virtual donde pueden ver el árbol con su nombre, el estado de maduración en que se encuentran sus frutos y hacer los envíos. Pueden mandarlos en las cantidades que quieran.

No sólo se hizo este negocio con las naranjas sino también con otros frutales como los cerezos. Deliciossos es una marca que ha comenzado un nuevo proyecto para adoptar cerezos por 59 euros anuales. Dentro del precio se incluye el envío de 8 kilos de cerezas en 24 horas. “Si conoces la calidad de nuestros cerezos tienes ganas de que la gente lo disfrute y conozca”, dice Martí. Con esa idea comenzó este propósito hace tres años. El camino no es fácil; por eso la marca también vende variedades de mermeladas, chocolates, turrones…etc.

Los consumidores tienen cada vez más interés en comprar productos naturales y conocer su origen. Son ellos los que eligen al proveedor y compran de forma directa. La web coordina a 160 grupos de consumo de toda España y a 471 proveedores de diversos productos como carne, bebidas, droguería o alimentación ecológica para bebés. También existen empresas como Ecocolmena que consiste en una red de productores locales de miel con envío a domicilio. Uno de sus lemas es “Desde tu casa, en la ciudad y sin picaduras”. Se ha extendido por Europa y Latinoamérica. Cuenta con 900 padrinos. “El sector pasa por una etapa muy dura de declive pero al mismo tiempo el interés por las abejas va en aumento y esto es una oportunidad”, explica Jesús Manzano, socio de la empresa.

Cada vez son más los agricultores que han decidido romper con el mercado tradicional. Emili Domènech fue uno de los primeros. Propietario de una pequeña granja, Mas Claperol. Compró su primera vaca con dinero de familiares y vecinos. “Yo era productor de queso y yogures y compraba leche ecológica a un productor local. Cuando empecé a tener problemas con el suministro pensé en tener mis propias vacas pero fui al banco y no quisieron darme el crédito porque solo podía ofrecer el tractor como aval”, cuenta Domènech. Le pidió el dinero a sus familiares y amigos. Estos le pusieron el nombre a las vacas. No querían que Emili les devolviera el dinero sino que preferían el producto. Llegó a contar con 30 vacas apadrinadas. No quería enriquecerse por eso puso lista de espera para tener un negocio sostenible.




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