LA JORNADA

Román, en Scan…

Dice Juan Pardo que la vida hay que seguirla porque su juego es tan traidor que te convierte en ganador y al poco tiempo te derriba.

Desviar el curso del Niágara y remontar las aguas de las cataratas ha sido la constante para Chocolatito González quien viajó al viejo mundo en el 2008 conquistando en suelo nipón el cetro de las 105 libras destrozando a Yutaka Niida.

Así ha devorado Román la baraja boxística: títulos y distinciones en cascada que jamás nadie pensó alguna vez serían de su propiedad. Una corona a la vez hasta adueñarse de cuatro fajines mundiales resumen un despegue apoteósico desde la categoría mínima para convertirse colosalmente en el mejor libra por libra del mundo. Poquisímos boxeadores han pisado esa tierra Santa.

En estado de gracia

La primera pelea Chocolatito/Rungvisai está por cumplir un año. El recuerdo sigue inalterable en el tiempo como el realismo mágico de García Márquez.

El Madison Square Garden arropó el enfrentamiento como el Macondo a la estirpe Buendía. Tengo intacta la imagen del nicaragüense brotando como Godzilla entre las aguas después de la caída. La sangre como un Éufrates desbordado le teñía el rostro. A ratos me sentí en medio de Dunkerque con la muerte rondando. Golpes secos haciendo crujir huesos estrujaban con su sonido macabro cada asalto. Doce capítulos sin tregua, intensos como la vida del fugitivo Jean Valjean en Los Miserables de Víctor Hugo. Más de 10,000 mil personas ovacionaron a Chocolatito. Solamente el cieno arbitral manchó la obra.

El combate deber figurar sin que quepa duda entre los mejores que la historia rememore en las categorías chicas. Esa noche Román cruzó los círculos de Dante, derrotó al Minotauro y cazó la gloria.

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¿Qué ocurrirá?

La pregunta intrigante en masa es ¿Emergerá Román como lo hizo Leonard frente a Manos de Piedra en la revancha? o ¿Veremos una réplica del fallido reencuentro que tuvo Argüello ante Pryor en El Caesars Palace?

Dos interrogantes que hasta hoy son teorías en colisión. Lo verdadero e innegable es que en 115 libras los rivales de mayor volumen y estatura han asimilado como Carlos Cuadras el golpeo de Chocolate. En contraste el poder suyo no es el devastador que vimos con Brian Viloria en 112 y contra Akira Yaegashi. Aquella demolición detenida en nueve asaltos frente al japonés nos presentó al Román fiero de las 108 que superó al Gallo Estrada en suelo norteamericano rival que le exigió todos sus recursos.

En las antípodas

Quizás nunca deje de sorprender ese cuarto asalto en Carson, California cuando Román González sucumbió frente a Sor Srisaket en el StubHub Center. El peleador bravo que meses atrás estuvo caminando sobre brasas ofreciéndonos un recital de boxeo excelso en New York, se derritió sin presentar oposición alguna frente al mismo Rungvisai.

“Ese no era Chocolate” titulé después del nocaut. El genio estuvo atrapado dentro de la lámpara. Se congeló su poder, desapareciendo el movimiento preciso sobre el ring. En el fragor del intercambio prevaleció el tailandés.

El carácter de una persona no se determina por cómo disfruta de la victoria sino por cómo
se enfrenta a la derrota. Para enterarnos del verdadero estado emocional de González habrá que verlo en su hábitat natural: El ring.

¿Cómo encarará Chocolatito su retorno? ¿Resurgirá como el ave fénix de las cenizas? ¡En Mayo lo sabremos!

Artículo enviado desde Las Vegas Nevada. USA.

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