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VOLVER >> ACTUALIZADO: 9 DE ENERO DE 2007

I. La educación pre-escolar

En este sentido, la educación pre-escolar, componente integral de estos programas, es trascendental para el desarrollo del capital humano de un país
Por Adolfo Jose Acevedo Vogl

El derecho a la escolarización sobre la base del ciclo de vida pone de relieve la importancia del acceso a la educación preescolar de calidad. La primera infancia es fundamental para el desarrollo cognitivo y emocional y la salud física y mental; en los primeros 3 años de vida se forman las conexiones neuronales, el cerebro alcanza el 90% de su tamaño adulto y se logran habilidades como la regulación emocional, el apego, el desarrollo del lenguaje y la motricidad.

En tal sentido, una de las mejores formas de mejorar las condiciones de vida de los niños y, por lo tanto, el desarrollo de éstos, es a través de los programas de desarrollo integral (educación, salud y nutrición) de la primera infancia.

Las políticas integrales de atención a la infancia puede evitar daños irreversibles que pueden producirse a esa edad, debido por ejemplo a carencias nutricionales. Estas carencias derivan en distorsiones diversas del desarrollo cerebral y del sistema nervioso, las que deterioran la capacidad cognitiva y la conducta y magnifican los efectos adversos de las privaciones socioeconómicas en el desarrollo infantil.

Por otra parte, la ampliación de políticas relativas a la infancia no tan sólo responde a estos resultados sino que se vuelve imprescindible en la medida que las tasas de mortalidad infantil desciendan. Esto debido a que un mejoramiento en este índice significa que, en términos de las políticas públicas, la principal preocupación relacionada a la primera infancia pasa a ser no la mera supervivencia de estos niños, sino las condiciones de vida que pueden esperar.

En este sentido, la educación pre-escolar, componente integral de estos programas, es trascendental para el desarrollo del capital humano de un país ya que, por un lado, se estima que la mitad del potencial intelectual de una persona se desarrolla hasta la edad de cuatro años, y por otro, se establece que el estímulo ambiental que recibe un niño durante este período crítico de desarrollo mental, emocional y físico, es de vital importancia.

Dados, pues, los efectos positivos de la atención integral a la infancia temprana en el desarrollo cognitivo, sería de esperar que - en la fase siguiente: de 3 a 5 años de edad - un mayor acceso de los niños y niñas a la educación preescolar se exprese en mejores resultados, logros y progresión a lo largo del nivel primario.

La educación preescolar también ofrece la oportunidad de aumentar la efectividad de la educación posterior, ya que prepara a los niños para recibir más educación. Está documentado que los niños que han asistido a la educación preescolar logran mejores resultados posteriores.

Esto es, si los demás factores que influyen en el rendimiento escolar se mantienen constantes, estos niños obtienen mejores puntajes en las mediciones de aprendizaje y progresan más rápidamente. Esto se traduce en menores tasas de repetición y de deserción, particularmente en los primeros años de la primaria.

En este sentido, una mayor cobertura de la educación pre-escolar eleva la eficiencia del sistema educativo, pues reduce el número de años necesarios para completar la educación primaria y secundaria y contribuye a cerrar las brechas entre los niños de distintos estratos sociales, precisamente en las edades en que esas desigualdades afectan más negativamente las oportunidades de bienestar futuro.

Así, el progreso en materia de cobertura de la educación inicial contribuye al logro del segundo objetivo de desarrollo del Milenio, relativo a conclusión universal de la enseñanza primaria. Para el sistema educativo, la repetición tiene un costo considerable.

Asimismo, los estudios señalan que los efectos de la estimulación intelectual y social temprana son duraderos indicando, por ejemplo, que infantes expuestos a buena nutrición, juegos estimulantes e interacción con sus compañeros, demuestran mejor funcionamiento cerebral a los doce años comparados con un grupo de control.

Otra consideración importante es que la ampliación de la atención preescolar otorga mayores posibilidades a las mujeres de incorporarse al mercado de trabajo.

En tiempos de acelerado aumento de la participación laboral femenina, la posibilidad de que los hijos accedan a establecimientos de educación pre-primaria influye tanto en las oportunidades futuras de los niños como de las mujeres, especialmente en el caso de hogares de bajos ingresos, en los que su aporte al presupuesto familiar es decisivo para situarse fuera de la pobreza.

La tasa neta de matrícula en la educación pre-escolar en Nicaragua según el MEDC ascendió al 41.75% en 2005. Esta constituye la cifra corregida de acuerdo a los resultados del último censo de población.  Las cifras oficiales previas al censo mostraban una tasa de matrícula pre-escolar del 30% para 2005.

Tasa Neta de Escolaridad Preescolar

En base a las proyecciones de población anteriores al Censo de 2005, se estimaba que 325.9 miles de niños en la edad entre 3 a 6 años no era atendida por el sistema educativo. De acuerdo a los resultados del Censo, ahora se estima que solo 203.8 miles de niños de entre 7 y 12 años no estarían siendo atendidos por el sistema educativo, para una diferencia de 122.1 miles de niños entre los estimados pre y post-censo.

De acuerdo al MEDC, estos resultados se han logrado en gran parte debido a la significativa participación de los preescolares comunitarios que atienden al 52% de la matrícula de este programa educativo.

De cualquier manera, este indicador significa que en Nicaragua, pese al avance que estarían representando estas cifras, todavía casi 5.8 de cada 10 niños en la edad correspondiente, no reciben educación preescolar.

América Latina muestra una tasa de matrícula pre-escolar promedio del 62%. En los países desarrollados, de alto ingreso, el promedio de la tasa de escolaridad preescolar se eleva hasta el 75.5%.

Por otra parte, en términos de la prioridad relativa asignada a la inversión en este nivel educativo, en Nicaragua el Gasto Público por Estudiante de Pre-Escolar apenas alcanza el 2% del PIB Percápita, mientras en los países de la OCDE, en los cuales población infantil como porcentaje de la población total es mucho más reducida que en Nicaragua,  dicho gasto alcanza el 15% del PIB Percápita, y  en los países que integran el Proyecto de Indicadores Mundiales de Educación (WEI) dicho gasto se eleva al 10% del PIB Per cápita.

Esta falta de prioridad relativa asignada a la inversión por estudiante de la educación pre-escolar resulta por completo contraproducente, en tanto que, como hemos visto, la educación preescolar es trascendental para el desarrollo del capital humano de un país (y para el desarrollo humano de las personas, que es lo que verdaderamente importa).

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