LA JORNADA

Consiguen aumentar la supervivencia de plantas en reforestaciones tras incendios

La Universidad de Málaga ha logrado que un 90% de las plantas reforestadas en un monte degradado sobrevivan enmendando el suelo con un astillado de pino procedente del mismo lugar

Miembros del grupo de Investigación Geografía Física y Ordenación del Terreno de la Universidad de Málaga han puesto en marcha un sistema de restauración del suelo para asegurar la supervivencia del mayor número posible de plantas resembradas. Además de rentabilizar la inversión de los plantones, esta técnica supone un ahorro económico al reutilizar subproductos obtenidos en el mismo lugar de aplicación y anular así el transporte de residuos desde las plantas de compostaje.

Restaurar la vegetación nativa es una de las maneras más efectivas de recuperar la calidad de los suelos forestales degradados. Después de la repoblación, durante el enraizamiento del plantón, los beneficios de la vegetación sobre el suelo aún no se manifiestan y los suelos siguen siendo muy vulnerables a la erosión y a la pérdida de carbono orgánico. Esto, unido a la desertificación que viven los montes mediterráneos y los numerosos incendios que los asolan hace necesaria la investigación en nuevos métodos que permitan una recuperación rápida y eficaz.

Después de un incendio, por ejemplo, la eliminación de la cobertura vegetal que existía de forma natural, supone un incremento para los procesos de erosión y degradación del suelo. Por ello, tras una evaluación de daños, a veces es necesario ejecutar métodos de restauración complementarios con el fin de que la vegetación y la biodiversidad de la zona vuelvan a su estatus lo antes posible.

Según los investigadores, los procesos de degradación podrían minimizarse mediante la implementación de enmiendas orgánicas. El objetivo de este estudio publicado en el artículo ‘Benefits of adding forestry clearance residues for the soil and vegetation of a Mediterranean mountain forest’, de la revista Science of The Total Environment, es analizar los beneficios del uso de diferentes enmiendas orgánicas sobre algunas propiedades del suelo para conseguir una técnica que permita una reforestación más eficaz de los montes.

El equipo ha desarrollado su investigación a través del estudio comparativo en 32 parcelas de erosión de tipo cerrado de 24 metros cuadrados de superficie y con las mismas condiciones de partida, este estudio evalúa las consecuencias eco-geomorfológicas del uso de enmiendas orgánicas como complemento al plan de reforestación. Durante 30 meses tras el proceso de siembra observaron cómo se reparaba cada tramo con distintos métodos de recuperación logrando la supervivencia del 90% de las nuevas plantas cuando los suelos eran tratados con los restos de desbroce.

Otra de las ventajas de este sistema es que disminuye el volumen de escorrentía que son causantes de la pérdida de miles de toneladas de suelo fértil. “Dieciocho meses después de la intervención, el uso de estos residuos favorecía, además del aumento de la supervivencia de los plantones, el desarrollo de nueva vegetación espontánea que ejerce un papel muy positivo en el control de la erosión desde las etapas más tempranas del plan de reforestación. Los resultados indican que la aplicación de estos residuos es capaz de reducir las pérdidas de suelo en un 98,16%”, afirma a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Málaga, Paloma Hueso, autora del artículo.

Estrategia de Economía Circular

La investigación se engloba dentro de la Estrategia Andaluza ante el Cambio Climático, que impulsa la creación de instrumentos para el desarrollo de una economía circular (CE, por sus siglas en inglés). Es decir, trata de reincorporar al ecosistema, de la manera más fluida posible, los desechos que se producen en el mismo. Siguiendo la regla de las tres ‘R’ (reducir, reciclar, reutilizar), esta estrategia pretende que el actual flujo de los materiales (recursos-producto-residuos) se transforme en un flujo circular (recurso-producto-residuos reciclados-producto).

De esta manera, los investigadores confirmaron que el acolchado procedente del desbroce que se elimina de los montes para evitar el fuego es el más óptimo de todos para conseguir este fin. Tras un proceso en el que se trituran los restos para convertirlos en astillas se colocan sobre el suelo a una profundidad de 25 centímetros. Al descomponerse, los restos de broza favorecen la apertura de macro-poros en el perfil, y por lo tanto incrementa la infiltración de agua y la disponibilidad de la misma para las plantas. Además, esta intervención proporciona otros importantes beneficios al sistema como la mejora de estado físico-químico del suelo.

Otros tipos de cubierta ensayados durante el estudio realizado fueron el acolchado de paja, lodos de depuradora, un tipo de fertilizante llamado hidropolimero Terracottem y excrementos de vacuno.

Además, el proceso de obtención de los residuos orgánicos se produce en el mismo lugar donde se aplican, reduciéndose así costes derivados de su gestión. Por tanto, este flujo circular permite un ahorro considerable al no tener que transportar los residuos a una planta de compostaje y de ésta de nuevo al lugar donde se utilizará y al no requerir ningún tipo de materia prima extra.

Los estudios forman parte del Proyecto de Excelencia ‘Red experimental de medición de la Erosión (REME) financiado por la Consejería de Conocimiento, Investigación y Universidad de la Junta de Andalucía y dirigido por el catedrático de Geografía Física Jose Damián Ruiz Sinoga y ejecutado por la doctora Paloma Hueso González.

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