Trucos y trampas de quienes más tienen para pagar menos impuestos
Una razón de la menor recaudación estatal es la rebaja de ingresos por el impuesto de sociedades
Por Xavier Caño Tamayo
Los Papeles de Panamá provocan que un día tras otro se averigüe que personajes y personajillos tienen o han tenido empresas en ese paraíso fiscal centroamericano. Hablamos de fraude fiscal. ¿Para que querría nadie montar una sociedad en un paraíso fiscal si no es para no pagar impuestos?

Lo que periódicos y noticiarios televisivos no cuentan es que, siendo nefasto y muy perjudicial el volumen de impuestos evadidos, otra peligrosa vía de agua reduce los recursos del Estado. La elusión fiscal. Actuaciones y trucos legales para rebajar los impuestos a pagar. Completamente legales, con lo que la legalidad ya no protege los intereses del pueblo trabajador.

Hablando de elusión fiscal, el economista Manuel Lagos denuncia que la rebaja real del impuesto de sociedades es causa principal de la pobreza recaudatoria en el Reino de España. En 2008 empezó la llamada crisis fiscal española. El Estado no ingresa dinero suficiente por impuestos mientras los gastos corrientes e inversiones crecen en buena lógica. Más el cuantioso pago de elevados intereses de la deuda pública. Unos 30.000 millones de euros anuales. Al disminuir los ingresos del Estado por impuestos, se recurre a rebajar el gasto público, pero curiosamente no se busca aumentar los ingresos con una reforma fiscal progresiva, justa y suficiente, por ejemplo.

Una razón de la menor recaudación estatal es la rebaja de ingresos por el impuesto de sociedades, el que grava los beneficios de las empresas. En 2006, todos los impuestos recaudados sumaron 183.000 millones de euros. Cinco años después, se ingresaron solo 158.000. Unos 25.000 millones menos. En 2006, el impuesto de sociedades aportó 40.000 millones de euros, pero en 2011 solo fueron 13.000. ¡27.000 millones menos!

La respuesta incierta y simplista pretende que hay menos beneficios por la crisis y, por tanto, se reducen los impuestos que los gravan. No va por ahí. Más bien los beneficios de empresas y la base imponible para cuantificar el impuesto a pagar son demasiado diferentes. La base imponible debería responder al resultado veraz declarado para que las empresas tributaran por beneficios reales. Pero no es así. Los beneficios reales de grandes empresas son reducidos con contabilidad imaginativa’ e ‘ingeniería fiscal’. Hasta que la base imponible resultante es mucho menor que los beneficios.

En 2006, las empresas españolas obtuvieron beneficios de casi 210.000 millones de euros. Tras correcciones, ajustes y compensaciones legales, la base imponible descendió a 179.000 millones de euros, pero esa base aún era el 85% de los beneficios. Sin embargo en 2010 los beneficios de casi 157.000 millones de euros parieron por arte de birlibirloque una base imponible de 76.000 millones. Menos de la mitad de beneficios. Si en 2006 los beneficios que no pagaban impuesto eran 30.000 millones de euros, en 2009 ya eran más de 82.000 millones de euros. Casi el triple. Más las trampas de las grandes multinacionales (algunas, españolas) que declaran gastos o ingresos en éste o aquel país, según donde paguen aún menos, incluidos paraísos fiscales.

Últimamente voceros conservadores presumen del aumento de recaudación de algunos impuestos, como presunto signo de recuperación. Pero no pueden presumir del Impuesto de Sociedades que en 2014 recaudó menos que en 2013. ¿Lo lógico no hubiera sido lo contrario? La generosidad del gobierno con las grandes empresas es patente a la hora de cobrar el impuesto de sociedades. O no cobrarlo.

Y una nota local que ahonda en el sistemático trato de favor a las grandes empresas. Ha habido reticencias en países de la eurozona por el tratado bilateral de comercio e inversión que se negocia entre la Unión Europea y Estados Unidos, conocido como TTIP. Desconfianzas en Francia, reticencia en Alemania, Italia, Portugal… ¿Y en España? Al gobierno del Partido Popular, el TTIP le parece de perlas. Ninguna disconformidad, ni una queja. Pero sí una defensa entusiasta de firmarlo cuanto antes. ¿Por qué? Un TTIP vigente sería una patente de corso para hacer de su capa un sayo las grandes empresas. Esas por las que este gobierno tiene especial debilidad y dedicación.

Ya lo explicaron Marx y Engels hace 168 años. Los partidos conservadores (que hoy se presentan como ‘de centro’) y las políticas de derechas que perpetran defienden mayoritariamente los intereses y beneficios del capital, de grandes empresarios y banqueros. El Reino de España es un paradigma al respecto.




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